Dios también está aquí

«Es una gracia de Dios ver que hay mucha gente en las calles dispuesta a ponerse al servicio de otras personas», cuenta a Alfa y Omega Carmen Félix. Ella es una voluntaria de Valencia capital que, acompañada de sus sobrinos y algunos amigos, lleva ayudando a limpiar Catarroja desde el día siguiente a que la DANA la golpeara.

Seis días después de la catástrofe, «el pueblo sigue devastado por el temporal». Félix detalla que «en la calles hay zonas donde aún queda un metro de barrio como mínimo, y eso que llevamos varios días sacando». Tras realizar las primeras labores en las casas «estamos pasando a las farmacias, clínicas y bancos». Y señala que, cuando ya ha pasado una semana de la inundación, «ayer entramos en una inmobiliaria donde el barro estaba seco y solo conseguimos limpiar la mitad». Pide limpiadoras de agua a presión para seguir retirando el material endurecido, bombas de achique y maquinaria pesada. Y agradece que «ayer en este pueblo concreto había un montón de autoridades, bomberos, policías, jardineros de Castellón colaborando y se veía mucho más movimiento de expertos.

Carmen Félix narra cómo, durante estos días, ella y su grupo «íbamos por las calles y en algunas paredes pudimos pintar con el barro “Dios también está aquí”». Un mensaje con el que quiere subrayar que «entre tanto desastre, queda la esperanza». Y aportar «la energía y la alegría para poder seguir adelante».

La valenciana cuenta además que la iglesia del pueblo «está llena de voluntarios y camiones llegando para dejar comida». Y recuerda cómo durante los primeros días del desastre «había muchos jóvenes y se celebró una Misa con los bancos fuera». Finalmente, recalca cómo ha evolucionado favorablemente la situación en este municipio, pues según recibió el impacto de la DANA, «íbamos allí con productos y la gente, con mucha necesidad, cuando te veía con algo te lo pedía». Hoy, por fortuna, «son ellos los que te dan comida y agua porque es su manera de ser agradecidos». Aunque recalca que «son unas gracias que no hace falta dar».

Por Rodrigo Moreno Quicios. Publicado en Alfa y Omega

«A veces nos gustaría una respuesta fácil para saber dónde está Dios cuando pasan estas cosas, pero nuestra relación con Él no es algo mágico. Dios no está mirando ausente lo que ha pasado en la DANA. Él nos da una respuesta viva desde la fe, una respuesta que hay que descubrir y pedir», afirma José Antúnez, profesor de Antropología y Ética de la Universidad San Dámaso.

El del lugar de Dios en medio de catástrofes como la que se está viviendo estos días en buena parte de España no es un problema nuevo dentro de la teología. El terremoto de Lisboa de 1755, que causó cerca de 100.000 muertes, provocó un vivo debate filosófico y teológico en el que entraron los principales intelectuales de aquel tiempo y del que se pueden sacar conclusiones en nuestro contexto.

«Rousseau defendió a Dios diciendo que la culpa no era Suya, sino de los hombres y de su poca previsión a la hora de edificar en ese tiempo. Kant se aproximó al debate de una forma más fría, atendiendo sobre todo a las causas naturales de la catástrofe», explica el profesor Antúnez. Por su parte, la reacción más sorprendente fue la Voltaire, conocido por su anticlericalismo, que «escribió un poema en el que se abrió a Dios como única fuente de esperanza, sugiriendo la idea de que Él cuida de cada uno en toda circunstancia, aunque a veces no lo podamos ver ni entender», señala.

En lo relativo a la DANA que ya ha causado más de un centenar de víctimas e incontables desaparecidos en España, Antúnez reconoce que «un acontecimiento así nos golpea muchísimo, porque cada persona es un universo y tiene un valor infinito. Y como no lo entendemos, inevitablemente nos tenemos que hacer preguntas».

En este sentido, en cuanto a las víctimas mortales transmite «la esperanza de que Dios las abraza con Su Muerte y Resurrección, aunque ahora no podamos entender nada». «Dios incluso comprende la indignación que nos pueden causar estos hechos», añade. Pero anima a «no separarnos de la Iglesia y de Jesús», para poder experimentar «la paz que en medio de todo esto solo puede dar Dios».

El profesor de San Dámaso habla incluso de «apostar por un Dios que se acerca» aun en la calamidad, «más allá de nuestra capacidad lógica»; algo que en realidad está en consonancia «con la misma cruz de Jesús». Por eso, «aunque no tengamos seguridades, el que va más allá de la razón puede encontrarse a Dios en medio del dolor. Hay personas que, sin culpa alguna, no pueden dar este paso, pero los creyentes no podemos dejar de proponerlo». De ahí que «si vives todo esto desde la cruz tu corazón crece y ese mismo dolor te llevará a comprender el de los hermanos e incluso el de Dios cuando pasan hechos como los de estos días», concluye.

Por Juan Luis Vázquez Díaz- Mayordomo. Publicado en Alfa y Omega

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