La empatía, gran fortaleza
Los cristianos de todas las tendencias políticas deberían tomar nota de algo que dijo Elon Musk en una entrevista reciente. Al defender los recortes a diversos programas gubernamentales y esfuerzos humanitarios, Musk le dijo a Joe Rogan que «la debilidad fundamental de la civilización occidental es la empatía».
¿Ha declarado la guerra a la contribución más significativa del cristianismo a la cultura occidental? ¿Acaso no se da cuenta de que la empatía es una de las mayores fortalezas de la civilización occidental? ¿Algún cristiano partidario de la administración criticará públicamente una afirmación tan descabellada?
Lo que Musk y Trump parecen no comprender es que quizá no haya mayor fuerza para el bien en el mundo moderno que el compromiso cristiano milenario con la empatía. Ser empático es imaginarse en la situación del otro; ser empático es sentir el sufrimiento ajeno; ser empático es responder a ese sufrimiento con acciones concretas.
Desde la llegada del cristianismo, la empatía ha impulsado innovaciones notables y progreso social. La empatía cristiana condujo a la creación de los primeros hospitales del mundo. Con el tiempo, la empatía cristiana condujo a la abolición de la esclavitud. La empatía cristiana propició la creación de instituciones que atienden a ancianos y huérfanos.
Estos avances no surgieron de la nada; fueron la aplicación práctica de la convicción teológica cristiana de que todos los seres humanos son creados a imagen de Dios. Este mismo principio teológico cristiano proporcionó la semilla ancestral que germinaría en la era moderna en forma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el movimiento por los derechos civiles y la movilización por la igualdad de género.
¿Por qué los cristianos siempre han considerado la empatía una virtud? Lo hacen porque Cristo fue un ejemplo perfecto de empatía. La doctrina de la Encarnación —Dios haciéndose humano en Jesús para nuestra salvación— representa el acto supremo de empatía. Pero no es solo para Jesús; Él también exige empatía a Sus seguidores. En Mateo 22, Jesús declara que el mandamiento de amar al prójimo es el segundo mandamiento después del de amar a Dios. Y, en Lucas 10, presenta la parábola del Buen Samaritano como paradigma del servicio al prójimo (el héroe de la historia atiende las necesidades de un enemigo religioso y cultural).
Más que una señal de debilidad, los cristianos siempre han entendido la empatía como un signo de gran fortaleza. Desde la época de Constantino (m. 337), las iniciativas impulsadas por la empatía han fortalecido la civilización occidental. Además de la creación de redes de seguridad patrocinadas por el gobierno, las sociedades cristianas de la Antigüedad tardía, la Edad Media y la Edad Moderna temprana se beneficiaron de la legislación empática de otras maneras. Esto se debe a que la empatía crea vínculos de obligación y cuidado recíproco que forman la base de las sociedades sólidas. La empatía genera respeto mutuo, que a su vez sienta las bases de la justicia, el progreso y el desarrollo humano.
Desde una perspectiva cristiana, la debilidad de la civilización occidental se encuentra más apropiadamente en su egocentrismo, materialismo e individualismo, todo lo cual refleja la ausencia de empatía. Donde falta empatía, florecen la explotación, la división y la deshumanización. Una civilización que se basa únicamente en el interés propio carecerá del fundamento moral necesario para la sostenibilidad y el progreso genuino.
¿Por qué Musk no ve la bondad inherente en la virtud cristiana de la empatía? ¿Es porque la empatía no puede ser replicada por máquinas o algoritmos? A medida que la tecnología avanza, la empatía se volverá aún más valiosa precisamente porque no se puede replicar artificialmente. Nuestra capacidad de entendernos y cuidarnos unos a otros puede ser lo que preserve nuestra humanidad. Puede que sea lo que más nos marca como imagen vivade Dios.
Las personas razonables pueden y deben tener una discusión animada sobre qué programas humanitarios y de ayuda constituyen un uso efectivo del dinero de los impuestos. Pero es teológica y empíricamente erróneo afirmar que la empatía es una debilidad. Redunda en nuestro interés colectivo aplicar actuaciones basadas en la virtud de la empatía. Y ningún cristiano debe ser engañado para que piense de otra manera.
Por George Demacopoulus. Traducido de Public Orthodoxy
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