Un aviso sobre las falsas espiritualidades y sus frutos podridos

Desde el 1 de abril de 2025 la Fraternidad Mariana de la Reconciliación está extinguida. Conocida por sus siglas, FMR, llegó a tener unas 170 miembros y es uno de los cuatro institutos fundados por el laico peruano Luis Fernando Figari Rodrigo a partir de 1971, entre ellos, el Sodalicio de Vida Cristiana. Dos días después, el viernes 4 de abril, se hacía público que la Santa Sede también suprimía otra de las ramas de la plataforma sodálite: las Siervas del Plan de Dios, conocidas por sus videoclips musicales.

Aunque el decreto fue firmado por el Papa el 14 de enero, la supresión solo ha sido efectiva desde esta semana, cuando el sacerdote español Jordi Bertomeu, como comisario apostólico designado por Francisco, lo ha intimado en Roma a la superiora general de estas consagradas, Luciane Urban.


Esta Fraternidad era presentada en no pocos foros como un exponente de la que algunos llamaban “primavera eclesial de los movimientos”, que surgió durante el pontificado de Juan Pablo II. En aquel momento, lo mismo en algunas diócesis como también en Roma se daba barra libre a realidades aparentemente eclesiales con una determinada visión del mundo y de la Iglesia. Máxime cuando venía respaldada por un determinado tipo de fundador con aires carismáticos y cierta mirada nostálgica y dogmática. Lo que Francisco denomina como “indietrista”.

Lo ‘innovativo’ de estas nuevas realidades eclesiales solían ser la presencia avasalladora y el proselitismo, el mesianismo redentor, la moralina sexual provida junto al desconocimiento de la doctrina social de la Iglesia, la veneración a aquel Papa junto a la desconfianza hacia la jerarquía local y la uniformización de sus adeptos”, comentan fuentes eclesiales a ‘Vida Nueva’ sobre el perfil de algunos de estas plataformas ahora cuestionadas. Lo cierto es que estos postulados, a priori pujantes en vocaciones y también en lo económico, comentan estas mismas fuentes, empezaron a dejar entrever “casos y más casos de abusos de poder y espirituales de todo tipo en el seno de estas instituciones, cuando no abusos sexuales”.

Otra voz consultada por esta revista, sentencia que “con el tiempo algunos de estos grupos se han erigido en sus comportamientos como auténticas sectas abusivas, con el beneplácito de obispos que ejercían de algo más que padrinos, en tanto que aportaban muchas vocaciones y dinero a sus arcas”. “‘Por sus frutos los reconoceréis’: los amargos eran sistemáticamente escondidos”, deja caer este mismo eclesiástico que llega a calificar a estos prelados de “promotores ideológicos y palmeros”.

Una de las víctimas que ha denunciado con más vehemencia, las prácticas del Sodalicio, Martín Scheuch, llegó a asegurar que  “una de las ideas principales con las que surgió era que sus miembros debían practicar la obediencia absoluta en cuanto a horarios, actividades, lecturas, forma de vestir e incluso estudios profesionales”. De hecho, el propio Figari solía repetir una frase que permite hacerse una idea de hasta dónde llegaba el abuso de poder y de conciencia, que era la antesala del abuso sexual: “El que obedece nunca se equivoca”. De hecho, quienes han seguido de cerca la trayectoria del universo sodálite, defienden que la Fraternidad Mariana de la Reconciliación “era una copia en femenino del Sodalicio”.

Rocío Figueroa, que formó parte del grupo de mujeres consagradas ahora disuelto, comentó recientemente que este concepto “falso” de obediencia era  “superpeligroso” porque hacía que uno “perdiera su capacidad crítica” y así “los superiores podían mandar cualquier estupidez”. Incluso llegó a desvelar que Germán Doig, el que fuera vicario General del Sodalicio que murió en olor de santidad y cuya causa de canonización llegó a ser promovida, abusó sexualmente de ella mientras realizaban ejercicios de yoga: “Nos dijo que nos habíamos unido a las fraternas porque éramos feas y no teníamos otra opción”.

Elise Ann Allen, periodista del diario digital Crux Now y que también perteneció a este grupo femenino, ha recopilado algunos de los testimonios de estas mujeres, como el caso de Gianna. Cuando tenía 19 años y acababa de terminar la formación, recuerda que “Figari entraba en nuestra casa comunitaria declarando que olía a pecado y golpeaba a cada una de las hermanas, una por una, dedicándoles humillaciones de todo tipo”.

