Lecciones de la banda

El 13 de octubre, el equipo de fútbol americano de la Universidad del Estado de Iowa obtuvo una victoria complicada sobre un equipo del top 10, los West Virginia University Mountaineers, pero lo más destacado de la noche fue el espectáculo del descanso, inspirado en Jurassic Park, ofrecido por la banda de marcha del Iowa State, que mostró a sesenta miembros de la banda sobre el campo con trajes de dinosaurios.

He aquí la grabación:

Esos sesenta trajes que ves cuestan cincuenta dólares cada uno, o sea, 3.000 dólares en ese detalle del espectáculo.

"Sinceramente, cuesta más alimentar a la banda de marcha que vestirla con trajes de dinosaurio", le dijo a SB Nation el director de la banda, Christian Carichner. (Carichner parece tener un muy buen sentido del humor tanto al planificar los espectáculos de la banda como al conceder entrevistas).

No es una sorpresa que el espectáculo del descanso se haya hecho viral. Envíe el clip a mi hermana pequeña, que ya lo había visto, por supuesto, porque los dos somos grandes aficionados a las bandas de marcha. Ella, al trombón, y yo, a la trompeta, fuimos ambos miembros de la banda de marcha de la Universidad de Notre Dame, aunque nunca al mismo tiempo y nunca en ropajes prehistóricos. El deporte universitario es una extraña y exclusiva obsesión norteamericana, pero nos permitió viajar a lo largo del país, tocando música ante audiencias de decenas de miles de personas.

Aprendimos también muchas lecciones vitales sobre lo que significa ser parte de una comunidad. Aquí van cinco.

1.- Aprender haciendo es una gran forma de aprender.

Recuerdo mi primer día en el año inicial en el campamento de la banda de Notre Dame como si fuera ayer. Todos los que esperábamos formar parte de la banda -alrededor de quinientos estudiantes- nos reunimos unos pocos días antes de que comenzasen las clases para practicar música y marchar antes de que comenzasen las audiciones el domingo por la tarde. Llegué al edificio de la banda aquella mañana, encontré donde ponía mi nombre, saqué mi trompeta y salí para encontrarme en una fila de ocho personas. Nos pusieron a los novatos entre los miembros de la banda que volvían. Pensaba que nos darían alguna instrucción sobre lo que iba a ocurrir.

Pues no.

La percusión nos condujo en una escala cálida, luego Kathie, la principal batería, soltó un silbido y la banda pasó a gritar "¡Irlandés!. Bueno, los antiguos lo hicieron. Los nuevos estábamos confusos y bastante en shock.

Miré a los trompetistas que estaban a mi lado para ver somo se formaba en la banda de Notre Dame, que era diferente a lo que hacíamos en el instituto. Katie silbó otra vez, la percusión comenzó a tocar y comenzamos a marchar. La banda de Notre Dame utiliza un paso extraño que casi ninguna banda de instituto usa y hay un movimiento de brazo que exige que uno se golpee el pecho con ferocidad y cada una de las secciones tiene algunos momentos propios durante las diversas cadencias de la percusión, junto con otros momentos que la banda completa toca junta. Reducimos la línea a cuatro personas y luego la volvemos a expandir a ocho. Después de unos minutos, la base de percusión llegó a una cadencia introductoria y luego tocamos la Marcha de la Victoria de Notre Dame y otro himno escolar.

He aquí lo que me impresiona todavía sobre aquella marcha: Nada de todo esto se nos explicó. Nunca nos sentamos en una reunión en el edificio de la banda para aprender los pasos ni cuando tocar qué canción. Simplemente te lo ibas figurando según iban sucediendo los acontecimientos, imitando a los que te rodeaban. Era un reto. Y era un modelo pedagógico más que efectivo. Los siguientes años fueron incluso más divertidos, mientras veía a los nuevos asombrarse ante el silbido de inicio y les introducía en la banda por medio de mi ejemplo.

Este enfoque me recuerda uno de los puntos del papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium ("La alegría del Evangelio"): estamos llamados a compartir activamente la alegría de nuestra fe con los demás, incluso aunque no tengamos avanzados estudios teológicos. No se trata de sentarse a esperar que alguien te explique todas y cada una de las cosas. "No sería suficiente vislumbrar un plan de evangelación que se desarrollase por unos profesionales mientras que el resto de los fieles se ven reducidos a receptores pasivos. ¿A qué estamos esperando?

Francisco ha silbado. Tiempo de marchar.

2.- En una comunidad realmente grande, encuentra una subcomunidad.

