Fraternidad y bien común
El Movimiento de los Focolares promueve una asociación de ciudades
para elevar la fraternidad a categoría política. «El cambio sería
copernicano», aseguran. Hasta la fecha se han sumado cuatro
ayuntamientos de distinto signo en Aragón, Murcia y Extremadura.
Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, siempre se
refería a la fraternidad cuando pisaba terreno político, sobre todo, en
los parlamentos e instituciones que visitó a lo largo de su vida. Solía
decir que tras la Revolución francesa y hasta nuestros días, la libertad
y la igualdad se han ido desarrollando como verdaderas categorías
políticas, algo que no sucedió con la tercera pata del trinomio: la
fraternidad. Y abundaba: solo las tres juntas podrían dar como resultado
una política que responda a los problemas de hoy. Por ejemplo, solo la
fraternidad puede hacer que los bienes se muevan y entre en acción la
solidaridad para resolver la desigualdad entre ricos y pobres. «Se toma
conciencia de que toda ideología política puede ser la respuesta a una
necesidad social y, por lo tanto, es necesaria para el bien común. La
crítica puede ser constructiva hasta llegar a poner en práctica la
aparente paradoja de amar el partido del otro como el propio, porque el
bien del país tiene necesidad del trabajo de todos», explicó la propia
Lubich en el Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, en
2004.
Desde entonces, han sido muchos los políticos, se cuentan por miles,
que han asumido la propuesta de Lubich a través del Movimiento Político
por la Unidad (MPpU), que ella misma fundó, y que han promovido
encuentros y grupos de trabajo que han desbloqueado –en Italia por
ejemplo– algunas leyes tras muchos años. Una propuesta innovadora que ha
dado un paso más con la Asociación Ciudades por la Fraternidad, que
acaba de nacer en España para unir a ayuntamientos, personas y
asociaciones para proponer la fraternidad como instrumento y fin del
bien común y de una sociedad inclusiva.
Inspirada en una experiencia similar en Italia, la Asociación
Ciudades por la Fraternidad fue constituida el 29 de septiembre,
promovida por personas vinculadas al MPpU y la Asociación Humanidad
Nueva España, y a la que se han sumado como socios fundadores los
ayuntamientos de Caravaca de la Cruz (Murcia), Ainsa (Huesca), Utrillas
(Teruel) y Don Álvaro (Badajoz), cuatro asociaciones y 56 personas
físicas. A todos ellos se pueden incorporar más municipios, personas u
otras organizaciones, pues el plazo para ser socio fundador no expira
hasta finales de noviembre.
La definición que se han dado es la de una red abierta donde
participen instituciones, asociaciones y ciudadanos interesados en
llevar la fraternidad a la vida de sus ciudades. Su objetivo: crear un
espacio de trabajo permanente de experiencias positivas que se pongan en
red y se multipliquen, donde se manifiestan la paz, los derechos
humanos, la justicia social… Y la metodología: el diálogo entre la
sociedad civil, las asociaciones, las diversas formas de voluntariado y
las instalaciones de modo que descubran la belleza de pensar y trabajar
juntos por un proyecto común.
Pilar Ferrero es concejala del Ayuntamiento de Castell-Platja d’Aro
(Gerona) y una empeñada en extender la cultura de la fraternidad. Por
ello preside la asociación. «Todo surge en el seno del MPpU, cuando nos
preguntamos qué podíamos hacer ante la situación política que ha vivido
nuestro país en los últimos años. Vimos que en Italia había una
iniciativa que conectaba en red a municipios y pensamos que podía ser
una solución. Año y pico después, aquí estamos», explica en conversación
con Alfa y Omega.
Lo innovador de la iniciativa es que conecta a municipios donde
gobiernan distintas fuerzas políticas, pero no implica solo al gobierno,
sino también a toda la corporación. Así, en Caravaca de la Cruz, Ainsa o
Don Álvaro gobierna el PSOE, pero la moción para incorporarse a
Ciudades por la Fraternidad fue aprobada prácticamente por unanimidad.
En Utrillas, donde gobierna Compromiso por Aragón, partido vinculado a
Ciudadanos, la votación se hará la semana que viene en pleno
extraordinario.
