Sol, luz, agua, aire, belleza, creación, fe

"Estás llegando justo en el punto final del espectáculo de luz", dice el arquitecto Roberto Chiotti un poco después de la una de la tarde, mostrando el santuario de la parroquia pasionista de San Gabriel en Toronto, la iglesia que diseñó con Larkin Architect Ltd. a comienzos de los 2000. Sobre el mediodía, el sol
irradia por las vidrieras coloreadas, bañando de luz los, por lo demás, blancos muros de cemento en una miriada de matices deslumbrantes mientras la congregación se reúne para la Eucaristía. Los colores se arrastran por un muro, alcanzan un vértice y entonces se arrastran por el otro lado, desvaneciéndose hasta las cuatro de la tarde, cuando el sol entra en la iglesia en un ángulo oblicuo para iluminar un crucifijo en tonos rojos y azules marcados durante el sacramento de la reconciliación.

"Al principio tenía miedo de que fuese como una discoteca, con destellos de luz y láseres", explica Chiotti sobre el diseño, que testó utilizando cajas blancas y fragmentos de vidrio en el parque. "No había concebido que representaría el tiempo cósmico, porque la luz se mueve al ritmo en el que la Tierra gira sobre su eje".

San Gabriel fue la primera iglesia en Canadá certificada con el sistema de acreditación LEED (Liderazgo en energía y diseño medioambiental). Desde su suelo hasta los materiales de construcción y extendiéndose a los programas parroquiales, San Gabriel ha encarnado una visión católica de la ecología desde su consagración en 2006, casi una década antes de que el papa Francisco publicase "Laudato Si" en 2015.

Cuando su viejo templo en Toronto presentaba una suma de dificultades financieras y de mantenimiento en los albores del nuevo milenio, los pasionistas decidieron comenzar de cero. Los pasionistas canadienses estaban interesados en las enseñanzas del sacerdote pasionista estadounidense Thomas Berry, C.P, una figura esencial en el desarrollo de la ecoteología incluso después de su muerte en 2009, y la perspectiva de diseñar un nuevo edificio ofrecía una oportunidad única para expresar la visión cósmica del Padre Berry más allá de documentos y conferencias.

Chiotti había estudiado el trabajo del Padre Berry en la Facultad de San Miguel en Toronto bajo la dirección del Padre Stephen Dunn, C.P., pasionista y durante mucho tiempo miembro de la parroquia de San Gabriel y asumió el proyecto.

La orden de los pasionistas era convertir en tangibles las ideas del Padre Berry. "Cuando preguntábamos al Padre Berry, ¿cómo hacemos esto?- explica Chiotti- el respondía con una pregunta, en lugar de con una respuesta: ¿Cómo dirigirás el sol? Porque somos seres solares".

Los rayos del Sol y los colores que forman durante la misa son estéticamente conmovedores, pero el Padre Dunn dijo que, para él, el objetivo principal de las ventanas es la catequesis. "Es una larga tradición en las iglesias que los ventanales cuenten la historia de la salvación. Debes conocer a los santos, ese tipo de cosas". Algunas de las vidrieras con imágenes de santos de la vieja iglesia fueron salvadas y recicladas en el nuevo edificio, ya no elevadas en las alturas sino cara a cara con los parroquianos.

La catequesis de las ventanas de la nave, sin embargo, habla de transformación, de iluminación y de historia de la salvación a una escala cósmica. "Las ventanas son blancas salvo que el sol las cambie", explica el Padre Dunn. "Ese es el vínculo cosmológico esencial. Eso es algo en lo que creces. Al principio dices, `¿No es bello eso en la ventana?` Pero la lección está ahí. Seguimos invitando al sol en cada una de nuestras liturgias de una u otra manera".

Cuando el sol ya no brilla por medio de los filtros de colores de lo alto, todavía baña la nave por medio del muro masivo de ventanales de la cara sur, proporcionando a la congregación una vista completa del jardín conservado por los parroquianos. "Ocurre que el jardín tiene justo el mismo tamaño que el espacio de culto, de manera que la sacralidad del templo se proyecta en la creación", dice Chiotti.