Los testimonios no acaban aquí. Otra consagrada, Fernanda Duque, afirma que fue agredida sexualmente por un miembro del Sodalicio, Raúl Masseur. Cuando lo denunció ante sus superioras, ellas “lo encubrieron y le dijeron que se olvidara del asunto”. El trauma reprimido le provocó una serie de problemas de salud ahora ya crónicos. Andrea Valdettaro, por su parte, detalla que “en la mesa siempre acabábamos con conversaciones sucias acerca de alguna hermana, bajo el nombre de corrección fraterna”. “Como hacen todas las sectas -detalla otra fraterna anónima-, nos destruían la autoestima, para que estuviéramos más dispuestas a seguir sus reglas, tantas veces arbitrarias”.

Los relatos de otras fraternas que abandonaron la comunidad hablan de que se las sometía a un exceso de trabajo y que se las empujaba a extremos físicos con regímenes de ejercicio intensos, bajo la excusa de ser mujeres “duras y recias”. “Pelagianismo en estado puro”, remarca una de las fuentes consultadas por ‘Vida Nueva’, que han conocido de primera mano el sufrimiento que han padecido y que en los llevaba incluso a permanecer constantemente enfermas e incluso desarrollaban graves problemas de salud que se ignoraban o se minimizaban. Es el caso de Marta, que desarrolló una arritmia que, como ella misma comparte, su superiora se negó a tratar o incluso a permitir pruebas de diagnóstico, con el argumento de que no podían pagarlas. “En paralelo a esta austeridad mal entendida y ejecutada Figari y su entorno, como el padre Baertl, nadaban en la abundancia”, remarca otro testimonio cercano al Sodalicio. En esta misma línea, otras ex fraternas han subrayado que la depresión y la ansiedad estaban muy extendidas no solo entre ellas, sino también en las otras comunidades que fundó Figari.

Según la periodista Elise Ann Allen, “al menos la mitad de los exmiembros con los que habló Crux dijeron que los enviaron a ver solo psicólogos internos, aprobados por el Sodalicio o la Fraternidad, y que casi de inmediato los medicaron. Son mujeres que recibieron un diagnóstico incorrecto o les dieron los medicamentos equivocados, lo que finalmente complicó su condición y causó más problemas”.

Como también afirmó el ex sodálite Martín Scheuch, “cuando Fernanda Duque denunció su violación ante la fraterna Cecilia Collazos, ésta solo propuso que el agresor no tuviera más contacto con las fraternas”.  “Estábamos aisladas de nuestras familias y se nos prohibía regresar incluso para eventos importantes de la vida, como bodas y funerales”, remarca esta víctima. Este aislamiento causó tensiones familiares que existen hasta el día de hoy. Así lo confiesan otras mujeres: “A menudo no se nos concedía permiso para estudiar, aunque las chicas preferidas, las de familias ricas, tenían más probabilidades de poder inscribirse en cursos académicos”.

Samantha, otra ex fraterna, dijo que las adolescentes o adultas muy jóvenes eran sometidas a “pruebas de dureza tirándoles cera caliente de una vela sobre la piel. Si no cumplían con una tarea que se les había asignado, se les obligaba a beber un vaso de agua salada o aceite”.

“La Fraternidad Mariana de la Reconciliación, como los otros entes fundados por Figari, funcionó como una secta destructiva”, sentencia otra persona que ha seguido toda la trayectoria del universo sodálite. “En ella se aplicaron las técnicas de control mental (modelo BITE) reconocidas en el ámbito de la psicología actual: Behavior Control, Information Control, Thought Control, Emotional Control”, comenta este especialista en abusos. Así, explica que uno de los elementos destacados en el modelo BITE es el control de la información, particularmente aquella información personal privilegiada como es la referente a la salud física o psicológica. “La distinción entre fuero interno y externo se volvió inexistente en la Fraternidad”, asegura.

A la par, señala cómo “el control rígido de la conducta diaria llega hasta los pormenores, lo cual permite a los superiores todo tipo de atropellos entre los súbditos, mermando en estos progresivamente su capacidad de reacción”. “Todo ello -prosigue en su reflexión-, junto al control del pensamiento y al control emocional (limitar los sentimientos y afectos; hacer que la persona sienta que los errores son siempre culpa suya y nunca del líder o de la organización; excesivo uso de la culpa y del miedo, confesión publica de faltas o pecados y creación de fobias) lleva al quiebre de la estructura psicológica del adepto”.

A la luz de esta cuestión, en 2015 declaró una ex fraterna que “ya sabíamos que éramos una secta y que los altos mandos viajaron a Roma para entregar un dossier sobre la problemática cultura interna de la familia sodálite”. En su relato, recuerda que se reunieron con los responsables del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, pero “nunca hubo seguimiento ni respuesta”.