Mi banda de marcha del instituto tenía en total sesenta miembros. Solo la sección de trompeta de Notre Dame tenía ochenta. La banda misma tenía más de 4.000 miembros, así que no había manera de conocernos todos. Todo se hacía en secciones, divididas por instrumentos. Teníamos tres líderes de la sección de trompetas que eran apoyados por quince o veinte "miembros principales" de la banda, veteranos que habían sido seleccionados para las posiciones de liderazgo. Socializamos juntos, aprendimos música juntos, jugamos juntos. Para ser sinceros, la sección de trompeta era un poco demasiado temeraria para mí (la gente que elige tocar el instrumento más peligroso suele ser, de media, un poco temerario), pero mi mejor amigo de la facultad era trompetista, como lo era su hoy mujer.

Las mejores parroquias que he conocido utilizan un modelo similar, desarrollando una "comunidad de comunidades" que introduce a la gente en grupos pequeños a través de ministerios específicos entre los mucho mayores encuentros eucarísticos de los domingos. Por supuesto, también es increíblemente valioso tener una comunidad grande y unida, porque...

3.- Un grupo concentrado singularmente, todos juntos, en una tarea puede hacer magia.

Una de las mejores piezas de música que tocábamos era un calentamiento -algo que nunca tocamos siquiera en el campo de fútbol-. ¿Conoces la famosa "nota profunda" que tocan en los cines autorizados, con crescendos durante unos pocos segundos hasta alcanzar su punto culminante? Nuestra pieza era una especie de versión para banda de marcha de eso. Era una serie simple de acordes con una cadencia propulsiva que se repetía tres veces, cada vez más sonora. Sonaba tanto al final. Todavía tengo escalofríos solo de pensarlo. ¿La misma pieza tocada por un solista? Ridículamente tibia y aburrida. El poder de la banda de Notre Dame venía de que cada uno de sus miembros ponía su parte para construir el sonido completo, incluso aunque no se pudiese discernir la contribución específica de algún individuo particular.

Estoy bastante seguro de que San Pablo nunca había escuchado una gran banda de marcha cuando escribió sobre cómo un cuerpo necesita a todas sus partes para funcionar adecuadamente -y así ocurre también con el cuerpo de Cristo, con la comunidad-. Pero si la hubiese escuchado, la habría mencionado -si en una banda de marcha todos fuesen trompetas, ¿cómo sonará el bajo?

4.- Busca un equilibrio entre la seriedad y la jovialidad.

En un momento dado, estamos todos como estatuas, haciendo el paso de los mil pies. Al siguiente, estás haciendo un complejo y coreográfico baile de "Napoleón Dinamita" en frente de 80.000 personas. Justo cuando temía que nos estábamos tomando a nosotros mismos demasiado en serio, con todas aquellas charlas sobre la Historia -con h mayúscula- y la Tradición- con t mayúscula-, salíamos a hacer números de baile ridículos. Nunca pude saber si nuestros compañeros de estudios que nos miraban desde las gradas se reían "de" nosotros o "con" nosotros. Creo que "con" nosotros.

¿Nosotros en la Iglesia Católica, con toda nuestra Historia y nuestra Tradición, nos reímos lo suficiente de nosotros mismos? ¿Pensamos que nuestra fe es lo suficientemente importante como para no tomárnosla tan en serio en todo momento?

5.- Un buen líder empodera a otros líderes.

Creo que nunca tuve ni una conversación con el director de la banda durante mis tres años en la sección de trompetas. Hablar con él habría sido algo intimidante, cierto, pero creo que la principal razón de esta falta de contacto era que tenía decenas de otros líderes con los que hablar si tenía alguna pregunta o necesitaba algo. Había directores asistentes, percusionistas principales, oficiales de la banda y los ya mencionados líderes de sección y miembros principales. Además, como aprendíamos un espectáculo completamente nuevo para cada partido doméstico de la temporada, se te ponía en un grupo de cuatro miembros, nuevos y veteranos, y aprendíamos los pasos juntos como una miniunidad.

Soy una especie de fanático del control y si estuviese a cargo de una banda, probablemente querría enseñárselo todo a todos personalmente. Pero la estructura de liderazgo múltiple de la banda permitía un enriquecimiento mutuo entre todos los músicos. Los miembros más jóvenes veían el liderazgo de los veteranos y aspiraban a seguir sus pasos algún día. Los miembros más veteranos veían la promesa que traían los jóvenes líderes y les llamaban a utilizar su talento y su entusiasmo al servicio de la banda. No creo que nunca haya formado parte de otro grupo con un sistema de liderazgo tan desarrollado. Era un gran modelo.

Así que, si te pasas por algún partido este otoño, espero que prestes atención a la banda y les aprecies no solo por sus logros musicales, sino por cómo ejemplifican algunos elementos esenciales de lo que constituye una buena comunidad -en uniformes normales o en hermosos disfraces de dinosaurio-.

Por Mike Jordan Laskey, Traducido del National Catholic Reporter

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