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Siete claves teológicas del Sínodo de la Amazonía (I)
Por Víctor Codina, SJ. Publicado en Religión Digital
El tema
central del Sínodo es la vida, la vida integral. Tan unilateral y
sesgado es reducir el sínodo al cambio climático como concentrarlo
únicamente en la ordenación de varones indígenas casados, mientras
se silencia la dimensión ecológica integral.
Para
iluminar esta compleja situación, ofrecemos siete claves teológicas
fundamentales, que se auto-implican y solapan mutuamente.)
Se trata de
un sínodo singular, importante y conflictivo. Singular, porque
aborda una tema universal -la ecología integral- desde un lugar
geográfico muy concreto. Importante por la temática que resume el
magisterio de Francisco (Evangelii gaudium, Laudato, si, Episcopalis
communio) y constituye como el punto álgido de su pontificado.
Conflictivo porque es crítico ante organismos financieros,
económicos y políticos que explotan y destruyen la Amazonía, y
crítico también frente al poder del clericalismo eclesial.
Esto ya se ha
puesto de manifiesto por reacciones contrarias al sínodo y al
Instrumentum laboris, de parte de organismos políticos y eclesiales.
Se comprende que el sínodo sea conflictivo, se comprende que se
pretenda acallarlo, que muchos medios lo quieran reducir al tema del
celibato eclesiástico que siempre produce morbo.
Tampoco
es casual que aumenten en estos meses acusaciones de abusos sexuales
del clero como para que la Iglesia antes de denunciar a otros, se
limpie ella misma de toda inmundicia. Se acusa al Instrumentum
laboris de herético, panteísta, apostasía, insensatez, que niega
la salvación de Jesús, quiere que la sociedad vuelva a la época
las cavernas, a los arcos y las flechas.
Para iluminar
esta compleja situación, ofrecemos siete claves teológicas
fundamentales, que se auto-implican y solapan mutuamente.
La vida es el
tema central de sínodo
El título
del sínodo, Amazonía, nuevos caminos para la Iglesia y para una
ecología integral, puede generar una cierta perplejidad ante la
pluralidad de temas implicados. El tema central es la vida,”la
vida del territorio amazónico y de sus pueblos, la vida de la
Iglesia, la vida del planeta”. (Instrumentum laboris- IL- 8). Y la
vida es un tema profundamente bíblico: Dios Padre es el creador de
la vida, Jesús ha venido para darnos vida en plenitud (Jn 10,10), el
Espíritu Santo es vivificador, Señor y dador de vida.
El tema de
sínodo forma parte integrante de la misión eclesial de todos los
tiempos, prolongar la misión de Jesús que pasó por el mundo
haciendo el bien y liberando de toda amenaza de muerte (Hch 10,38) ),
que anuncia un Reino de vida, que envía a sus discípulos a dar vida
y liberar del mal, que entrega amorosamente Su vida para que nosotros
tengamos vida, nos libera del pecado y de la muerte, Él es la
resurrección y la vida (Jn 11,25) y tiene las llaves del reino de la
muerte (Apoc 1,18).
Esta vida es
algo integral, incluye la vida del planeta, la vida humana material,
cultural y espiritual de los pueblos amazónicos, la vida plena de
las comunidades eclesiales amazónicas, es la vida humana comenzando
por lo más elemental y material (bios ) y es la vida pena,
salvífica, divina que nos comunica el Espíritu del Señor
resucitado (zoe) (IL 11). Corresponde a la Iglesia anunciar y
defender la vida y denunciar y luchar contra todas las amenazas de
muerte.
Tan
unilateral y sesgado es reducir el sínodo al cambio climático como
concentrarlo únicamente en la ordenación de varones indígenas
casados, mientras se silencia la dimensión ecológica integral.
Metodología
del ver y escuchar
La
metodología del sínodo no es la de Lumen Gentium desde la Trinidad
(LG 1-4,), sino la de Gaudium et Spesque parte de la realidad (GS
1-10). Es la metodología que tiene su origen en los movimientos de
la juventud obrera católica europeos (JOC) y que América Latina
asumió desde Medellín a Aparecida (excepto en Santo Domingo): ver,
juzgar y actuar. Francisco también nos advierte que la realidad es
más importante que la idea (EG 231-233 ).
Pero la
novedad del sínodo consiste en que al ver se añade el escuchar,
superando así el riesgo de caer en una frialdad sociológica
objetiva y distante. Escuchar implica pasar de ser mero agente a ser
receptor y paciente, dejarse impactar por la realidad humana, por el
clamor del pueblo, como Yahvé ante el clamor del pueblo explotado en
Egipto que sube hasta Dios (Ex 3,7-10), como Jesús al que se le
conmueven las entrañas ante el sufrimiento del pueblo que vive como
ovejas sin pastor(Mc 6,34). Escuchar es el talante necesario para un
juzgar y actuar compasivo ante el dolor ajeno.
Esta actitud
de escucha forma parte intrínseca de la sinodalidad de la Iglesia,
es decir de una Iglesia en camino conjunto que dialoga y escucha a
todos, que sabe que el Espíritu del Señor ha sido derramado sobre
toda la humanidad y que el Pueblo de Dios lo ha recibido por los
sacramentos de iniciación y que le confiere el sentido profundo de
la fe (LG 12). Esta doctrina tradicional ha sido profundizada por
Francisco en Episcopalis communio precisamente para que los sínodos
episcopales sean un momento de escucha y discernimiento del pueblo de
Dios. Y Francisco en Puerto Maldonado (Perú) prefirió escuchar a
los indígenas antes que dirigirles su palabra.
