Permaneced en Mi amor y daréis frutos en abundancia (IV)
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Día IV
Romanos 8, 26-27. El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad
Asimismo, a pesar de que somos débiles, el Espíritu viene en nuestra ayuda;
aunque no sabemos lo que nos conviene pedir, el Espíritu intercede por nosotros de manera misteriosa.
Y Dios, que sondea lo más profundo del ser, conoce cuál es el sentir de ese
Espíritu que intercede por los creyentes de acuerdo con Su divina voluntad.
Lucas 11, 1-4. Señor, enséñanos a orar
Una vez estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó de orar, uno de los discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, al igual que Juan enseñaba a sus discípulos». Jesús les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a quienes nos hacen mal. Y no permitas que nos apartemos de Ti».
Meditación
Dios ansía relacionarse con nosotros. Nos busca como buscaba a Adán, llamándolo en el jardín: «¿Dónde estás?» (Gén 3, 9)
En Cristo, Dios vino a nuestro encuentro. Jesús vivió en oración, íntimamente unido a Su Padre, mientras establecía relaciones de amistad con Sus
discípulos y con todos lo que encontraba. Les dio a conocer lo que era más
preciado para Él: la relación de amor con Su Padre, que es también nuestro Padre. Jesús y los discípulos, arraigados en la riqueza de su tradición judía,
cantaron salmos juntos. En otras ocasiones, Jesús se retiraba para orar en
soledad.
La oración puede ser individual o compartida con otros. Puede expresar
asombro, queja, intercesión, acción de gracias o simple silencio. A veces el
deseo de rezar está ahí, pero se tiene la sensación de no poder hacerlo. Dirigirse a Jesús y decirle «enséñame» puede allanar el camino. Nuestro mismo
deseo, es ya oración.
Reunirse en un grupo nos ofrece apoyo. A través de himnos, palabras y silencio, se crea comunión. Si rezamos con cristianos de otras tradiciones, nos sorprenderá sentirnos unidos por un vínculo de amistad que proviene de Aquel
que está más allá de toda división. Las formas pueden variar, pero es el mismo
Espíritu quien nos une.
En lo cotidiano de nuestra oración común, el amor de Jesús brota dentro de
nosotros, no sabemos cómo. La oración común no nos exime de la oración
personal. La una sostiene a la otra. Dediquemos un tiempo cada día para renovar nuestra intimidad personal con Jesucristo.
La regla de Taizé en francés e inglés
(Sociedad para la Promoción del Conocimiento Cristiano, Gran Bretaña), pp. 19 y 21
Oración
Señor Jesús,
toda Tu vida fue oración,
perfecta armonía con el Padre.
A través de Tu Espíritu,
enséñanos a orar según Tu voluntad de amor.
Que los fieles del mundo entero
se unan en intercesión y alabanza.
y que venga Tu reino de amor.
Oración de los fieles
El Señor nos dice: «Ya no os llamaré siervos (…); a vosotros os llamo amigos». Desde esa cercanía oramos a Dios Padre, fuente de toda bendición.
— Para que en esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
descubramos la amistad con el Señor en clima de silencio y escucha, y
así se fortalezcan los vínculos de fraternidad entre todos los bautizados.
Roguemos al Señor.
— Para que el Señor mantenga a los teólogos que se dedican al diálogo ecuménico constantes en su empeño de la búsqueda de la Verdad que nos
reconcilia. Roguemos al Señor.
— Para que, desde el convencimiento de que la Iglesia es una, todas las comunidades cristianas descubran la vocación ecuménica, y la necesidad
de descubrir la riqueza de las otras Iglesias para avanzar juntos hacia la
unidad.
— Para que todos los que en este mundo experimentan el sufrimiento y el
dolor encuentren siempre en los cristianos el rostro de Cristo que alivia
sus cansancios. Roguemos al Señor.
— Para que despierte en nosotros el amor a los pobres y el deseo del cielo.
Roguemos al Señor.
Escucha, Dios todopoderoso, las súplicas de tu pueblo; y concédenos lo que te
pedimos, confiados en tu bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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