Salir a la Luz

Algo que aprendí en los Ejercicios Espirituales de Vida Ordinaria fue a hacer el Examen Diario: es una pausa que haces en el día que, dejando que Dios te mire con amor y te acompañe para escuchar qué llevas en el corazón, en el cuerpo y en la mente; de dónde vienen: momentos del día que lo detonaron, situaciones familiares o afectivas, hábitos que no ayudan, falta de oración, etc.; lo miras junto con Dios y Le escuchas también: «¿A qué me invitas con esto que me pasa / que pasa en mi entorno?»



Usualmente las personas no hacemos ese espacio: dejamos que se acumule la vida porque nos da la sensación de que no es importante mirar el interior en un mundo que gira alrededor de imágenes, apariencias, rapidez y estar siempre ‘ocupados’. O porque nos da miedo sentir que todo eso que llevamos dentro es una jaula y estamos condenados a sentirlo si no lo resolvemos o «superamos».

Pero a fin de cuentas: sigue ahí. Y no, no como un monstruo esperando que le abras para atacarte, es lo que Dios menos quiere que sintamos. Tampoco es como una auto-terapia barata que te haces para cuestionarte todo hasta llegar al punto de «¿¡Por qué soy así?!». Podemos verlo más bien como que van creciendo cosas dentro de cada una/uno porque estamos vivos, porque hay vida dentro de nosotros y que si, de vez en cuando, no les abrimos para que les dé el sol no veremos las plagas o las cizañas que crecen, ¡y tampoco veremos los frutos –porque los hay– que con nuestra vida se han dado! Y no olvidemos hacerlo de la mano del mejor jardinero: Jesús.

Y es que lo más misterioso y bello, es que, muchas veces, como el sol, solo es suficiente que Su luz toque las cosas para que se desinfecten, se sanen y crezcan más alto y más fuertes. Así que si quieres empezar a hacer el Examen o quieres retomarlo, no te angusties, solamente es dar un paso y que Dios haga el resto: es dejar que eso que cargas dentro lo toque la Luz.

 

Por Sandra Estrada. Publicado en Pastoral SJ

Comentarios

Entradas populares