Lo cierto es que no hasta que se puso en marcha la llamada ‘misión especial Scicluna – Bertomeu’ enviada por Francisco al Sodalicio en julio de 2023, cuando se dio un giro al caso Sodalicio. El Papa reaccionaba después de recibir en una audiencia privada a la periodista Pao Ugaz, en noviembre de 2022. Fue el principio del fin para la supresión de los cuatro institutos fundados por Figari que pilota ahora el catalán Jordi Bertomeu.

Un paso al frente que se da tras más de un año de escuchas de denuncias contra el Sodalicio y valoración de las defensas que presentaban los acusados durante la investigación previa. De la misma manera, se llevaron a cabo, tal y como ha podido atestiguar esta revista, ataques mediáticos para desacreditar a la misión, incluso judiciales en el caso del comisario pontificio, Jordi Bertomeu, que fue enviado a Perú con protección diplomática.

“En este intento de frenar en seco la investigación realizada y las medidas que ya estaban en marcha, intervinieron con dos sodálites, Giuliana Caccia y Sebastián Blanco  -“nos quieren excomulgar” llegaron a decir presentándose como supuestas víctimas-, escenificando un espectáculo que habría contado, al parecer, con la ayuda de un abogado reconocido y respaldados por la difamación sistemática del pseudo periodista Alejandro Bermúdez”, denuncia una de las fuentes con la que ha conversado ‘Vida Nueva’.

Es así como se generó lo que este clérigo consultado describe como “un escándalo suscitado entre el pueblo de Dios al saber que la familia sodálite gracias a Jaime Baertl, sacerdote perteneciente al Sodalicio y sus afines logró un patrimonio ingente”. De hecho, esta misma voz eclesiástica calcula que se habría logrado un patrimonio de más de mil millones de dólares, creado con acciones supuestamente delictivas al amparo del Concordato Peruano de 1980.

Con este panorama de fondo, se afronta un periplo único en la historia reciente de la Iglesia. “Los mismos obispos peruanos están perplejos de la decisión y valentía de Francisco y de su equipo vaticano anticorrupción formado por el arzobispo Scicluna y Jordi Bertomeu”, señalan desde el entorno de la Curia del país andino. Es más, el jesuita Alfredo Vizcarra, el pasado 21 de febrero declaraba en una entrevista con admiración, que “Bertomeu es un hombre de fe y está haciendo un trabajo excelente, tanto con el Sodalicio como con los obispos”.

Con la falta de carisma original y los abusos como causa de su supresión, sorprendentemente, en enero pasado, algunos miembros del Sodalicio filtraron que el Papa había decretado el cierre y, con ellos, el resto de grupos fundados por Figari. Y lo dejaban al descubierto desde Aparecida, Brasil, donde estaban reunidos en Asamblea General con el cardenal jesuita Gianfranco Ghirlanda, preparando una refundación que se ha tornado en imposible.

La causa de una decisión tan drástica, inusual en la Iglesia, es doble, según se lee ahora en el decreto de supresión de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación: la falta de carisma fundacional en Figari y la estructura abusiva sectaria de la Fraternidad, que tantas víctimas ha provocado.

Hasta la fecha, y a pesar de los intentos de ‘Vida Nueva’ por dar a conocer el documento, el Sodalicio no ha dado a conocer aún su decreto de supresión. Firmado por Sor Simona Brambilla, prefecta y por el Papa Francisco, quien lo aprobó en forma específica, necesita ser intimado para que la supresión sea efectiva y pueda procederse a la liquidación de los pocos bienes que no han podido birlar al Vaticano. Tampoco las Siervas o el Movimiento de Vida Cristiana.


Este es el motivo, según ha podido saber esta revista, por el que han pasado más de dos meses hasta la notificación del decreto a la superiora general de la Fraternidad. “Este paso no podía darse sin aclarar previamente aspectos administrativos muy complejos”, explican desde Roma. En cambio, el comunicado de esta semana de las Fraternas desvela por fin en modo oficial lo ocurrido con uno de los entes fundados por Figari.

En el comunicado facilitado por el extinto grupo femenino creado por Figari, las ahora ex Fraternas insisten que la decisión del Papa de suprimirlas -no obstante su motivación más que justificada-, “les causa dolor”, aunque la “acogen con docilidad y obediencia filial”. Del tono se puede desprender que no parecen entender aún la decisión tomada por Francisco. En cualquier caso, han sido muchos años de pertenencia a “un sistema sectario, con prácticas abusivas reproducidas al interior de nuestra comunidad’” como confiesan ahora las ex fraternas.

