La más humilde y elevada

Virgen Madre, hija de tu Hijo,
la más humilde y elevada de todas las creaturas,

término fijo de la eterna voluntad,
tú eres quien ennobleciste la naturaleza humana
de modo que Su hacedor no desdeñó
convertirse en su hechura.
En tu vientre se encendió el amor,
por cuyo calor en la eterna paz germinó esta flor.
Aquí eres entre nosotros meridiana luz de claridad,
y allá abajo, entre los mortales,
fuente viva de esperanza.
Mujer, eres tan grande y tanto vales,
que quien desea una gracia y no recurre a ti,
quiere que su deseo vuele sin alas.
Tu benignidad no solo socorre a quien pide,
sino que muchas veces libremente se anticipa a la petición.
En ti la misericordia, la piedad,
la magnificencia se reúnen

con toda la bondad que se pueda encontrar en la creatura.

Dante Alighieri. Divina Comedia, Canto XXXIII

A ti, María, Virgen concebida /
sin pecado, yo indigno
, yo devoto /
de tu manto, yo escándalo, yo roto, /
te canto y rezo con mi lengua ardida. /
Estrella de mi mar en la vencida, /
borrasca ofrendo a Ti mi humilde exvoto; /
un bergantín sin rumbo y sin piloto, /
en tu ermita carmela guarecida. /
Ave María, Gratia plena, suave /
nido de Encarnación
, pluma de vuelo, /
rosa blanca entre angelitos sonrojos. /
Reina del cielo, que te acoge y sale; /
Sálvame, mírame, tu pequeñuelo...

Gerardo Diego

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