La ciencia y la tecnología, al servicio de la persona

Mensaje del papa Francisco a la Academia Pontificia para la Vida

Distinguidos señoras y señores, queridos hermanos y hermanas, ¡Señor cardenal, queridos obispos!

¡Os doy una calurosa bienvenida! Agradezco al arzobispo Paglia las palabras que me ha dirigido y a todos vosotros el compromiso que dedicáis a la promoción de la vida humana. ¡Gracias! En estos días reflexionaréis sobre la relación entre la persona, las tecnologías emergentes y el bien común: es una delicada frontera donde se encuentran el progreso, la ética y la sociedad, y donde la fe, en su perenne actualidad, puede dar un valioso aporte. En este sentido, la Iglesia no deja de alentar el progreso de la ciencia y la tecnología al servicio de la dignidad de la persona y para un desarrollo humano "integral e integrador". En la carta que os envié con motivo del vigésimo quinto año de la fundación de la Academia, os invité a profundizar en este mismo tema; ahora me gustaría reflexionar con vosotros sobre tres desafíos que considero importantes en este sentido: el cambio de las condiciones de vida del ser humano en el mundo tecnológico; el impacto de las nuevas tecnologías en la propia definición de "hombre" y "relación", con particular referencia a la condición de los sujetos más vulnerables; el concepto de “conocimiento” y sus consecuencias.

Primer desafío: el cambio de las condiciones de vida del hombre en el mundo de la tecnología. Sabemos

que es propio del hombre actuar en el mundo de forma tecnológica, transformando el medio ambiente y mejorando sus condiciones de vida.
Benedicto XVI lo recordó, afirmando que la tecnología “responde a la misma vocación que el trabajo humano” y que “en la tecnología, vista como obra de su propio genio, el hombre se reconoce a sí mismo y realiza su humanidad”. Por tanto, nos ayuda a comprender cada vez mejor el valor y el potencial de la inteligencia humana, y al mismo tiempo nos habla de la gran responsabilidad que tenemos con la creación.
En el pasado, la conexión entre culturas, actividades sociales y el medio ambiente, debido a interacciones menos densas y efectos más lentos, tenía menos impacto. Hoy, sin embargo, el rápido desarrollo de los medios técnicos hace más intensa y evidente la interdependencia entre el hombre y la "casa común", como ya reconocía san Pablo VI en la Populorum progressio. En efecto, la fuerza y ​​aceleración de las intervenciones es tal que produce mutaciones significativas -porque se trata de una aceleración geométrica, no aritmética-, tanto en el medio ambiente como en las condiciones de vida humana, con efectos y desarrollos no siempre claros y previsibles. Varias crisis lo están demostrando, desde la pandemia hasta la crisis energética, desde la crisis climática hasta la migratoria, cuyas consecuencias se refuerzan entre sí, ampliándose mutuamente. Un sano desarrollo tecnológico no puede dejar de tener en cuenta estas complejas interacciones.

Segundo desafío: el impacto de las nuevas tecnologías en la definición de "hombre" y "relación", especialmente en lo que se refiere a la condición de sujetos vulnerables. Es evidente que la forma tecnológica de la experiencia humana es cada día más penetrante: en las distinciones entre "natural" y "artificial", "biológico" y "tecnológico", los criterios para discernir lo humano y lo tecnológico se vuelven cada vez mas difíciles. Por lo tanto, es importante una seria reflexión sobre el valor mismo del hombre. En particular, es necesario reafirmar con decisión la importancia del concepto de conciencia personal como experiencia relacional, que no puede prescindir ni de la corporalidad ni de la cultura. En otras palabras, en la red de relaciones, tanto subjetivas como comunitarias, la tecnología no puede reemplazar el contacto humano, lo virtual no puede reemplazar lo real y las redes sociales tampoco pueden reemplazar la esfera social. Y estamos tentados a hacer prevalecer lo virtual sobre lo real: esta es una mala tentación.

