Gracias, Dios

Gracias, Dios. Estoy agradecido, Dios, por tantas cosas. Ahora, sé que no soy la persona más agradecida que conoces, Dios, así que permíteme dedicar algún tiempo a contarte por qué estoy agradecido.

Te doy gracias, Dios, por el don de la vida. Sin ti no estaría aquí. Sin ti nada estaría aquí. Sin ti nada sería en absoluto.

Te doy gracias por mis padres, Dios. Incluso si no son perfectos, o completamente útiles en cada momento, me aman lo mejor que pueden y trabajaron duro para asegurarse de que tuviese suficiente comida, de que estuviese vestido y de que tuviese un lugar en donde dormir. Nunca sabré todo lo que hicieron por mí, como lo que hacían por mí cuando era un bebé, pero puedo dar gracias por las cosas que conozco. Ayúdame a ser un hijo agradecido y recuérdame que alguna vez les dé las gracias en persona. Cuando mis padres terminen su tiempo en la tierra y se reúnan contigo, ayúdame a ser agradecido por sus vidas y lléname con la esperanza de encontrarme de nuevo con ellos en Tu compañía, donde podré decirles gracias de nuevo.

Te doy gracias por mis amigos, Dios. Incluso si solo tengo un buen amigo justo ahora en mi vida, lo agradezco tanto. Dios, Tu muestras Tu Amor por mí por medio de mis amigos, de formas que a menudo no aprecio. Me dan consejo, a veces cuando lo necesito, a veces cuando no, lo que en ambos casos es una señal de su cuidado hacia mí. Me escuchan quejarme, lo que hago demasiado, y se alegran conmigo, incluso cuando las cosas no siempre van bien para ellos. Me ayudan a reír. Y me ayudan a reírme de mi mismo. Eso solo es razón para estar agradecido. Ayúdame a ser, a cambio, un buen amigo.

Te doy gracias por mi familia, Dios. Sí, sé que todas las familias tienen sus tiranteces y la mía no es la excepción. Incluso el árbol genealógico de Jesús tenía sus complicaciones. Pero te doy gracias de que, incluso en medio de los conflictos y problemas, soy parte de una familia que me ha ayudado a convertirme en la persona que soy. Sé que procuran amarme lo mejor que pueden. Ayúdame a ser un buen miembro de mi familia, a intentar ayudar en lo que pueda, a hacer la llamada telefónica o la visita a quien está solo y a mantener mi boca cerrada cuando deba estar escuchando o cuando no tenga nada útil que añadir a la conversación.

Te doy gracias por mi trabajo, Dios. No siempre es un camino de rosas, pero al menos tengo un lugar en el que trabajar y puedo llegar a fin de mes. Eso es más de lo que muchas personas tienen. Y sé que las personas con las que trabajo a veces me pueden volver loco, pero también están haciéndolo lo mejor que pueden. Ayúdame a ser un buen compañero de trabajo, a dar a las personas el beneficio de la duda, a preocuparme por las personas con las que trabajo y a no tomármelo todo tan seriamente en el trabajo. Y ayúdame a recordar que todo trabajo realizado libremente y con un corazón compasivo es precioso a tus ojos.

Te doy gracias, Dios, por todas las cosas que tengo y de las que sé que muchas personas carecen. Y esa es una larga lista. Te agradezco la comida. Y el agua limpia que está fácilmente disponible. Y la ropa. Y la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano. Te doy gracias porque puedo ir al médico y hacerme revisiones e incluso ponerme una vacuna para evitar las enfermedades. Eso es mucho más de lo que la mayoría de las personas tienen. Ayúdame a ser agradecido y ayúdame a recordar que puedo ayudar a aquellos que tienen menos siendo generoso. Esa es otra forma de darte gracias.

¿He mencionado lo mucho que aprecio las cosas que has creado? ¿El color naranja que el otoño deja sobre el profundo cielo azul? ¿Las caprichosas formas que la escarcha provoca en las ventanas en el invierno? ¿El impresionante olor de los narcisos en primavera? Mientras estoy en ellas, doy gracias por las playas (son una gran cosa que has creado), las montañas (también magníficas) y las puestas de sol (verdaderamente grandes). Y las hamburguesas, también.


Sobre todo, Dios, te doy gracias por Tu presencia en mi vida. Tú estás en todos los lugares y si me acuerdo de prestar atención puedo ver Tu invitación a encontrarte en cada momento del día. Sé que eres Tú el que vuelves mi mente hacia pensamientos de gratitud. Y cuando me tienta centrarme solo en problemas, preocupaciones y miedos, sé que me estoy alejando de ti.

Ahora, sé que no siempre soy tan agradecido como debería, pero hoy lo soy. Hoy, intentaré estar agradecido todo el día, ya que Tú eres generoso conmigo todo el día, como lo eres todos los días.

Amén.

Por James Martin, SJ. Traducido de America Magazine

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