¿Este pensamiento viene de Dios o solo de mi cabeza? (II)

Cuarto: ¿Encaja con lo que sé sobre Dios?

¿Se corresponde con el Dios que conoces por la Escritura, por la tradición y por tu propia experiencia? Si eres cristiano, ¿se corresponde con lo que conoces sobre Jesús?

Dios no te va a inducir a odiarte a ti mismo o a creer que nada puede volver a ir bien, porque no es ese el Dios del Antiguo ni del Nuevo Testamento, no es ese el Dios de la tradición de la Iglesia, no es ese el Dios revelado en Jesucristo y no es ese el Dios que conoces. Dios proporciona esperanza, no desesperación.

Para muchas personas, Dios a menudo se manifiesta en un sentido de calma. Si te ocurre esto, puedes comenzar a reconocer la presencia de Dios en la oración. San Ignacio comenzó de esta manera a ver la manera en la que Dios obraba en él.

En cierto sentido, tú llegas a conocer la voz de Dios y así cuando Le escuchas de nuevo Le puedes reconocer.

Quinto: ¿Es una distracción?


A veces es obvio que algo que se cruza por tu cabeza no procede de Dios. Si estas rezando, te suenan las tripas y piensas en tomarte una buena hamburguesa con todos sus componentes, esa idea probablemente no proceda de Dios. Cuanto más reces, más capaz serás de evadirte de las distracciones.

Piensa en una conversación con un amigo. Si estuvieses hablando con alguien sobre una cuestión importante y de repente te das cuenta de un roto en tu camisa y comienzas a quejarte de que la plancha arruina tu ropa, te darías cuenta de que te has distraído.

Lo mismo ocurre con la oración. Normalmente te puedes dar cuenta de lo que forma parte de la conversación y lo que no. De la misma manera, con la práctica puedes darte cuenta de cuando una distracción es una invitación a una conversación nueva y diferente.

Sexto: ¿Es la mera expresión de deseos?

Esta es tal vez la cuestión más difícil, y es una a menudo no tratada en los libros sobre la oración. ¿Cómo puedes saber si lo que deseas es lo que Dios te está diciendo?

Aquí es cuando es especialmente importante examinar las cosas. A veces lo que queremos escuchar es también lo que Dios nos está diciendo. Si estás ansioso, pides a Dios alivio y te sientes más calmado, ese es probablemente Dios. No hay nada malo con obtener lo que quieres en la oración. Esto no es necesariamente wishfull thinking, es Dios dándote lo que necesitas.

En cambio, necesitas tener cuidado en no limitarte a "conjurar" la respuesta que deseas en la oración. El mejor antídoto para esto es la paciencia, esperar al tiempo en el que Dios hable claramente.

A menudo estas situaciones exigen tiempo y la manera en la que Dios responde no es aquella que inicialmente imaginamos. Thomas Green, SJ, el autor de Abriéndonos a Dios, escribe: "Si la oración es auténtica, Dios viene cuando no Le esperamos; a veces, incluso cuando preferiríamos que Dios no viniera, de forma que no me encuentre controlando la situación".

Séptimo: ¿Es importante?

En mi experiencia, Dios entra en nuestra oración de una manera directa cuando hay un asunto importante en juego. No quiero decir que Dios no pueda entrar en nuestra conciencia siempre que quiera o sobre cualquier asunto. Pero habitualmente (de nuevo, en mi propia vida y en mi experiencia como director espiritual), si algo llega en un momento de urgencia, puede ser tomado como una señal de la presencia de Dios.

Discernir lo que procede de Dios y lo que procede de ti es más un arte que una ciencia. Pero es un arte especialmente importante si uno ha de llegar a la maestría en la vida espiritual

Por James Martin, SJ. Traducido de America Magazine

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