Cómo acabar con el aborto

En "Soñemos", el papa Francisco corta con el partidismo y las ideologías de nuestro mundo para ofrecer un diagnóstico sencillo de la decadencia y la enfermedad moral que infecta nuestra cultura. Llama a esta enfermedad el "paradigma tecnocrático" que, dice el papa Francisco, "es una mentalidad que desprecia el límite que el valor del otro impone".

Una mentalidad que desprecia el límite que el valor del otro impone.

Esta mentalidad puede ser sutil. En mi caso, habitualmente no se revela hasta que las necesidades y deseos de otra persona comienzan verdaderamente a imponerse sobre mi. Los hijos tienen una forma de llevar su propia mentalidad a la luz.

Los hijos se imponen a sí mismos frente a los demás de formas que alteren las vidas. Tener hijos


puede destruir planes sobre carreras, forzar a los padres a permanecer en trabajos horribles o impedir que puedan en absoluto trabajar. Los hijos no esperados pueden interrumpir los estudios en los institutos, retrasar la universidad o llevar a los padres a abandonar completamente la educación. Tener hijos puede hacer todavía más difícil para las mujeres el abandonar relaciones abusivas. Los hijos, en los países sin sanidad gratuita, pueden generar unas facturas médicas escandalosas. Y a menudo hacen todo esto incluso antes de nacer.

Todo esto me trae a las recientes noticias sobre el borrador filtrado de sentencia mayoritaria del Tribunal Supremo de Estados Unidos que revocaría la decisión de dicho tribunal en 1973 en Roe vs Wade. Asumiendo que lo filtrado sea efectivamente la opinión mayoritaria del tribunal y que no cambie desde ahora hasta que se publique la decisión oficial (que se espera para algún momento de este verano), la consecuencia será la inexistencia de ningún "derecho federal" al aborto que prevalezca sobre el derecho de cada uno de los cincuenta estados de Estados Unidos. En otras palabras, la regulación del aborto pasa a ser competencia de los parlamentos estatales.

Creo que revertir Roe vs. Wade es absolutamente esencial. Aquella decisión dejó sin sus derechos más básicos a toda una clase de seres humanos en función de su nivel de desarrollo y funcionamiento. Es la discriminación capacitista y edadista más grotesca convertida en ley. Al ser una decisión del más alto tribunal de Estados Unidos, cualquier ruta legal para proteger estos derechos comienza revirtiendo aquella decisión.

Sin embargo, aunque revertir Roe vs. Wade es esencial, está lejos de ser suficiente. Por sí sola, esta decisión anticipada del Tribunal Supremo simplemente coloca las imposiciones que acompañan a los hijos en sus madres -madres que a menudo ya están en situaciones vulnerables debido a la pobreza, la falta de apoyo médico o psicológico o situaciones abusivas-.

Tras conocerse la decisión, las Feministas de la Nueva Ola, un grupo feminista y provida liderado por Destiny- Herndon- De la Rosa, publicó un comunicado. Decía: "Ahora no es el tiempo de pavonearse, ni de relamerse, ni de celebrar. Ahora es el tiempo de ponerse a trabajar y de crear un mundo que apoye y proteja no solo a la persona no nacida en el vientre, sino también a la persona, igualmente valiosa y humana, que la porta".

La solución no es simplemente cargar las serias implicaciones provocadas por un embarazo sobre las mujeres. No es provida. Y no es cristiano. Un pueblo formado por siglos de cristianismo debería tomar sobre sí la cruz que supone la llegada de un hijo con gratuidad y alegría.

Pero no lo hacemos. La nuestra es una sociedad que valora el beneficio económico por encima del florecimiento de los niños y de la familia.

El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia enseña que a las familias se les debe un "salario familiar". Esto es, "un salario suficiente para mantener a una familia y permitirle vivir decentemente. Tal salario también debería permitir el ahorro que permita la adquisición de la propiedad como garantía de la libertad" (CDSI 250).