La fuente bautismal también da la cara a las ventanas "para recordarnos que cuando somos bautizados en la comunidad cristiana, también somos aceptados en la comunidad de la tierra", explica Chiotti. Junto con el sol, el agua es un tema primario de la arquitectura. Un humedal artificial junto al jardín, también visible dentro de la iglesia, es alimentado por el agua de lluvia recogida en el tejado que se vacía como una cascada cayendo sobre un cuenco de piedra rodeado por un follaje exhuberante. Cuando el agua falta, sin embargo, la vida se muere.

"No solo es el agua un símbolo principal en nuestro rito de iniciación como cristianos", afirma Chiotti", sino que también es absolutamente esencial para la vida. Cristo afirmó ser el agua viva, así que el humedal nos pone en contacto con la preciosidad del agua, llamada a dar nueva vida. Pero si la contaminamos, no la respetamos o la utilizamos mal, traerá la muerte".

Incluso el aire que respiran los parroquianos es un recordatorio de la dependencia humana de la creación. Un muro vivo compuesto de plantas, dentro del edificio, captura el carbón liderado de la ropa y los zapatos, y devuelve aire puro en su lugar. La planta quita humedad en el aire en verano y lo humedece en invierno. En cada paso, San Gabriel invita a aquellos que caminan por ella a considerarse como íntimamente ligados a la creación.

Como parroquia pasionista, San Gabriel también testifica el carisma de la orden que la mantiene. Los pasionistas, que se remontan a 1747, dedican sus vidas al sufrimiento de Jesús y al significado de la Cruz en el mundo.

"La pasión de la Tierra es siempre la pasión de Cristo mismo", dice el Padre Brando Recaña, CP,
pastor de San Gabriel. "Cuando nos vayamos, la Tierra seguirá estando aquí. Lo que hagamos a la Madre Naturaleza siempre nos vuelve de vuelta". Aunque los problemas ecológicos son graves, el Padre Recaña afirma que los jóvenes de su parroquia le proporcionan esperanza al aprender una relación más profunda con Dios y con la creación por medio de la jardinería y del cuidado por la justicia.

En el jardín, como parte de la catequesis de San Gabriel, hay una serie de placas que funcionan como "estaciones de nuestra Tierra cósmica", narrando la historia del universo, lo que Thomas Berry llamaba cosmogénesis, con estaciones como "el floreciente progreso del universo" o "el ascenso de las flores".

"Como personas de fe, celebramos los momentos de transformación en la historia del universo", explica Chiotti, citando a Thomas Berry. "Si la historia del universo se escribiese en treinta volúmenes, losh umanos apareceríamos en la última frase de la última página, y Cristo en el punto y final. Así que, de alguna manera, estamos perdiendo el sentido del Cristo cósmico, o los treinta volúmenes anteriores a la encarnación de Cristo. Él tuvo que haber estado allí todo ese tiempo, si creemos en la presencia de Dios como verdad y realidad universal."

Chiotti sigue pensando ecológicamente mientras diseña y actualiza otros espacios sagrados. "Mi esperanza era que cada iglesia que diseñase después de esta sería así". No ha sucedido, pero desde "Laudato Si" ha notado una diferencia en cómo las congregaciones piensan en la construcción. Por ejemplo, una iglesia en la que está trabajando en Milton, Ontario (San Benito), será neutra en consumo energético, estará construida con materiales sostenibles disponibles en las proximidades y quedará eficientemente aislada.

"Partiendo de arriba, de las estrellas, podrías bajar la vista al suelo y ver que estamos crucificando la Tierra. Pero hay esperanza en la Resurrección y una nueva comprensión nos traerá un futuro humano viable", dice Chiotti. Si los seres humanos somos capaces de formar mejores relaciones con los demás y con la naturaleza, tal vez, nos sugiere la parroquia de San Gabriel, nos podamos incluso en convertir en algo más que una frase al final de la historia del universo. 

Por Dean Deatloff. Traducido de America Magazine

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