La cultura de la muerte, del descarte y la idolatría del dinero expuestas en toda su podredumbre (I)

Habiendo crecido como católico, asistiendo a la iglesia de un pequeño condado a finales de los años sesenta y primeros setenta, cada domingo de Pascua cantábamos un himno titulado: "¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Que se levante el Santo Himno!" (si alguien quiere escucharlo, que lo haga bajo su propio riesgo: provoca un terrible dolor de oídos). Este año, hay quien, como el presidente Donald Trump, nos quiere a todos de regreso en nuestros puestos en la Pascua de Resurrección, pero cantando: "que se levante el santo mercado". Punto final a la teoría, expuesta por Peter Nicholas en The Atlantic, de que "no hay liberales en medio de una epidemia".

La motivación de Trump nunca ha sido ideológica, aunque como todo ser humano ha ido adquiriendo ciertas predisposiciones ideológicas y políticas a lo largo de su vida. Que este dispuesto a exponer a miles de personas a una muerte temprana para incrementar sus posibilidades de reelección no es una sorpresa: el autobombo es su norte. En el mundo de los negocios, consiguió millones abusando de sus trabajadores y traicionando a sus contratistas. En la industria del espectáculo, desarrolló su carrera diciéndoles a la gente: "¡Estáis despedidos!".

Tampoco es una sorpresa que algunos estén intentando dar cobertura al presidente cuando deberían estar pintándolo como un paria moral.

Thomas L. Friedman en The New York Times concedió un aura de respetabilidad a la idea maltusiana de que tal vez deberíamos simplemente dejar al virus desarrollar su labor: descartemos a un montón de ancianos que son una carga para la economía y centrémonos en que vuelva el mundo a su trabajo y a los mercados financieros. Comienza su columna con una llamada de preocupación por "los más vulnerables", pero no hay quien niegue el darwinismo social de estas palabras: "... como con la gripe, la gran mayoría la pasará en días, un pequeño número requerirá hospitalización y un porcentaje muy pequeño de los más vulnerables, trágicamente, morirán". 

El gobernador de Texas, Dan Patrick, no podría haber sido más explícito. En Fox News, afirmó: "Regresemos al trabajo. Regresemos a la vida. Seamos inteligentes. Y aquellos de nosotros que tengamos setenta años o más, cuidemos de nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país". También afirmó:

Nadie se ha puesto en contacto conmigo y me ha dicho: "Como ciudadano mayor, ¿estás dispuesto a asumir un riesgo para tu supervivencia a cambio de que Estados Unidos siga siendo el que amas para tus hijos y nietos?" Y, si ese es el trato, estoy absolutamente por él.

Creo que podemos decir con seguridad que la ideología liberal de este hombre le ha cegado acerca del hecho más obvio sobre una emergencia de salud pública: uno no puede sin más "asumir un riesgo" para sí. Podrías ser tan estúpido de arriesgarte a una infección, pero no tienes ningún derecho a exponer a los demás y, con una enfermedad altamente contagiosa, eso es exactamente lo que haces. No puedes quitar el adjetivo "pública" de la expresión "salud pública", no importa cuantos artículos leas promoviendo las virtudes del liberalismo durante una pandemia, y hay muchos.

Me ha sorprendido ver a algunos conservadores católicos subiéndose al tren maltusiano. R.R. Reno en "First Things" opinó "el masivo cierre de la sociedad para luchar contra la expansión del Covid-19 crea una atmósfera perversa, incluso demoniaca. El gobernador Andrew Cuomo y otros funcionarios insisten en que el poder de la muerte debe regir nuestras acciones. Los líderes religiosos han aceptado su decreto, suspendiendo la proclamación del Evangelio y la distribución del pan de vida. Muestran con sus acciones que ellos, también, aceptan el dominio de la muerte". El también ha dejado claro de lo que va realmente una parte del movimiento "próvida", criticando al gobernador de Nueva York Cuomo por el "desastroso sentimentalismo" al desear colocar todos los recursos de la sociedad detrás de la causa de parar la pandemia y salvar "incluso una vida". Reno escribe:

¿Todo en el nombre de la vida física? ¿Qué pasa con la justicia, la belleza y el honor? Hay muchas cosas más preciosas que la vida. Y sin embargo hemos sido lanzados a tal delirio en Nueva York que la mayor parte de las familias se abstendrán de visitar a sus padres enfermos. La Eucaristía misma está subordinada al falso dios de "salvar vidas".

Después de años diciéndonos que toda cuestión de justicia social debe subordinarse porque "no puedes disfrutar ningún otro derecho si no disfrutas en primer lugar el derecho a la vida", ahora se nos dice que eso es todo sentimentalismo. Reno no es estúpido. Él sabe que no es ninguna amenaza a la justicia, a la belleza o al honor la que molesta a Trump. Él quiere reabrir "la economía", no la National Gallery.

Noto de pasada que First Things es uno de los medios más asociados con la promoción de la idea de que Estados Unidos, occidente, fueron fundados sobre la base de una "ética judeocristiana". La expresión "judeocristiana" surgió en el siglo XX en un deseo humano de rechazar el antisemitismo mientras se imbuía al Estado de un aura religiosa. Pero, como cualquiera con incluso un mínimo conocimiento de la ley talmúdica sabe, en la tradición moral hebrea todas las máximas legales adquieren sentido en la defensa de la vida humana. Puedes comer treif (comida impura) si es necesario para salvar la vida y, como en la tradición ética católica, no necesitas embarcarte en medios extraordinarios para salvar una vida, pero no puedes hacer nada que acelere una muerte.

¿No hay ninguna sorpresa en que "el presidente más próvida de la historia", como Marjorie Dannenfelser de la "próvida" Lista Susan B. Anthony le llamó, esté dispuesto a ignorar las exigencias morales del momento para poner la economía en movimiento? ¿Qué está haciendo esa parte del movimiento próvida que tan calurosamente le apoyó? Seguramente, no permitirán que las políticas partidistas se pongan por medio en un momento tan crucial en el que las implicaciones morales son tan obvias. Los personajes televisivos que habitualmente alaban a Trump por sus credenciales próvida se han dejado comprometer completamente: el ex- católico Sean Hannity está absolutamente con Trump en su deseo de volver a la normalidad económica venga lo que venga, la conversa católica Laura Ingraham mostró la misma disposición. No he encontrado nada en la página web de la Lista Susan B. Anthony, nada en Sacerdotes por la Vida y, lo que es más terrible, nada en la página web de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. ¿Dónde está el arzobispo Joseph Naumann, director del comité próvida, con la clase de denuncia que emerge tan fácilmente de su bolígrafo y de sus labios cuando ataca a un demócrata proelección?

Son tiempos extraños. Cuomo, que firmó una de las más horrorosas leyes abortistas del mundo, dio sin embargo en el clavo de la pobreza moral del presidente cuando apuntó: "Eres el culpable de que 26.000 personas vayan a morir porque solo has comprado 400 respiradores".

Son tiempos moralmente clarificadores. En el verdadero himno nacional, el "Himno de batalla de la república", cantamos "Él ha hecho sonar la trompeta que nunca llamará a retirada. Él ha tamizado los corazones de los hombres ante Su tribuna de juicio". Ahora, como entonces, Él modela nuestros corazones hasta transformar los actos públicos y las posiciones políticas. Su verdad marchará, pero nadie que genuinamente valore la vida humana debería ignorar las cuestiones morales en riesgo hoy.

Por Michael Sean Winters. Traducido del National Catholic Reporter

Comentarios

Entradas populares