Simone Biles nos ha recordado el verdadero significado de la libertad

Simone Biles es ampliamente reconocida como la mayor gimnasta de todos los tiempos. Pero a la luz de su decisión de retirarse de las competiciones individuales de gimnasia en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2021, es hora de reconocer su nuevo papel público de directora espiritual.

Muchos han apuntado a la importancia de Naomi Osaka, Kevin Love y otros en convertir en más aceptable que los atletas prioricen su salud mental sobre una búsqueda interminable del éxito en la competición. Afortunadamente, Biles ha sido mayoritariamente felicitada por su decisión de hacerlo. Pero también merece la pena mirar cómo alguien toma una decisión así.


No soy ni terapeuta, ni gimnasta, ni nadie que se haya desempeñado a un nivel próximo al de Biles en ningún sector. Pero soy alguien que ha tenido que tomar grandes decisiones y que a veces la ha fastidiado seriamente al tomarlas y ha buscado el consejo de muchos directores espirituales. Con frecuencia, hemos terminado discutiendo si tenemos la suficiente libertad interior para tomar una decisión.

La libertad sigue siendo la virtud menos comprendida y cuyo nombre es peor utilizado. La libertad interior tal vez sea algo incluso más difícil de definir, no digamos de vivir y a lo que responder. San Ignacio, el fundador de la Compañía de Jesús, la describía como "desapego" en sus Ejercicios espirituales. "Debemos hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, mientras se nos permita la libre elección y no estemos bajo prohibición", escribía Ignacio. Ello lleva a algunas consecuencias duras: "Por lo que a nosotros respecta, no deberíamos preferir la salud a la enfermedad, la riqueza a la pobreza, el honor al deshonor, una vida larga a una vida breve".

Ignacio recomendaba que pidiésemos en oración ser libres de todo apego. Comprendía que fácilmente las cosas de nuestra vida, incluso aquellas que han sido buenas para nosotros, pueden acabar siendo tan importantes para nosotros que se interpongan en nuestro camino, impidiéndonos ver el mundo tal cual es. En consecuencia, nuestra capacidad para percibir y responder a las invitaciones de Dios se reduce y dificulta. Podemos estar apegados a narrativas sobre quienes somos y sobre quienes son los demás, a planes y objetivos, a ganancias económicas, al capital social, a lo que otros piensen sobre nosotros. San Ignacio reconocía que es posible que cosas que a primera o a segunda vista parecen buenos compromisos y deseos acaben rigiendo nuestras vidas de maneras que destruyan nuestra libertad.

¿Cuáles podrían ser algunas de las presiones exteriores sobre Biles? No es difícil imaginárselas: las expectativas de ser la "más grande de la historia" y de actuar como tal, los espónsores, la idea de dejar en lo más alto a la familia o incluso a la patria. "Verdaderamente siento como que cargo con el peso del mundo sobre mis hombros", escribió Biles en Instagram hace unos días. "Sé que parezco no darle importancia y que la presión no es importante, pero a veces es duro".

Incluso si no cargamos con la presión de actuar como una de las mejores atletas de todos los tiempos, todos estamos expuestos al mismo trasfondo en nuestra cultura que predica determinación, esfuerzo y valentía hacia delante. Ya sea por dinero o por aceptación social, esa voz satánica que te dice "¡Nunca... pares... de mejorar!" se une a los riesgos de una cultura de la pseudoexcelencia que nos dice que seremos perfectos si sencillamente practicamos la auto mejora hasta que nos muramos. Simone Beiles nos ha ofrecido la prueba de que el impulso de ser el mejor no necesariamente ha de gobernar nuestras vidas.

Exige una enorme libertad espiritual y una no menor valentía tomar tal decisión. Una de las decisiones de tomar una decisión libre es que no todos la comprenderán. ¿Cómo podrían hacerlo sin una visión completa y clara de tu alma? Aunque Biles haya sido mayoritariamente felicitada por haber priorizado su salud mental, algunos comentaristas cascarrabias han intentado decir que su elección es el resultado del carácter mimado de los jóvenes modernos y que sería inimaginable que alguien como Michael Jordan se retirase de una competición (tales comentaristas parecen ignorar que en realidad Jordan se retiró del baloncesto en su mejor momento para intentar centrarse en su salud mental después de la muerte de su padre).

El autoconocimiento de Biles y su desapego por los relatos de los demás le permitieron ver que sus acciones estaban afectando a los mas próximos a ella, como sus compañeras de equipo. Reconoció que, puesto que su actuación estaba empeorando, "no querría poner en riesgo una medalla para el equipo". Por medio de la humildad sincera, fue capaz de ver con claridad cómo su participación podía afectar al equipo.

Y, a pesar de no necesitarlo, Biles mostró la conciencia de que podía enseñar algo al resto del mundo por medio de su acción: "A veces está bien sentarse fuera de las grandes competiciones para centrarse en uno mismo", respondió en una rueda de prensa después de abandonar la competición. "Porque muestra lo fuerte que, como deportista y como persona, eres".

En una carta entregada en 1967 a cada jesuita del mundo, el padre Pedro Arrupe S.J., el antiguo superior general de la Compañía de Jesús, escribió que "deseamos que nuestras vidas y nuestros trabajos estén libres de una adicción por la ganancia -a veces una fuerza tiránica-" y que "el mundo moderno necesita de hombres que lleven un rotundo testimonio de haber sido liberados de tal fuerza". Bueno, mundo moderno, conoce a una mujer moderna liberada de tal fuerza.

Por Zac David. Traducido de America Magazine

Comentarios

Entradas populares