Esta Cuaresma, deja atrás la distinción entre "nosotros" y "ellos"

La Cuaresma es tiempo de arrepentimiento. Uno de los ejemplos más dramáticos y poderosos de arrepentimiento en la Biblia es el proporcionado por el pueblo de la ciudad de Nínive. Eran asirios, los mismos asirios que habían capturado y enviado al exilio a miles de israelitas. Eran enemigos jurados del Pueblo de Dios. Sin embargo, Dios deseaba alcanzarles y envió a Jonás a ser Su mensajero. ¿Por qué querría Dios que se arrepintiesen? ¿Por qué querría Dios construir puentes con los enemigos de Su pueblo? ¿Por qué pretendía Dios entrar en relación con ellos? Jonás debió haberse preguntado las mismas cuestiones. Probablemente por eso intentó escapar de Dios y luego se enfadó cuando Dios mostro Su misericordia a los ninivitas.


Nosotros contra ellos. Es una constante en la historia humana.
Es la actitud de muchos escribas y fariseos, pero también de muchos en las multitudes que Jesús encuentra en Su ministerio. A menudo preguntan: ¿Por qué come y bebe y se asocia con pecadores? Son momentos de conflicto. Gran parte de la predicación y del ministerio de Jesús trata sobre poner en solfa las predisposiciones tribales de Su pueblo. Está continuamente presionando a la gente para que deje a un lado sus prejuicios y expanda su concepto de prójimo.

Jesús dijo del rey Salomón y del profeta Jonás: "Algo más grande hay aquí". Algo más expansivo e inclusivo. Y esos "extranjeros" que habían mostrado humildad y apertura a las personas diferentes -la reina del sur y el pueblo de Nínive- se levantarán y condenarán al pueblo que perteneció a la religión o a la tribu "correcta".

El testimonio de arrepentimiento del pueblo de Nínive narrado en el libro de Jonás no es simplemente el de dar la espalda al pecado, sino el de abrirse a la palabra de Dios pronunciada por alguien de una tribu diferente, por un enemigo. Una forma de arrepentirse durante esta cuaresma es reconocer nuestras estrechas actitudes sobre quien está "dentro" y quien está "fuera". El mensaje de Jesús es, enfáticamente, que todos somos un solo pueblo.

Por Sebastian Gomes. Traducido de America Magazine

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