En nombre de Dios: para saciar el hambre y sed de justicia

El papa Francisco, en un discurso dirigido a los movimientos populares, un grupo que incluye a activistas que trabajan por una amplia variedad de causas justas, llamó al reconocimiento de un ingreso básico universal y a la reducción de la jornada laboral. También alabó al movimiento de protestas que siguió al asesinato de George Floyd.

En un poderoso vídeo de 38 minutos dirigido a los representantes de esos movimientos en todos los continentes que seguro que genera debates, el papa Francisco renovó su llamamiento a un ingreso básico universal y defendió la reducción de la jornada de trabajo como soluciones parciales a la crisis económica que tantos millones de personas están experimentando.


También efectuó apelaciones efectivas "en el nombre de Dios" a los responsables de sectores clave de la economía mundial actual, especialmente en este tiempo de pandemia: las industrias farmacéutica y alimentaria, las instituciones financieras y de crédito, los gigantes de la tecnología y las telecomunicaciones, la industria armamentística, así como los países, gobiernos y políticos poderosos de todos los partidos.

Como una forma de afrontar las duras condiciones económicas de tantas personas en el mundo y de garantizar la dignidad humana básica y tras consultar con muchos especialistas en la materia, Francisco llamó a "un ingreso o salario básico para que todos en el mundo tengan acceso a las necesidades más básicas de la vida".

"Es justo luchar por una distribución humana de tales recursos y corresponde a los gobiernos establecer impuestos y mecanismos redistributivos para que la riqueza de una parte de la sociedad se comparta justamente, pero sin imponer cargas insoportables, especialmente sobre la clase media", dijo el papa.

También defendió la reducción de la jornada laboral como una forma de mejorar la situación de la gente. "El ingreso mínimo es una forma de mejorar la situación de la gente, la reducción de la jornada laboral es otra posibilidad y una que necesita seriamente ser explorada", dijo. Recordó que en el siglo XIX los trabajadores trabajaban doce, catorce o dieciséis horas al día. Cuando alcanzaron la jornada de ocho horas, nada colapsó, al contrario de lo que algunos habían predicho.

"Insisto, trabajar menos horas para que más personas puedan acceder al trabajo es algo que necesitamos explorar con urgencia", dijo.

El papa Francisco aclaró: "Creo que estas medidas son necesarias, aunque por supuesto no serían suficientes... pero quiero mencionarlas porque son medidas posibles y que nos pondrían en la buena dirección".

En otra parte de su charla, alabó el movimiento de protesta tras el asesinato de George Floyd:

¿Sabéis lo que viene a mi mente ahora cuando, junto con los movimientos populares, pienso en el buen samaritano? ¿Sabéis lo que viene a mi mente? Las protestas por la muerte de George Floyd. Esta claro que estas formas de reacción contra la injusticia social, racial o machista pueden ser manipuladas o explotadas por maquinaciones políticas o lo que sea, pero la cosa principal es que, en esa protesta contra esa muerte, estaba el "samaritano colectivo", que no es idiota. Ese movimiento no pasó al otro lado de la calzada cuando se encontró con las heridas a la dignidad humana provocadas por un abuso de poder. Los movimientos populares no son solo poetas sociales sino también "samaritanos colectivos".

A lo largo de su pontificado, el papa Francisco ha pretendido animar los movimientos de base y a las organizaciones de todo el mundo en sus esfuerzos por mejorar la vida de millones de personas que viven en la pobreza y en la miseria. Pidió al Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz que reuniese el primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares y habló en su reunión en el Vaticano en 2014. Dirigió una charla memorable a los dirigentes de estos movimientos en Santa Cruz, Bolivia, en junio de 2015, y se dirigió de nuevo a ellos en un tercer encuentro en el Vaticano en noviembre de 2016. La semana pasada tuvo lugar su cuarto encuentro con los movimientos populares.

En su charla la semana pasada a una audiencia virtual, el papa Francisco dirigió un mensaje poderoso cuando recordó que la pandemia ha revelado el verdadero estado de la economía mundial, en la que millones están luchando por sobrevivir entre la extrema pobreza. Desde su último encuentro "Mucho ha pasado, mucho ha cambiado. Esos cambios marcan puntos de no retorno, cruces de caminos en los que la humanidad debe tomar decisiones. Y se necesitan nuevos momentos de encuentro, discernimiento y acción conjunta. Cada persona, cada organización, cada país y el mundo entero, necesitan buscar momentos de reflexión, discernimiento y elección porque volver a los pensamientos previos sería algo auténticamente suicida y, si forzamos un poco los términos, ecocida y genocida".

Dijo: "El cambio personal es necesario, pero también es indispensable ajustar nuestros modelos socioeconómicos para que tengan un rostro humano porque muchos modelos lo han perdido. Y pensando sobre estas situaciones, me avergüenzo de mi mismo con mis preguntas".

