Silencio y sencillez
Entrevista al hermano John de Taizé, por Jesús Bastante en Religión Digital
La comunidad Taizé va a celebrar en Madrid su próximo encuentro Europeo.
Esta comunidad, fundada por el hermano Roger justo al iniciarse la
Segunda Guerra Mundial, tiene como objetivo "vivir el Evangelio de una
manera muy sencilla a través del trabajo, la oración y la acogida".
Nos lo dice el hermano John, americano, que se encuentra en
Madrid para organizar el encuentro y que pertenece a la comunidad desde
hace 44 años. Hablamos con él de esta comunidad ecuménica y de cómo, de
forma "sorprendente", acabó siendo un lugar de acogida a donde llegan jóvenes de todo el mundo que buscan dar un sentido a su vida y donde encuentran dos cosas importantes: silencio y sencillez, espacios poco habituales en el mundo actual.
Nos comenta que el Encuentro va a ser en plena Navidad y que el
desafío que tiene la comunidad es encontrar familias que acojan a los
jóvenes durante su estancia en Madrid esos días. También que estiman que
llegarán unos 15.000 jóvenes de todo el mundo.
Por otro lado, hablamos sobre "Con las manos en la tierra", editado por Khaf,
del hermano Daniel, uno de los primeros hermanos de la Comunidad Taizé,
que a sus 97 años "trabaja como un joven", y que reflexiona sobre la
necesidad de "estar en contacto con la tierra y con las cosas sencillas".
Bienvenido a España, hermano. ¿Cómo te llamamos? ¿Hermano John? ¿John?
Sí, John.
¿De dónde eres?
De los Estados Unidos, de Filadelfia.
¿Cuántos años llevas en Taizé?
Muchísimos años, desde 1974.
Hace 44 años... ¿Que lleva a un norteamericano a acabar perdido en Borgoña?
Oí hablar de Taizé en el colegio, en una clase de religión. Después
tuve la posibilidad de venir a Europa tras mis estudios y me interesé
por esta comunidad ecuménica monástica. Estuve una semana y me gustó
mucho, así que volví después, para quedarme.
Con John vamos a hablar de dos cosas, fundamentalmente; de un
libro que acaba de editar en Khaf, del grupo Edelvives: “Con las manos
en la tierra” de Daniel de Montmollin. Daniel es un hermano a quien
supongo conocerás.
Por otro lado, hablaremos del próximo Encuentro Europeo que va a
tener lugar en Madrid, del 28 de diciembre al 1 de enero, gracias a la
colaboración del arzobispado de Madrid.
Pero, primero me gustaría que me comentaras qué es Taizé.
Somos una comunidad de hombres de
tradición monástica que queremos vivir el Evangelio de manera muy
sencilla a través del trabajo, la oración y la acogida.
A Taizé van, anualmente, miles y miles de jóvenes a pasar semanas, días, encuentros...
Normalmente vienen una semana. Pero este no es el motivo de la
fundación de la comunidad por el hermano Roger; él quiso crear una
pequeña comunidad, como una señal del Evangelio a través del trabajo, la
oración y la acogida.
Era la II Segunda Guerra Mundial, no hay que olvidarlo.
Sí. Y después, en los años 60, de forma sorprendente empezaron a venir muchos jóvenes. Y todavía siguen viniendo.
¿Eso altera la vida de los hermanos, o es parte sustancial de ella?
Al principio no fue siempre fácil acoger a estos jóvenes; tuvimos que aprender. Ahora estamos acostumbrados.
Hay comunidades de reflexión y de oración de Taizé repartidas
por todo el mundo. Yo mismo formo parte de una. Cuéntanos cómo es la
oración de Taizé, el estilo de orar y de reflexionar.
Por una parte es muy tradicional: las oraciones de las horas, los
salmos, lectura bíblica, cantos.
Es casi todo cantado pero es muy
accesible: con la llegada de todos estos jóvenes de diferentes países y
distintos idiomas tuvimos que buscar maneras muy sencillas de rezar
juntos. Descubrimos estos cantos, muy cortos, que se cantan muchas veces
y que todos conocen ahora como los “cantos de Taizé”.
¿Qué aporta Taizé a la Iglesia y a la sociedad de hoy en este
mundo rodeado de prisas, urgencias y ruidos? Porque sois una comunidad
que también apuesta por la oración, por el silencio y el recogimiento.
Sí, dos cosas. Primero, un lugar de silencio. Esto es muy
interesante, porque muchos de los jóvenes que vienen a Taizé es lo que
buscan, aunque parezca extraño.
La segunda cosa que aportamos es la sencillez. Y también resulta
sorprendente que cuando preguntamos a los jóvenes qué es lo que les ha
gustado de Taizé, muchas veces responden que la sencillez. Acogemos a
miles de jóvenes y tiene que ser sencillo. Supongo que les gusta porque
vienen de una sociedad de la abundancia y ellos buscan otra cosa.
Estamos al final del Sínodo de los Jóvenes en el que ha estado
nuestro prior, el hermano Alois. En cierta medida Taizé es un
laboratorio de cómo son los jóvenes de todo el mundo, porque allí
convergen jóvenes de muchos países. ¿Qué retos tiene y qué cosas busca
la juventud?
Son muy distintos entre ellos, pero creo que lo que todos buscan es
el sentido de su vida. La sociedad de hoy habla de dinero y de poder,
pero no ofrece un sentido que pueda interesar y por eso ellos están en
búsqueda. También coinciden en que todos quieren una sociedad de paz y
de justicia.
La solidaridad y la lucha por la justicia sí que es una
constante que conecta a los jóvenes con el Evangelio. Tal vez la Iglesia
institución está más alejada.
Muchas veces, depende del país, los jóvenes no conocen bien el
Evangelio ni el mensaje de Cristo, pero están abiertos cuando creen que
tiene un sentido.