Que se encuentren personas e instituciones de diferente signo
político, compartan inquietudes y lleven la fraternidad a la política no
debería extrañar, pero no es lo común. «La política tendría que primar
el bien común y las relaciones entre personas. Porque si la fraternidad
entra ahí, el giro sería copernicano. Cambiaría la manera de hacer
política desde las administraciones. Desde los ayuntamientos, que es lo
más cercano a los ciudadanos, se puede hacer una labor impresionante. Y
no solo esto; también puede ser una aportación para que caigan cierto
tipo de barreras que se están levantando últimamente», explica Pilar
Ferrero.
«A través de esta alianza colectiva de ideas y proyectos, pretendemos
hacer patente nuestro compromiso con el diálogo social, abierto a todos
los ciudadanos e instituciones que compartimos el entusiasmo vital por
la fraternidad», apunta José Moreno Medina, el alcalde de Caravaca de la
Cruz, el municipio más populoso de los adheridos a esta iniciativa.
Enrique Pueyo es otro de los alcaldes que ha metido a su
ayuntamiento, Ainsa, en esta aventura. Ya
formaban parte del grupo de
Ciudades por la Paz a nivel mundial y ahora se han implicado en llevar
la fraternidad a la política. La realidad de su entorno le permite
practicar el consenso y el acuerdo con los municipios vecinos, pues los
beneficios son evidentes: «Somos más fuertes como pueblo y, además, los
ciudadanos tienen una mejor visión de la política». «Pero para llegar a
acuerdos –continúa– hay que ceder. Esto se hace realidad en los
ayuntamientos, pero cambia a nivel autonómico y nacional, donde las
cosas se tensan bastante». Pueyo cuenta que en otros tiempos la división
política fue causa de división social en el pueblo, hoy superada.
«Bajamos la tensión con acuerdos y ahora todos estamos más unidos; en
poblaciones pequeñas como la nuestra es fundamental», añade.
Política en mayúsculas
En Badajoz, el alcalde de Don Álvaro, Estaban Cortés, es la imagen
del compromiso con la política. Renunció a vivir exclusivamente del
ayuntamiento y lo sigue haciendo de su trabajo. Cree que las altas
esferas de la política deberían mirar de vez en cuando a los municipios
pequeños, pues en ellos se vive la política en mayúsculas. «No recuerdo
que la oposición me haya puesto pegas cuando hacemos propuestas a favor
de nuestro pueblo. Por eso, creo que todos los políticos deberían pasar
en algún momento por la gestión en un ayuntamiento de estas
características», añade.
Abunda en esta idea Joaquín Moreno Latorre, el alcalde de Utrillas,
otro de los municipios que apuestan por la fraternidad: «Los vecinos de
nuestros municipios no entienden que los grupos políticos se enfrenten o
haya trabas a la hora de llegar a consensos». Más aún, buscan ellos
mismos el contacto con sus representantes sin mirar tanto a las siglas
del partido al que pertenece. El problema, en su opinión, llega cuando
desde las direcciones provinciales, regionales o nacionales de los
partidos se dan indicaciones que contradicen al trabajo que hace el
alcalde o el concejal.
La idea, insiste Pilar Ferrero, tiene que ver con recuperar el ideal
de la vocación política, que no es otro que ponerse al servicio de una
comunidad de un pueblo: «Cuando uno cree que hay cosas más importantes
que este servicio, algo va mal. Por eso es importante fomentar la
fraternidad, porque se descubre que en el otro partido también hay
verdad». En este sentido, apuesta por enriquecer la democracia
participativa con la relacional, donde las relaciones tengan «un papel
importante».
Día de la Fraternidad
Una vez constituida la asociación y aprobados sus estatutos, los
siguientes pasos serán la inclusión de nuevas instituciones, arrancar el
trabajo en común entre los asociados, y la preparación de un Día de la
Fraternidad, que se está acabando de definir, pero que se celebrará en
próximo mes de marzo. «Intentaremos poner en red todo lo que estamos
haciendo para que sirva de inspiración a otros y ayude a difundir esta
propuesta de fraternidad», subraya.
Y concluye Nieves Cruz, presidenta del MPpU: «La fraternidad permite
introducir nuevos principios en el quehacer cotidiano; por ello la
importancia de la presencia como socios fundadores de los ayuntamientos,
cuyas corporaciones se comprometen a introducirla como parte de su
proyecto político, haciendo posible que no se gobierne nunca contra
nadie, ni solo como expresión de una parte de los ciudadanos, sino de
toda la ciudadanía. De este modo, juntos, se garantiza la soberanía del
pueblo».
Por Fran Otero. Publicado en Alfa y Omega
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