Llamados a la acción frente a la explotación laboral infantil

En su primera audiencia general del año, el Papa Francisco hizo un llamado a la comunidad mundial a erradicar el trabajo infantil, instando a que "no podemos permanecer indiferentes, no podemos aceptar que a los pequeños hermanos y hermanas, en lugar de ser amados y protegidos, se les arrebate su infancia, sus sueños". 

Si bien casi todos los países del mundo se han comprometido a prohibir y luchar contra el trabajo infantil, este persiste debido a factores sistémicos profundamente arraigados: a saber, la demanda de producción barata y rápida y la impunidad de las corporaciones que se lucran con las comunidades vulnerables. Al menos 160 millones de niños en todo el mundo son explotados mediante el trabajo infantil, una crisis que sigue afectando a las personas más vulnerables. La llamada del Papa a la acción global es un llamamiento urgente al servicio, que nos exige defender la justicia y la dignidad de cada niño.


El trabajo infantil no se da en casos aislados, sino en sistemas globales masivos y organizados. Los gigantes corporativos se aprovechan de los abusos laborales en las cadenas de suministro y la manufactura.  Las tendencias aceleradas impulsadas por algoritmos incentivan a gigantes de la moda rápida como  Shein y  Temu a recortar gastos y adoptar modelos de producción más rápidos. 

Más allá de la moda, empresas como HelloFresh —la mayor empresa de kits de comida de EE. UU.— prometen comodidad mientras supuestamente dependen de la mano de obra de niños migrantes. El verdadero coste de las compras baratas y fáciles reside en el sufrimiento de millones de personas, incluyendo a los niños trabajadores, en cada etapa de la producción de industrias que afectan nuestra vida diaria. 

Según la Organización Internacional del Trabajo, la mayor parte del trabajo infantil se concentra en la agricultura, incluyendo la cosecha para la producción textilla silvicultura, la ganadería y la pesca. Los niños suelen ser víctimas de explotación, ya que tienen menos probabilidades de resistirse a ella. En las familias que luchan por sobrevivir al hambre y la pobreza, se espera que los niños trabajen para contribuir al ingreso familiar.

Tampoco podemos sustraernos a esta ecuación. Cuando consumimos casi cualquier cosa, desde la ropa que vestimos hasta la comida que comemos, participamos en una economía rota que depende del sufrimiento humano. El consumo excesivo ha creado una sociedad donde la riqueza supera la dignidad humana. Nuestra respuesta debe ser la contraria. Tenemos la responsabilidad colectiva de cambiarlo.

Pero actualmente, las corporaciones gozan de gran impunidad. Incluso cuando existen leyes que regulan las prácticas laborales, las deficiencias en su aplicación y supervisión dificultan la rendición de cuentas de los infractores. Como comunidades, debemos exigir más a nuestros gobiernos para fortalecer las políticas existentes e implementar acciones concretas para hacer cumplir los derechos de los niños. Como consumidores, debemos reconocer el poder de nuestras decisiones. Podemos desvincularnos de la cultura del consumo excesivo y comprometernos a comprar de forma más consciente y ética. No tenemos que ser perfectos, pero nuestras decisiones pueden transmitir un mensaje: la vida de un niño es más importante que satisfacer nuestras necesidades materiales al menor coste posible.

Sin embargo, retirar el apoyo a las empresas explotadoras no debe ser el fin de nuestras acciones. Debemos abordar el trabajo infantil en cada etapa, abordando sus causas profundas y brindando apoyo a las víctimas. El Papa Francisco nos pide que atendamos a los niños que son víctimas de explotación y marginación. Los niños se ven obligados a vivir al margen de la sociedad por la pobreza, los conflictos, la exclusión social, las crisis ambientales y la injusticia de género. Se les priva de la oportunidad de ir a la escuela y disfrutar de una infancia segura y saludable.

Del mismo modo, los sobrevivientes de la explotación laboral, si se les deja sin los cuidados necesarios para sanar y crecer, pueden seguir siendo blanco de traficantes y abusadores. Los niños, especialmente, necesitan atención integral e información por los sobrevivientes para abordar el trauma que han experimentado. Deben tener la oportunidad de seguir estudiando y crecer, de sentir el amor de una familia y una comunidad en la que pueden mantenerse a salvo de mayores daños.


Abordar las vulnerabilidades que ponen en riesgo a los niños
está bajo nuestra responsabilidad. No podemos estar satisfechos con un mundo en el que las corporaciones y los individuos poderosos acumulan cantidades obscenas de riqueza mientras las comunidades marginadas se ven obligadas a la desesperación y el sufrimiento. Tenemos el poder de aliviar la pobreza. Tenemos el poder de garantizar la atención a las víctimas de las crisis mundiales. Y todos podemos luchar por un mundo libre de injusticias y abusos.

Los millones de personas afectadas por la explotación necesitan la acción de los miles de millones de personas que tienen la capacidad de ayudar. La doctrina social de la Iglesia enfatiza nuestro papel en la defensa de la sacralidad de la vida y la dignidad del trabajo. Las acciones concretas pueden comenzar con pequeñas acciones: use su voz y sus redes para concienciar sobre el problema del trabajo infantil. Utilice plataformas para ayudar a realizar compras éticas. Contacte a sus representantes políticos para exigir responsabilidades y acciones urgentes contra las empresas explotadoras. Cada paso nos acerca a la visión de la Iglesia de una sociedad justa, donde todos puedan prosperar con dignidad.

La llamada del Papa a erradicar el trabajo infantil llega en un momento crítico para la defensa de los derechos humanos. Nuestro mundo vive en un estado de crisis e inestabilidad, donde la guerra, el cambio climático y el desplazamiento amenazan a muchos. Podemos sentirnos impotentes ante la oleada de injusticia y crueldad. Pero debemos reconocer lo que está en juego.

El Papa Francisco condenó la economía del trabajo infantil como una que "consume nuestra mayor reserva de esperanza y amor". Esto es lo que está en juego. Por eso estamos llamados a servir. Y por eso debemos actuar ahora, de todas las maneras posibles.

Por Krisha Mae Cabrera. Traducido del National Catholic Reporter

Comentarios

Entradas populares