¿Cuántos sois?
Hermanos en toda la comunidad, cien. Tenemos grupos en otras partes
del mundo y otros en viaje, como nosotros ahora para la preparación del
encuentro.
¿Cómo vivisteis la situación que ocurrió en Taizé con la muerte del hermano Roger?
No nos lo esperábamos. En nuestra iglesia nunca hubo violencia. Esta
muerte violenta a manos de una mujer enajenada fue inesperada. Pero por
otra parte muchos después de esta muerte, hemos comprendido cuán
importante fue el legado del hermano Roger por toda la gente que vino,
que nos escribió, y porque la comunidad ha seguido adelante. Algunas
personas tuvieron miedo de que desapareciera con el hermano fundador.
Taizé es una comunidad ecuménica, lo que significa que no todos
los integrantes son católicos. ¿Es importante ese debate que hubo sobre
el hermano Roger, de si al final murió católico o siguió siendo
protestante? ¿O es algo que no os planteáis?
Él no pensaba en estas categorías; él decía: “Yo he reconciliado
dentro de mí la fe de mis orígenes con la fe de la Iglesia católica”.
Para él había una sola Iglesia y tenía que reconciliarse desde dentro.
Eso es algo en lo que también está trabajando mucho el papa
Francisco con ese movimiento por la unidad efectiva, no tanto de
denominaciones, que eso será quizá un paso posterior.
Esto es lo que vivimos con los jóvenes también, porque muchas veces
pasan una semana con otros jóvenes y solo al final saben quién es
protestante y quién católico.
Seguidores de Jesús, que es de lo que deberíamos estar hablando, y del Evangelio. ¿No?
Claro.
De que son muchas más cosas las que nos unen que las que nos separan.
Hablemos del encuentro de diciembre: cómo se organiza y por qué Madrid.
Madrid, porque este año fuimos invitados por el cardenal Osoro, que
ya cuando estuvo en Valencia nos invitó. Hace tres años tuvimos el
encuentro allí, pero él no pudo venir. Ha renovado la invitación y ha
hablado con los otros líderes de las Iglesias, y todos estuvieron de
acuerdo.
¿Cuáles van a ser los ejes del encuentro europeo de Madrid?
Es un poco como lo que vivimos con los jóvenes en Taizé, pero con
todas las parroquias y comunidades locales. Con momentos de oración por
las mañanas en las parroquias locales. A medio día, en doce grandes
iglesias del centro de la ciudad. Y por la tarde en el IFEMA.
Vais a coincidir con el estreno, en el IFEMA, de un musical: “33”, de Toño Casado. No sé si vais a asistir.
¿Cuántos jóvenes pueden llegar a venir a Madrid?
Normalmente, como 15.000 de fuera. Y con los de España, podemos decir que hasta 20.000.
Un número muy considerable; convertimos a Madrid en la capital europea de la juventud.
Sí. Y el desafío es encontrar familias para acoger a todos los
jóvenes, porque hemos descubierto que es más entrañable cuando los
jóvenes pueden ser acogidos por la gente, en las familias.
Que, además, en fechas como las navideñas puede ser una oportunidad, pero también un problema.
Sí, todos lo dicen. Sobre todo en España, que las fiestas se prolongan hasta el 6 de enero. Pero en Valencia fue posible.
“Con las manos en la tierra” no es un libro tuyo, pero lo es de un hermano de comunidad. ¿Qué nos contáis en él?
El hermano Daniel, el autor, fue uno de los cuatro primeros hermanos
de Taizé. Llegó en 1942 y ahora tiene 97 años, pero trabaja como un
joven todavía. Hizo estudios de Teología, pero en los primeros años la
comunidad se centró en la manera de ganarse la vida. Para el hermano
Roger era muy importante que los hermanos nos ganásemos la vida con el
trabajo, como todos. Entonces el hermano Daniel estaba en un pueblo
cerca de nosotros, en Cluny, que es muy famoso, y ahí había una
ceramista. Le gustó este trabajo y lo aprendió. Ahora es uno de los
ceramistas más reconocidos en Francia, pero en otros países también.
La parábola parece bastante clara: el alfarero con la Iglesia,
ese estar en contacto con la tierra y, a partir de los materiales,
construir.
Para él la cerámica no es solamente un trabajo, es una manera de
vivir: agua, fuego y tierra, son tres elementos que van juntos para
crear algo. Reflexiona en este sentido y sobre la necesidad de la gente
de estar en contacto con la tierra, con las cosas sencillas.
El libro, que está escrito desde Europa, también suena mucho
para el próximo Sínodo, el de la Amazonía, donde estamos hablando de la
Tierra, del contacto, de ser custodios. Es una de las grandes cosas que
Francisco nos está recordando.
Para terminar, imagina que tienes delante unos cuantos jóvenes: invítales al encuentro.
Los jóvenes que vienen a Taizé son jóvenes que van a la iglesia y
otros que no conocen mucho el Evangelio, ni van a la iglesia. Pero lo
importante es estar con otros jóvenes de la misma edad para reflexionar
juntos y buscar caminos para su vida. También del sentido de la
espiritualidad; de abrirnos a este misterio que llamamos Dios. Podéis
vivir, en estos días de Navidad, esta comunión y esta búsqueda, que no
nos aleja de la solidaridad entre los hombres para crear un mundo mejor.
John, ha sido un placer. Y gracias por estar aquí y por seguir
manteniendo viva la llama de Taizé, que es un oasis en mitad de un mundo
con demasiadas prisas. Los que lo vivimos desde cerca, aunque no
hayamos podido ir nunca a Taizé, os agradecemos el poder conectarnos
con nosotros y con el Dios que nos une a todos.
Gracias.
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