La justicia restaura la comunión

Materiales de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Haced justicia al huérfano y al pobre, defended al humilde y al necesitado (Sal 82, 1-4)

El Libro de los Salmos es una compilación de oraciones, alabanzas, lamentaciones y enseñanzas de Dios para nosotros. En el Salmo 82, Dios reclama una justicia que defienda los derechos humanos


básicos
, propios de toda persona: libertad, seguridad, dignidad, salud, igualdad y amor. El Salmo también hace una llamada a derogar los sistemas de disparidad y opresión, y corregir cualquier tipo de injusticia, corrupción o explotación. Esta es la justicia que nosotros, como cristianos, estamos llamados a promover. Como comunidad cristiana, hemos de unir nuestras voluntades y nuestras acciones a las de Dios, al tiempo que Él realiza su salvación en la creación. La división, incluida la que se da entre los cristianos, siempre tiene su raíz en el pecado, y la redención, por el contrario, siempre restaura la comunión. 

Dios nos llama a encarnar nuestra fe cristiana para actuar tomando conciencia de una verdad esencial: que cada persona es valiosa, que las personas son más importantes que las cosas, y que la consideración de cada estructura institucional en la sociedad está en función de si supone una amenaza para la dignidad de las personas, o si, por el contrario, promueve su dignidad. Toda persona tiene el derecho y la responsabilidad de participar en la sociedad, buscando juntos el bien común y el bienestar de todos, especialmente de los humildes y los indigentes. 

En Jesús y los desheredados, el Rvdo. Dr. Howard Thurman, que fue consejero espiritual del Rvdo. Dr. Martin Luther King Jr. afirma que: «Debemos proclamar la verdad de que toda vida es una y que todos estamos unidos. Por lo tanto, es obligatorio que trabajemos por una sociedad en la que la persona más insignificante pueda encontrar refugio y descanso. Debéis poner vuestras vidas sobre el altar del cambio social para que dondequiera que estéis, allí esté cerca el Reino de Dios».

¿No hará Dios justicia a Sus elegidos, que claman a Él día y noche? (Lc 18, 1-8)

Jesús narra la parábola de la viuda y del juez injusto para enseñar al pueblo a «orar en cualquier circunstancia, sin jamás desanimarse» (Lc 18, 1). Jesús ha ganado una victoria decisiva sobre la injusticia, el pecado y la división, y, como cristianos, nuestra tarea es acoger esta victoria, en primer lugar, en nuestros propios corazones a través de la oración y, en segundo lugar, en nuestras vidas a través de la acción. Que nunca nos desanimemos, sino que sigamos pidiendo en oración el don de la unidad de Dios y que manifestemos esta unidad en nuestras vidas. 

Desafío 

Como pueblo de Dios, ¿cómo deben comprometerse nuestras Iglesias en la justicia que nos une amando y sirviendo a toda la familia de Dios? 

Oración 

Dios, creador y redentor de todas las cosas, enséñanos a mirarnos internamente para vivir arraigados en Tu Espíritu de amor, para que podamos salir con sabiduría y valentía optando siempre por el camino del amor y la justicia. Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo, Jesucristo, en la unidad del Espíritu Santo. Amén

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