María, camina con nosotros hasta que todos seamos libres

Mientras celebramos la fiesta de Nuestra Madre y patrona, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre (8 de septiembre), recordamos cómo la veneraban nuestros mambises. Incluso hoy en día, la mayoría de los cubanos continúan honrándola con profundo respeto, devoción y afecto. Ella ha estado y sigue estando presente en nuestras luchas, animándonos siempre, como una madre fiel, a no perder la confianza en su Hijo amado.

Este amor a Nuestra Madre no se limita a nuestra isla; Su presencia se siente en todo el mundo. Aunque se la conoce con diferentes títulos, es la misma Madre que acoge y protege a todos sus hijos, especialmente a los que más sufren.

Durante la novena en su honor, mi corazón se vuelve hacia tres grupos de personas que han soportado años bajo dictaduras. Uno se ha levantado con una fuerza contenida desde hace mucho tiempo, y sus gritos de libertad provienen del coraje y de la firme decisión de luchar por su independencia. Admiro esta tenacidad y pido a la Virgen que los acompañe, para que la verdad siga triunfando, mientras el mundo observa las pruebas innegables de su lucha. Mi oración por ti, querida Venezuela: No te desanimes, porque estás a punto de recobrar la libertad que te fue arrebatada. Pido humildemente perdón por aquellos cubanos que han contribuido a su sufrimiento, engañándolos y tratando de mantener el yugo que los oprime. Serás libre, porque es tu derecho y el regalo más grande que Dios ha dado a la humanidad desde la creación.

Nicaragua también está en mis oraciones y en mi corazón, víctima del egoísmo y de la ambición desmedida de poder, donde la represión va en aumento. Los que están en el poder continúan atacando la fe y los proyectos que trabajan para los desfavorecidos suspendiendo su estatus legal. Nuestros hermanos y hermanas se enfrentan a la incertidumbre y la inseguridad, inseguros de si podrán regresar una vez que abandonen su país, temerosos por su seguridad y por la pérdida de su nacionalidad. También por ustedes, querido pueblo nicaragüense, les ofrezco mi oración constante: que se levanten de nuevo como una nación próspera, segura y libre para sus hijos. Confía en que recuperarás tu república.

Con mayor dolor, me dirijo a mi amada isla, mi propia sangre, y la veo cada día más indefensa, su voluntad de vivir disminuye. Siento un profundo dolor y vergüenza cuando miro la historia de Cuba: décadas de sufrimiento innecesario, promesas incumplidas, engaños e interminables rectificaciones de errores. Como si 65 años no fueran suficientes, ahora nos enfrentamos a otra promesa: que en cinco años nuestra economía mejorará. Me niego a vivir una mentira o a manipular a todo un pueblo. Me rompe el corazón vernos apaciguados con migajas y, lo peor de todo, vernos contentos con lo que cae de la mesa. No es justo ni sano ser cómplices de la injusticia por miedo o resignación.


Sufro como cubana cuando tengo que levantarme sin fuerzas, cuando la esperanza parece desvanecerse, cuando me digo a mí misma que no vale la pena, cuando siento tanta impotencia, tantas muertes innecesarias por hambre, falta de recursos y, lo que es peor, por negligencia. Nuestro dolor se ha vuelto tan profundo que dejamos de cuidarnos los unos a los otros. Duele el alma de cada cubano, de los que todavía creen que puede ser diferente, de los que se niegan a ser manipulados por pensar diferente, de los que sueñan con una Cuba nueva, libre y segura, llena de patria, sueños, logros, calidez y respeto, una Cuba pensante e inclusiva. Una Madre-Cuba, con espacio para todos sus hijos.

En la fiesta de nuestra querida Cachita, no puedo menos que dar gracias por tener a la misma Madre cuidando y esperando a cada uno de nuestros pueblos, una Madre que sostiene la fe de quienes la invocan. Por eso celebro la fiesta de María con esperanza, con súplica confiada, con el deseo de vivir y creer que ella no nos abandonará. Ella nos ayudará a comprender las palabras de su Hijo: "Haced lo que Él os diga", y nos ayudará a probar el vino que nos falta, el vino de la libertad, la justicia y la unidad como nación.

Cuba, Venezuela y Nicaragua: María nos protege, nos anima y nos devolverá la alegría. Le susurro con confianza: "En ti, María, pongo nuestra esperanza. Ustedes han acompañado nuestra historia; tú eres Madre, patria y libertad. Eres un refugio seguro, como toda buena madre. Defiéndenos de los males que nos azotan. Ayúdanos a poner fin al sufrimiento y camina con nosotros hasta que todos seamos libres, como Dios quiere. Que nuestros cielos ondeen banderas sin derramamiento de sangre, sin represión, niños desatados y con la conciencia de que todos somos hermanos bajo tu manto. Esto te pido, Madre; Abrazo tu ternura".

Por Nadieska Almeida. Traducido del Global Sisters Report

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