Tal vez si los salarios pagados en nuestra sociedad fuesen verdaderamente salarios vitales, se podría argumentar que la comunidad está cumpliendo suficientemente con su deber de salvaguardar el bienestar financiero de las familias. Por desgracia, muchos de los niños de nuestro pueblo están viviendo en la pobreza y a muchos más les faltan las oportunidades económicas y educativas necesarias para el desarrollo humano.

La actual estructura económica y el sistema político de nuestra sociedad han continuado negándose a asumir la responsabilidad de sus miembros más vulnerables. Como cristianos, tenemos la obligación de apoyar el bien común de todos. A la luz de esto, la Iglesia ofrece muchas formas en las que la sociedad apoye a las familias e incluso da algunas sugerencias: "Hay diversas maneras de hacer del salario familiar una realidad concreta. Diversas formas de provisiones sociales importantes ayudan a ello, por ejemplo, subsidios familiares y otras contribuciones a miembros dependientes de las familias, y también la remuneración social del trabajo doméstico realizado en el hogar por uno de los padres" (CDSI 250).

Por desgracia, seguimos sin valorar pagar a los trabajadores un salario justo para que puedan cuidar de sus familias, o les obligamos a trabajar jornadas excesivas que les impiden cuidar a sus hijos. Limitamos al máximo los permisos por maternidad o paternidad. No valoramos deducciones fiscales permanentes y amplias por tener hijos. En cambio, parece que valoramos la riqueza de los millonarios por encima de la vivienda, la alimentación, la salud o la educación de las familias.

Es un contraste radical con cómo valoran el Evangelio y la Iglesia a los trabajadores y las familias. También refleja un problema más amplio que el papa Francisco frecuentemente denuncia. En Fratelli Tutti, el papa dice "Algunas partes de nuestra familia humana, parece, pueden ser rápidamente sacrificadas por el bien de otros que se consideran merecedores de una existencia sin preocupaciones. Al final, las personas ya no son vistas como el valor supremo que respetar y cuidar, especialmente cuando son pobres e inválidos, todavía no útiles -como los no nacidos- o ya no útiles -como los ancianos-" (FT 18).

Combatir el "paradigma tecnocrático" insistiendo en programas económicos y sociales que no desprecien la imposición de los hijos debe ser una parte esencial de la misión provida. Incluso más allá, no solo no debemos despreciar esa imposición, sino que debemos acogerla. Como el papa sigue recordándonos, debemos volvernos hacia el buen samaritano como nuestro modelo de acogida ante las imposiciones que el valor de las otras personas colocan en nuestras vidas. Y debemos acoger la imposición que supone la llegada de un hijo, pero no solo a un nivel individualista, sino como comunidad.

Las Feministas de la Nueva Ola nos recuerdan que para avanzar, nuestra responsabilidad para amar al prójimo y sostener la dignidad humana continua:

"No queremos que la revocación de la doctrina de Roe les quite nada a las mujeres. Queremos que este sea el momento determinante en el que nosotros, como nación, nos demos cuenta de que, en realidad, jamás necesitamos ningún aborto porque nos amamos unos a otros tanto que es algo impensable e innecesario.

Hemos tenido 49 años para crear ese tipo de mundo ... y no lo hemos hecho. Por eso, entendemos que haya personas atemorizadas hoy y eso rompe nuestro corazón. Esperamos con todo nuestro ser que seamos capaces de demostrarles que sus miedos no estaban fundamentados, creando el sistema de ayudas que ellas y sus hijos necesitarán. Que han necesitado. Y que por fin podrán tener.

Porque si no lo hacemos, conserven estas palabras, el aborto libre a demanda será el futuro y esta pequeña "victoria" que el movimiento provida está celebrando hoy tendrá una duración extremadamente corta... será una nota a pie de página en los libros de historia".

Si dejásemos de insistir en que la comunidad tiene la obligación de cargar con parte de la imposición que los niños traen consigo, si permitimos que esa cruz caiga sobre mujeres que ya son vulnerables, entonces revertir Roe vs. Wade solo será una victoria a corto plazo. No, ni siquiera eso. Esta decisión se convertirá en el catalizador de una próxima desregularización abortista incluso más agresiva. Esa verdad aleccionadora debe estar al frente de nuestras mentes.

Por Paul Fahey. Traducido de Where Peter Is

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