La vida es hermosa gracias a nuestras cruces

No fue su enfermedad lo que me cautivó, aunque sí fue la razón por la que supe de ella. Diagnosticada en el nacimiento con fibrosis cística, una condición genética que inunda los órganos con un exceso de mucus, Claire Wineland tenía una manera única y carismática de convertir la dureza en bendición.

Fue un icono de las redes sociales, creando vídeos como "Muerte 101", "Lo que se siente al morir" o "Cómo funciona el tubo de oxígeno". Sus vídeos de Youtube y sus posts en Instagram obtuvieron millones de seguidores, inspirados por su personalidad optimista y su candor alegre pero franco sobre vivir con una enfermedad terminal.

A la edad de 14 años, ofreció una charla TED en la que dijo: "La gente tiende a desanimarse cuando tienen problemas o algo que les sobrepasa, cuando en realidad esa es la parte que más deberíamos apreciar en la vida. Es entonces cuando más consigues sacar de cada segundo de tu vida". Entonces suelta una tos y dice: "Vaya, un pelo".

Así era ella. Profunda, inspiradora y divertida al mismo tiempo.

Por desgracia, falleció el mes pasado a los 21 años tras sufrir un fallo en la recuperación de un exitoso doble trasplante de pulmón. Su muerte congregó la atención mediática mundial, con su historia contada por la CNN, el Washington Post, la BBC y otros. Su historia insufló a los medios como el viento fuerte que ella fue, dejando a aquellos que leyeron sobre ella un poco mejor y un poco diferentes.

Yo fui uno de esos que admiraron a Claire de lejos. Nunca la conocí, al menos de la forma en la que típicamente nos conocemos las personas. Pero era tan vulnerable, próxima y honesta en sus vídeos que tras verlos sentía como si la conociera.

También sabía de lo que estaba hablando. Mi mujer fue diagnosticada, al poco de nacer, con fibrosis cística, así que lo que escuchaba de Claire podía relacionarlo, no de la manera en que podía hacerlo mi esposa, pero de una forma diversa también de la de aquellos que no sabían nada sobre su enfermedad.

De hecho, esto es algo de lo que Claire hablaba a menudo -como aunque la mayoría de nosotros no hubiésemos oído hablar nunca de su enfermedad, todos nosotros conocíamos el sufrimiento-. En un vídeo reciente sobre su trasplante de pulmón, compartió: "Muy poca gente sabe lo que es sofocar lentamente toda tu vida y necesitar unos pulmones nuevos. Eso no es un problema de personas normales -gracias a Dios-. Para mí, el sentido de compartir todo por lo que estoy pasando no es haceros sentir como si vuestras vidas no estuviesen tan enfermas como la mía. Porque tal vez en la superficie no lo estén, pero en lo fundamental todos estamos en el mismo barco".

Ahí es donde más me hablaba Claire Wineland. Claire nunca pedía piedad por su sufrimiento, ni quedar apartada como otra niña enferma inspiradora. En otra ocasión dijo que su memoria no iba a ser "otro libro de una persona enferma feliz".

Claire quería que viésemos que la enfermedad y el sufrimiento pueden ser utilizados para grandes cosas. Enseñando en una charla TED, dijo: "La vida no va solo de estar contento. No va de cómo te sientes segundo a segundo. Va de lo que estás haciendo con ella y de si puedes descubrir un motivo de orgullo profundo en quién eres y en lo que te ha sido dado".

Tuvo un camino duro que recorrer en la vida, pero no fue el final de su historia ni debería ser el final de la nuestra. ¿Con qué frecuencia nos encontramos esperando a la siguiente ocasión especial? ¿O esperando a que terminen los tiempos duros? ¿O creyendo que la hierba es más verde en otro lado -en otro trabajo, con otro compañero o comprando otra cosa-?

La respuesta a nuestros inquietos corazones no está al otro lado de nuestra lucha, está en la forma en la que abrazamos nuestra lucha. Esta en la forma en la que tomamos lo que nos ha sido dado y lo ofrecemos como un regalo a los demás.

Claire lo hizo bellamente. Fue intencionadamente próxima al compartir su sufrimiento, para que pudiésemos conocer nuestro propio sufrimiento. Compartía su alegría, para que pudiésemos saber que podía haber alegría en nuestros momentos de dureza. Nos dijo que la lucha era una invitación para abrazar cada momento, no una carga de la que librarse.

¿Qué clase de mundo tendríamos si siguiésemos su ejemplo? ¿Si buscásemos comunión en nuestro sufrimiento, viésemos un regalo en la lucha y no temiésemos su invitación a encontrar una oportunidad donde el mundo ve un problema?

Descansa, Claire. Gracias por darnos todo tu ser y por enseñarnos que la vida es hermosa gracias a nuestras cruces, no a pesar de ellas.

Por Christian Mocek. Traducido del National Catholic Reporter

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