Abrirse de para en par

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y feliz Navidad!

Quería abrir de par en par la Puerta, hoy, aquí. Abrí el primero en San Pietro, el segundo es tuyo. Es un hermoso gesto abrirse de par en par, abrirse: abrir las puertas. Pero lo más importante es lo que significa: es abrir tu corazón. Corazones abiertos. Y esto es lo que hace la hermandad. Los corazones cerrados, los duros, no ayudan a vivir. Por eso, la gracia de un jubileo es ensanchar, abrir y, sobre todo, abrir los corazones a la esperanza. La esperanza no defrauda, ¡nunca! Piensa detenidamente en esto. Yo también lo creo, porque en los malos momentos uno piensa que todo se acabó, que nada se puede resolver. Pero la esperanza nunca decepciona.

Me gusta pensar en la esperanza como el ancla que está en la orilla y nosotros estamos allí con la cuerda, seguros, porque nuestra esperanza es como el ancla en tierra firme. No pierdas la esperanza. Este es el mensaje que quiero daros; a todos, a todos nosotros. Soy el primero. Todos. No pierdas la esperanza. La esperanza nunca decepciona. Nunca. A veces la cuerda es dura y nos duelen las manos... pero con la cuerda, siempre con la cuerda en la mano, mirando a la orilla, el ancla nos lleva hacia adelante. Siempre hay algo bueno, siempre hay algo que nos hace seguir adelante.


La cuerda en la mano y, en segundo lugar, las ventanas de par en par, las puertas de par en par. Especialmente la puerta del corazón. Cuando el corazón está cerrado se vuelve duro como una piedra; se olvida de la ternura. Incluso en las situaciones más difíciles - cada uno de nosotros tiene la nuestra, más fácil, más difícil, pienso en vosotros - tened siempre el corazón abierto; el corazón, que es precisamente lo que nos hace hermanos. Abre de par en par las puertas del corazón. Todo el mundo sabe cómo hacerlo. Todo el mundo sabe dónde está cerrada o medio cerrada la puerta. Todo el mundo lo sabe.

Dos cosas te digo. Primero: la cuerda en la mano, con el ancla de la esperanza. Segundo: abrir de par en par las puertas del corazón. Éste lo hemos abierto de par en par, pero este es un símbolo de la puerta de nuestro corazón.

Os deseo un gran jubileo. Les deseo mucha paz, mucha paz. Y todos los días rezo por vosotros. De verdad. No es una figura retórica. Pienso en vosotros y rezo por vosotros. Y rezad por mí. Gracias.

Homilía del papa Francisco en una cárcel de Italia

Este jueves 26 de diciembre, el papa Francisco ha abierto la Puerta Santa en la Casa Circondariale de Rebibbia, un acto cargado de simbolismo que ha representado un llamamiento a la misericordia y al reconocimiento de la dignidad de todos los individuos, incluso aquellos que han cometido errores. Así lo ha contado el padre Lucio Boldrin, capellán de Rebibbia y delegado regional para las cárceles del Lazio.

Para el padre Boldrin, la noticia de que la Puerta Santa ha sido abierta en la cárcel de Rebibbia ha sido motivo de inmensa alegría para los capellanes, los reclusos y hasta el personal penitenciario. Aunque la ceremonia ha tenido restricciones de asistencia por cuestiones de seguridad y espacio, se espera que tenga un profundo impacto en la comunidad carcelaria. “Este gesto del Papa ha reforzado en nosotros la convicción de que, incluso en medio de tantas dificultades, la esperanza sigue viva”, ha afirmado el padre Boldrin. “Ha sido una invitación a mirar más allá de los errores cometidos, recordando que el perdón y la rehabilitación son posibles”.

La preparación para este evento ha incluido la renovación de la iglesia central de Rebibbia, cerrada durante cuatro años, y su reapertura el 17 de diciembre. “Hemos sensibilizado a los presos sobre el significado de este acontecimiento, sin haber creado falsas ilusiones sobre la participación directa”, ha explicado el padre Boldrin.

El capellán espera que el papa Francisco hable sobre temas como el indulto, una posible esperanza para presos con condenas menores a tres años. Asimismo, ha deseado que las autoridades presentes hayan comprendido que “un preso no es solo un número ni su delito, sino una persona que merece respeto y oportunidades. El papa Francisco ha demostrado, una vez más, que no se olvida de los que están marginados”, ha señalado el padre Boldrin. “Esperamos que sus palabras hayan sido un faro para los reclusos, quienes anhelan no solo justicia, sino también misericordia”.

La relación de los reclusos con la fe ha sido diversa, ya que la población carcelaria ha incluido católicos, musulmanes, protestantes, testigos de Jehová y no creyentes. Según el padre Boldrin, la fe ha sido un elemento importante incluso para los no practicantes, como lo ha evidenciado un recluso musulmán que, durante una misa, ha reflexionado sobre la violencia generacional en Oriente Medio. “La fe en la cárcel no es algo impuesto, sino un refugio para muchos”, ha comentado Boldrin. “Hemos visto cómo incluso quienes no tenían ninguna conexión con la religión han comenzado a buscar un sentido más profundo a su vida tras las rejas”.

El mayor desafío, según el capellán, ha sido mantener viva la esperanza en un entorno donde el aumento de jóvenes presos y las sentencias perpetuas han dificultado la motivación. Sin embargo, ha encontrado consuelo en las palabras del papa Francisco, quien ha recalcado que “quien está pagando su pena no está lejos de la mirada de Dios”. Por otro lado, su mayor alegría ha sido haber visto a los presos reintegrarse a la sociedad, como ha sucedido a través del proyecto “Segunda Oportunidad” en Italia. Este programa, liderado por  la periodista Flavia Filippi, ha facilitado la inserción laboral de reclusos, transformando sus vidas y dándoles una nueva esperanza: “Ver a un preso recuperar su libertad y, más importante aún, su dignidad, es algo que no tiene precio. Ha sido el recordatorio de que cada vida puede ser renovada”.

Por Clara Fernández. Publicado en Vida Nueva

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