En su charla, el papa Francisco dirigió nueve llamamientos explícitos "en el nombre de Dios" a aquellos responsables de la economía mundial.

1.- Pidió a "los grandes laboratorios farmacéuticos que liberen las patentes" de las vacunas contra la Covid-19. Les hizo una llamada: "Tened un gesto de humanidad y permitid que cada país, cada persona, cada ser humano, tengan acceso a la vacuna". Les recordó que hay países "donde solo un tres o un cuatro por ciento de los habitantes han sido vacunados". Aunque no los mencionó, la mayor parte de los países de África entran en esta categoría.

2.- Llamó a los grupos financieros y a las entidades bancarias internacionales "a permitir que los países pobres aseguren las necesidades básicas de sus pueblos y cancelen esas deudas que con tanta frecuencia se contrajeron contra los intereses de esos mismos pueblos".

3.- Pidio a "las grandes industrias extractivas -la minería, el petróleo, la explotación forestal, la industria agropecuaria, la inmobiliaria- que dejen de destruir bosques, lagos y montañas, que dejen de contaminar mares y ríos, que dejen de contaminar los alimentos y a la gente".

4.- Exigió a las grandes corporaciones alimentarias "que dejen de imponer sistemas monopolísticos de producción y distribución que inflan los precios y terminan quitando el pan al hambriento". Subrayó "la indignidad de la crisis alimentaria" en el mundo y afirmó que solo este año "veinte millones de personas han tenido que afrontar formas extremas de inseguridad alimentaria" mientras "la desnutrición severa ha aumentado" y "el precio de los alimentos ha crecido duramente".

Mencionó los números horrorosos de personas que sufren en Siria, Haití, Congo, Senegal, Yemen, Sudán del Sur y otros lugares. Declaró que "el número de muertes por hambre puede que exceda al de las provocadas por Covid".

5.- Reclamó a los fabricantes y comerciantes de armas "que cesen completamente su actividad", porque, dijo, "fomenta la violencia y la guerra, contribuye a esos terribles juegos geoestratégicos que causan millones de vidas desplazadas y millones de muertos".

6.- Pidió a "los gigantes de la tecnología que dejen de explotar las debilidades humanas, la vulnerabilidad de las personas, para obtener ganancias sin preocuparse por la expansión del discurso del odio, de las noticias falsas, del acoso, de las teorías de la conspiración, de la manipulación política".

7.- Rogó a "los gigantes de las telecomunicaciones que faciliten el acceso a material educativo y conectividad a los profesores vía internet para que los niños pobres puedan ser educados incluso en cuarentena".

8.- Llamó a "los medios a parar la lógica de la postverdad, de la desinformación, de la difamación, de la atracción insana por el escándalo y la suciedad y a contribuir a la fraternidad humana y a la empatía con aquellos que han sido más dañados".

9.- Conminó a los países poderosos "a parar las agresiones, bloqueos y sanciones unilaterales contra cualquier país en la tierra" y dijo "no al neocolonialismo". Pidió que la resolución de los conflictos se realice en foros multilaterales como las Naciones Unidas.

El papa Francisco lanzó su veredicto sobre el sistema económico presente, diciendo: "Este sistema, con su lógica inagotable de la búsqueda de ganancias, está escapando de todo control humano". Pero, añadió "es tiempo de reducir la marcha de la locomotora, de una locomotora que corre hacia el abismo. Todavía hay tiempo".

Llamó a los políticos y gobiernos de todos los partidos "a representar a su pueblo y a trabajar por el bien común". Les dijo: "Dejad de escuchar exclusivamente a las élites económicas, que con tanta frecuencia expresan ideologías superficiales que ignoran los verdaderos problemas humanos" y les animó a servir, en cambio, al "pueblo que reclama tierra, trabajo, techo y un buen vivir".

Como hizo con el gran imán de Al Azar cuando firmaron el documento sobre la fraternidad humana en Abu Dhabi el cuatro de febrero de 2019, el papa Francisco de nuevo llamó a sus compañeros, líderes religiosos, a "no utilizar nunca el nombre de Dios para fomentar guerras o violencias". Les animó, en cambio; "Estemos con los pueblos, los trabajadores, los humildes, y luchemos juntos con ellos para que el desarrollo humano integral se convierta en una realidad".

Francisco también enfatizó que "es necesario confrontar juntos los discursos populistas de la intolerancia, la xenofobia y la aporofobia, que es el odio a los pobres". Dijo que "como todo lo que nos conduce a la indiferencia, la meritocracia y el individualismo, esas narrativas solo sirven para dividir a nuestros pueblos y anular y despreciar nuestra capacidad poética, la capacidad de soñar juntos".

Concluyó urgiendo a los movimientos populares a continuar sus esfuerzos por construir una nueva economía y a soñar nuevas formas de hacerlo.

Por Gerard O`Connell. Traducido de America Magazine

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