Incluso dentro de los procesos de investigación científica, la relación entre la persona y la comunidad señala implicaciones éticas cada vez más complejas. Por ejemplo en el sector salud, donde la calidad de la información y asistencia al individuo depende en gran medida de la recolección y estudio de los datos disponibles. Aquí debemos abordar el problema de combinar la confidencialidad de los datos personales con el intercambio de información que les concierne en interés de todos. De hecho, sería egoísta pedir ser tratado con los mejores recursos y habilidades disponibles para la sociedad sin ayudar a aumentarlos. De manera más general, pienso en la urgencia de que la distribución de los recursos y el acceso a la atención beneficien a todos, de modo que se reduzcan las desigualdades y se garantice el apoyo necesario especialmente a los sujetos más frágiles, como los discapacitados, los enfermos y los pobres.

Por eso es necesario monitorear la velocidad de las transformaciones, la interacción entre los cambios y la posibilidad de garantizar un equilibrio global. Además, no se dice que este equilibrio sea el mismo en las diferentes culturas, como parece asumir la perspectiva tecnológica cuando se impone como lengua y cultura universal y homogénea -esto es un error-; en cambio, el compromiso debe ir dirigido a «hacer que cada uno crezca con el estilo que le es propio, desarrollando su propia capacidad de innovación a partir de los valores de su propia cultura».

Tercer desafío: la definición del concepto de conocimiento y las consecuencias resultantes. El conjunto de elementos considerados hasta aquí nos lleva a cuestionarnos sobre nuestras formas de conocer, conscientes de que el tipo de conocimiento que implementamos ya tiene implicaciones morales en sí mismo. Por ejemplo, es simplista buscar la explicación de los fenómenos sólo en las características de los elementos individuales que los componen. Se necesitan modelos más articulados, que consideren el entrelazamiento de relaciones de las que se tejen los hechos singulares. Es paradójico, por ejemplo, al referirse a tecnologías para potenciar las funciones biológicas de un sujeto, hablar de un hombre "aumentado" si se olvida que el cuerpo humano remite al bien integral de la persona y por tanto no puede identificarse con el organismo biológico solo. Un enfoque erróneo en este campo en realidad no termina con "aumentar" sino con "comprimir" al hombre.

En Evangelii gaudium y sobre todo en Laudato si' subrayé la importancia del conocimiento a escala humana, orgánica, por ejemplo, subrayando que "el todo es superior a las partes" y que "todo en el mundo está íntimamente conectado". Creo que estas ideas pueden propiciar un pensamiento renovado también en el ámbito teológico; en efecto, es bueno que la teología siga superando enfoques eminentemente apologéticos, para contribuir a la definición de un nuevo humanismo y favorecer la escucha recíproca y el entendimiento recíproco entre ciencia, tecnología y sociedad. La falta de un diálogo constructivo entre estas realidades, de hecho, empobrece la confianza mutua que está en la base de toda convivencia humana y de todas las formas de "amistad social". También me gustaría mencionar la importancia de la contribución que el diálogo entre las grandes tradiciones religiosas ofrece a este fin. Tienen una sabiduría milenaria que puede ayudar en estos procesos. Ha demostrado que sabe captar el valor, por ejemplo, promoviendo, incluso en los últimos tiempos, encuentros interreligiosos sobre los temas del "fin de la vida" y la inteligencia artificial.

Queridos hermanos y hermanas, ante los desafíos actuales tan complejos, la tarea que tenéis por delante es enorme. Se trata de partir de las experiencias que todos compartimos como seres humanos y estudiarlas, asumiendo las perspectivas de la complejidad, el diálogo interdisciplinario y la colaboración entre diferentes sujetos. Pero nunca debemos desanimarnos: sabemos que el Señor no nos abandona y que lo que hacemos está enraizado en la confianza que depositamos en Él, el "amante de la vida" (Sb 11, 26). Habéis trabajado mucho en los últimos años para que el crecimiento científico y tecnológico se concilie cada vez más con un paralelo "desarrollo del ser humano en cuanto a responsabilidad, valores y conciencia": os invito a continuar por este camino, mientras os bendigo y os pido, por favor, que oréis por mí. Gracias.

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