Decid primero: Paz a esta casa

Cuando se lee la Palabra hay que volver muchas veces a los puntos básicos del evangelio. No temamos repetirlos si eso nos ayuda a captar lo más esencial, lo más básico. Existe el peligro de que, tras una larga vida cristiana, lo esencial del evangelio se nos escape.

De entre las orientaciones que Jesús da a Sus discípulos para la misión destaca la siguiente: DECID PRIMERO: PAZ A ESTA CASA. Repitámoslo una vez más: la paz es el distintivo mayor del evangelio. Y por eso, quien quiera vivir al estilo de Jesús tiene que volver a ello  una y otra vez.

Dice el texto que la paz de Jesús caerá sobre la “gente de paz”. Es decir, la paz del evangelio cae sobre quien, como valor humano, tiene introyectada la paz.  Creer en el valor de la paz es un componente humano. Si lo tienes, el evangelio lo empuja; si no lo tienes, el evangelio no sirve para nada.


Por eso es tan importante en cultivo de la paz en la sociedad, en la familia, en la propia persona. Contribuyamos a la paz:

· Contribuye a la paz social: no hables desgarradamente de los demás aunque creas que sus actuaciones lo merecen. Apóyalos en aquello que creas que es bueno para el conjunto de la sociedad.

· Contribuye a la paz familiar: trata de hacer buen ambiente en las vacaciones del verano para que el descanso regenere a la persone y la renueve.

· Contribuye a tu propia paz: sosiégate, encuentra un tiempo para el silencio, la lectura, la oración. Tiempo de paz para el logro hermoso de un corazón en paz.

A veces se habla de las guerras olvidadas: son conflictos armados que, a pesar de seguir activos y causar sufrimiento, no suelen captar la atención de los medios de comunicación ni de la comunidad internacional. Se caracterizan por su carácter crónico, su lejanía geográfica y, en ocasiones, por la falta de atractivo para la opinión pública (Yemen, Etiopía, Myanmar, Liberia, Sudán, etc.). No debería haber guerras olvidadas: recordamos cada día el genocidio de Gaza.

Hazte para este año el propósito de pasar un verano en paz. Hazlo procurando unas relaciones sosegantes, pacíficas, mirando en la dirección del otro. Sin esta paz de uno mismo con los demás, hablar de la paz del evangelio es hablar de música celestial. Si al final del verano el tuyo ha sido un verano de paz, te habrás acercado al corazón del evangelio.


Por Fidel Aizpurúa Donazar. Publicado en Fe Adulta

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