En este hoy de nuestra historia, nos nace un salvador

“¡Hoy, os ha nacido un Salvador!”: este anuncio de los ángeles a los pastores, desde hace más de dos mil años, se sigue escuchando y proclamando cada Navidad. También en este año de 2022 sigue siendo la buena noticia que provoca el deseo casi cortés, y en otras ocasiones sentido, que sale de nuestros labios: ¡Feliz Navidad!

Sí, en este hoy de nuestra historia nos ha nacido un Salvador. No hace falta demostrar que vivimos


tiempos especialmente complejos y complicados. Hay muchas situaciones que nos preocupan y que provocan dolor y sufrimiento en hermanos cercanos y lejanos. La guerra está muy cerca de nosotros. Las penurias económicas se hacen sentir más de lo que nos gustaría, con la crisis energética y ambiental. La crispación política y el enfrentamiento institucional son preocupantes. A ello se unen las situaciones que cada uno tiene que soportar: la enfermedad, las dificultades familiares, la falta de perspectivas, la emigración, la soledad

Es precisamente en este hoy de nuestra historia personal y colectiva donde resuena con luz propia esta buena noticia: “¡Hoy, os ha nacido un Salvador!!” Porque el niño que está presente en nuestros nacimientos es el Salvador del mundo, de este mundo. SOlo Él tiene palabras que nos llenan de vida; solo Él nos indica caminos que llenan de esperanza; solo Él es capaz de calmar la sed de amor que el corazón humano posee; sólo él rompe las cadenas que impiden nuestra libertad; solo Él nos permite abrirnos a la fraternidad que nos llena de gozo; sólo Él es capaz de guiar a la humanidad por sendas de paz y de justicia

Por eso, la invitación que siempre, pero especialmente en estos días, nos hace la Iglesia son las mismas palabras que se dijeron los pastores: “Vayamos también nosotros a adorarlo”. Es decir, salgamos de nuestras teorías, de nuestras opiniones, de nuestra ideología, de nuestros prejuicios y acerquémonos personalmente a este niño. Hagamos nuestra esta experiencia que otros nos han dicho. La experiencia que nos habla de nacimiento, de novedad, de renovación, de vida nueva, de vida por estrenar…

Y es que el recorrido que los pastores hicieron en la noche de la Navidad hasta acercarse a la luz de Belén es símbolo del camino que supone todo proceso de fe: un recorrido que a veces ha de hacerse a tientas; que supone siempre un salir de uno mismo; que conlleva un riesgo que hay que correr si queremos encontrarnos con la paz y la vida nueva que supone el encuentro con el Niño. Porque se trata de un encuentro con una persona y con un mensaje que nos renueva, que nos salva, que nos da firmeza y seguridad, que nos da fuerza y valor, que nos ayuda a salir y mirar la vida con otro horizonte.

Esta es la noticia que hoy sigue asombrando a la humanidad, aunque no quiere escucharla, aunque no termine de creérsela: Jesús es el Salvador que tanto necesitamos. Él es el amor que lo ilumina todo, como nos recuerda Cáritas en su campaña navideña de este año. Por eso, y solo por eso, podemos decir bien alto y fuerte: ¡Feliz Navidad!

Un abrazo fraterno de hermano y amigo.


+ Fernando García Cadiñanos

Obispo de Mondoñedo-Ferrol

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