Por ello, una primera tarea del comisario apostólico que les ha designado el Papa será la de “ayudarles a desintoxicarse del abuso psicológico y de conciencia sufrido, para ir ganando progresivamente en libertad interna”, según expone a ‘Vida Nueva’ una especialista en acompañamiento a víctimas. Al parecer,  Bertomeu ha sorprendido a las consagradas por usar un lenguaje espiritual alejado de la frialdad de las categorías jurídicas, frente al que testigos han llegado a definir como “difícil encuentro-trampa que los sodálites le prepararon en su parroquia de Camacho, Lima, el domingo 2 de febrero pasado”.

Frente a estas situaciones de tensión, algunos de los presentes aprecian “la extrema delicadeza y generosidad” del oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. “No solo fue amable y cordial dentro de la claridad de sus planteamientos”, subrayan, para asegurar justo después: “Con asertividad, pidió a los presentes, enfadados por la decisión del Papa, ‘presentar al Señor los barreños llenos del agua sucia de sus infidelidades, miedos y pecados más inconfesables y, como en Caná, descubrir que el secreto del cristiano es saber que con Jesús, después del fracaso, siempre nos espera después el vino incomparablemente mejor’”.

Ahora, después de viajar en las últimas semanas por varios países de Latinoamérica y Asia para ir solucionando problemas prácticos que plantea esta supresión en lugares donde había comunidades de la Fraternidad, en el comunicado publicado el propio Bertomeu expresa que “la Iglesia valora infinitamente la consagración de cada una de vosotras y (una vez purificada) desea custodiarla de la mejor manera posible”.

En esa misma nota elaborada por el Instituto ahora suprimido, también se detalla que el comisario apostólico plenipotenciario ha constituido un equipo para la liquidación de los bienes de la Fraternidad. Con ellos, siempre según las fuentes consultadas por ‘Vida Nueva’, se busca hacer frente a las indemnizaciones de las víctimas y a la necesaria ayuda que deberán recibir las ya ex fraternas para su inserción en la sociedad civil.

Al frente están la ex superiora general Luciane Urban, que ejercerá a partir de ahora como delegada Asistente en los acompañamientos personales a las hermanas; así como Florencia Silva, ex ecónoma y desde ahora delegada asistente para los asuntos administrativos y para la transición de los proyectos.

Con estos nombramientos se desmienten además las ‘fake news’ publicadas en algunos medios que llegaron a asegurar que Bertomeu había puesto en marcha un equipo con un abogado español que asesora al Arzobispado de Lima quien, presuntamente, estaría involucrado en la corrupción de la antigua CiU. “Se trata de un nuevo intento de desacreditar, no solo al comisario pontificio, sino al propio Papa desde la intoxicación, a sabiendas de que la Santa Sede no va a entrar en estos juegos ni va a pedir rectificaciones ni se va a querellar ante estas difamaciones”, se lamentan las fuentes consultadas, que dan por hecho “una campaña orquestada por grupos mediáticos ultracátolicos que están respaldados por entes farisaicas no van a parar, porque saben que se les agota el tiempo”.

Lo cierto es que la supresión del Sodalicio de Vida Cristiana que se concreta en estos días en la desaparición de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación parece marcar un antes y un después sobre cómo la Santa Sede ataja la crisis generada por algunas plataforma que, bajo una apariencia de un nuevo carisma, en realidad funcionan como grupúsculos que no pueden ser considerados eclesiales.

“Con la supresión de la Fraternidad termina una experiencia eclesial que no debiera haber nacido y menos aún volver a repetirse. Ello, con independencia de la bondad y rectitud de intención de la mayor parte de sus miembros, víctimas a su vez de la organización sectaria a la que pertenecían”, meditan desde Roma al respecto para esta revista.

Esas mismas voces vaticanas expresan un deseo: “Ojalá la Iglesia examinara con atención algunos comportamientos muy preocupantes que observa en otros institutos religiosos y movimientos eclesiales de la ‘primavera eclesial’ y, de ser necesario, también los suprimiera antes de que el daño fuera irreparable”.

No podemos permitir más parcheos, reformateos a medias o scamotages a la justicia”, asevera a continuación, para añadir que  “la Iglesia no puede tolerar más que tantas de sus adultas vulnerables sean sistemáticamente abusadas sin que nadie haga nada”. En este sentido, reclama que ‘la misión Scicluna-Bertomeu’ “debería ir más allá para no ser un trabajo especial y aislado, sino configurar una estructura permanente para investigar a fondo unas plataformas que no son una excepción en la Iglesia”.  “No es de recibo que el Papa Francisco y aquellos que luchan contra la corrupción eclesial, en este caso Bertomeu, deban sufrir en soledad, casi a diario, los brutales ataques contra su buena fama”, explica otra de las fuentes consultadas, que remata su opinión: “Tanto impudor y desfachatez impune debe ser expuesto y acabar”.

Por José Beltrán. Publicado en Vida Nueva

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