Añadamos que
en el caso de la Amazonía no solo se trata de escuchar al pueblo
sino de escuchar un pueblo pobre que forma parte de aquellos
privilegiados bíblicos a quienes han sido revelados los misterios
del Reino de Dios (Lc 10,21-22).
Este deseo de
escuchar se ha concretado en una amplia consulta de la REPAM a los
pueblos amazónicos para conocer sus inquietudes, problemas y
esperanzas: 65 mil personas participaron en procesos de consulta,
preparación y escucha, junto con 90% de los Obispos y Vicarios
apostólicos amazónicos.
Actitud
profética ante la vida amenazada
La lectura de
los aportes de las comunidades indígenas revela un constante clamor:
destrucción extractivista del territorio amazónico por empresas
petroleras y mineras, madereras, megaproyectos hidráulicos,
concesiones forestales, monocultivos, agrotóxicos, carreteras y
ferrovías, que destruyen el territorio, caza y pesca predatoria, etc
que expulsan a los indígenas a las ciudades y riberas, contaminan la
tierra y el agua, destruyen la biodiversidad, producen enfermedades a
niños y jóvenes, generan problemas sociales asociados como
alcoholismo, violencia contra la mujer, trabajo sexual, tráfico de
personas, criminalización y asesinato de líderes defensores del
territorio. La vida está amenazada por estructuras de muerte, fruto
del paradigma tecnocrático y del afán de lucro de grupos
financieros, económicos y políticos.
No es que
solamente se sientan amenazados en su territorio sino también en su
identidad humana, cultural y espiritual, pues la tierra no es un
lugar o un objeto, sino un sujeto, la Madre tierra, a la que las
multinacionales cortan las venas y esta se desangra. Nunca el pueblo
amazónico había estado tan amenazado como ahora.
Ante esta
grave situación la Iglesia no puede callar y ha de denunciar
proféticamente estas injusticias que afectan a la Amazonía y a todo
el planeta. Su silencio sería cómplice de muerte, sería pecado de
omisión.
El sínodo
exige una conversión ecológica como Francisco ya reclamaba en la
Laudato sí (LS 216-221). Sin embargo, el sínodo no es agresivo y
debería verse de forma positiva, como un llamado al diálogo y a la
conversión ecológica de todas las partes implicadas, como una ayuda
a superar dificultades y buscar un nuevo orden mundial, a cuidar el
planeta tierra, a unir a todos cuantos desean preservar nuestra casa
común, asumir con esperanza un futuro mejor, una ecología integral.
Eclesiología
de la Iglesia local: Una Iglesia amazónica
La Iglesia
que nace en Jerusalén es a la vez una iglesia local y universal. Más
tarde la Iglesia universal se va configurando como comunión de las
Iglesias locales bajo la presidencia de la caridad del obispo de
Roma. Las Iglesias locales no son una parte de la Iglesia universal,
sino una porción de la Iglesia universal, en las cuales y a base de
las cuales se constituye la Iglesia una y única Iglesia católica
(LG 23). El Vaticano II reconoce el valor de las Iglesias locales,
con su identidad cultural e histórica propia, su diversidad
litúrgica y canónica que enriquecen a la Iglesia universal (LG 23,
SC 37-40; 65, AG 22).La Iglesia es un Pueblo de Dios con muchos
rostros (EG 115,121).
El sínodo ha
de escuchar la voz de las comunidades cristianas amazónicas que en
la amplia encuesta realizada expresan un doble aspecto. Por una parte
agradecen los 500 años de evangelización de la Iglesia misionera
que ha fundado y formado las diversas comunidades cristianas a lo
largo de siglos, con gran sacrificio y generosidad de sacerdotes,
religiosas y religiosos misioneros. Y pide que les sigan ayudando con
centros de formación y defendiendo contra las actuales agresiones
de las multinacionales.
Pero al mismo
tiempo lamentan que todavía perviva un sentido colonial y vertical
de la misión, poco inculturada y dialogal, con una pastoral más de
visita que de presencia estable. Se pide que los misioneros conozcan
la lengua y cultura de pueblo y que tengan una visión positiva sobre
las capacidades de los indígenas para liderar sus comunidades
eclesiales en las diversas formas de misión y de ministerios, ya que
ellos y ellas son quienes mejor conocen a su gente y saben cómo
acompañarlos y dirigirlos. Una Iglesia local madura ha de poseer sus
propios ministros autóctonos.
De ahí la
necesidad y legitimidad de hablar de una Iglesia con rostro
amazónico, una Iglesia que responda a las necesidades e inquietudes
de los pueblos amazónicos, buscando la mejor manera de defender su
vida y de anunciar el evangelio de salvación de forma inculturada,
en diálogo con su cultura, espiritualidad e identidad histórica,
una identidad que va más allá de las diferentes fronteras políticas
geográficas de los pueblos. Una Iglesia con rostro amazónico es una
Iglesia samaritana, profética, nazarena, misionera, defensora de la
vida en todas sus dimensiones, que busca hoy nuevos caminos de
evangelización y de inserción pastoral (IL 107-114).
El sínodo
tendrá que concretar estos nuevos caminos. Uno de ellos podría ser
la constitución la Conferencia Episcopal Amazónica que reagrupe
todas las jurisdicciones eclesiásticas con pueblos amazónicos,
dando figura canónica jurídica a lo que ya ha iniciado la REPAM de
forma pastoral.
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