Enterrados en desiertos, ahogados en el mar

35 millones de personas pasan hambre en el mundo, más de dos mil millones sufren pobreza severa. En un mundo global, donde no debería ser éticamente admisible que niños y niñas mueran de desnutrición, sed o falta de oportunidades, la labor de entidades como Manos Unidas se hace más necesaria que nunca. Y, en momentos como este, los números, detrás de los que se encuentran personas, con nombres y apellidos, se convierten en noticia. En Buena Noticia.

Así lo demostró la ONGD de la Iglesia española durante la presentación de su Memoria 20223, un acto


celebrado en la Asociación de la Prensa de Madrid para rendir cuentas de los 42,5 millones de euros destinados a combatir la pobreza, el hambre y la desigualdad en el mundo. Una acción que benefició a 1,2 millones de personas vulnerables en todo el mundo, fundamentalmente en África, Asia y América.

Manos Unidas aprobó, y acompañó, 550 proyectos de desarrollo, por un importe de más de 40 millones de euros, seis millones más que en 2022. La ONG recaudó en 2023 casi 47,5 millones de euros, de los que el 90,8% provino de donaciones privadas, y un 9,2 de la AECID, la UE y distintas administraciones.

Junto a ello, el trabajo de más de 71.500 socios y colaboradores y 6.400 voluntarios en 72 delegaciones diocesanas. Una misión que demuestra que, pese a todo, "se puede acabar con el hambre en el mundo", tal y como recalcó Cecilia Pilar, presidenta de Manos Unidas. Armas que, unidas al trabajo de miles de colaboradores y voluntarios, permiten seguir declarando la guerra al hambre en el mundo.

2023 ha sido un año convulso, que estuvo marcado por unas guerras que han condenado al olvido a otros muchos conflictos que se viven en nuestro planeta y de los que poco se habla, siendo generosa", abundó Cecilia Pilar. "Es como si los millones de personas que sufren sus consecuencias no existieran, no importaran... Esto deja patentes esas grandes desigualdades que dividen y separan a las poblaciones con una brecha, aparentemente, insalvable", denunció la presidenta de Manos Unidas, recalcando cómo el 1% de la población humana copa la mitad de los fondos del mundo, mientras muchos otros mueren de hambre, sed, y con su lucha contra la injusticia.

"Enterrados en desiertos, ahogados en el mar la muerte de tantos miles de personas es un drama ante el que en muchas ocasiones permanecemos impasibles", clamó Pilar, destacando que "2023 fue el más mortífero en este sentido". Frente a ello, el trabajo diario, y campañas como ‘Frenar la desigualdad está en tus manos’, que busca acabar con, en palabras del Papa Francisco, “esta economía que mata”.

Durante la presentación de la memoria, bajo el lema ‘Desigualdad, pobreza y. migraciones’, se dieron a conocer algunas de las iniciativas que abordan la realidad de las migraciones: en Camboya, asistiendo a víctimas de tráfico y explotación; migrantes retornados en Senegal; o víctimas de la pobreza extrema en Haití.

Así, Carmen Levenfeld, responsable de proyectos de Manos Unidas en Senegal, abundó en algunas de las causas de la migración, como "la desigualdad y la pobreza". "La gente quiere quedarse en su casa, con su familia, pero no le queda otro remedio", constató. 

Lucas Bolado, coordinador del Departamento de cofinanciación de Manos Unidas, y quien durante muchos años trabajó en los proyectos en Haití, viviendo directamente el terremoto de 2010, que "acabó por hundir al país". 14 años después, Haití continúa siendo un "estado fallido, o peor. Hoy no hay estado", sino bandas criminales. "Es uno de los países más peligrosos del mundo", señaló Bolado. La violencia, la falta de servicios básicos, el impacto de la naturaleza (huracanes, hambrunas...) hace que "mucha gente quiera salir del país", hacia República Dominicana, con la que comparte 300 kilómetros. Y se encuentra con la puertas cerradas. Pese a todo, Manos Unidas no se olvida de Haití, país donde lleva trabajando más de 40 años.

Finalmente, Ana Luna, responsable de proyectos de Manos Unidas en el sudeste asiático, abordó la realidad migratoria en Camboya, y las dificultades para las familias que viven esencialmente en el campo.

Por Jesús Bastante. Publicado en Religión Digital


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