Sigue tus heridas

Echo de menos los mapas de carreteras. Me doy cuenta de que los GPS representan un avance importante, pero mi relación con ellos es ambigua, por decirlo suavemente. A veces simplemente están equivocados y se niegan a admitirlo. Una vez seguí las instrucciones del GPS a lo largo de una milla cuadrada en Buffalo, Nueva York, donde nunca había estado ni he vuelto a estar. No se discute con la "ciencia", así que hice el mismo trayecto por el mismo barrio tres o cuatro veces antes de admitir que no había salida prevista.

Y, si fallas en seguir alguna instrucción, ¿cómo programaron la voz para que diga "recalculando" con tal tono de condescendencia? Directamente podría decir: "¿Qué parte de "tome la siguiente salida a la derecha" no has comprendido?".

El GPS también promete simplificar la búsqueda de servicios de carretera esenciales. Evidentemente, esto se limita a las estaciones de servicio y los servicios médicos de emergencia. Por mi parte, considero los Macdonalds un servicio de carretera esencial. ¿Por qué no hay un botón para buscar Macdonald´s? ¿No estamos cerca de desarrollar una tecnología en la con presionar un botón el coche se dirija solo al Macdonald más cercano?

También me irrita la forma en la que el GPS segmenta la información. Sí, puedo hacer zoom para ver toda la ruta completa hasta un pequeño pueblo de Kansas occidental cerca de la frontera con Colorado. ¿Pero qué pasa si quiero descubrir si la autopista 4 continúa en Colorado? Mi GPS tiene la actitud de pretender que, si quería preguntar por Colorado, debería haber preguntado tres horas antes, cuando comencé el viaje. Amplia el zoom hasta mostrar todo el continente americano como preguntando: "¿Se supone que tengo que responder a cualquier ocurrencia que tengas sobre este lugar?". El GPS no asume ninguna responsabilidad por lo que podríamos llamar la gran escena.

Cuando el profeta Amós es despreciado duramente por Amaziah, un sacerdote del santuario de Betel, responde identificando a Quién ordenó sus advertencias. Dios le guía.

"Yo no era profeta ni había pertenecido a una compañía de profetas, era un pastor y un cultivador de sicomoros. El Señor me tomó de entre mi rebaño y me dijo: Ve, profetiza a mi pueblo Israel" (Amos 7:14-15).

Los profetas son enviados para preparar el camino de Dios, para llevar Su Mensaje, para ser presencia de Dios. Considera lo detalladas que fueron las instrucciones que Jesús les dejo a sus discípulos:

"Les ordenó que no llevasen nada para el camino sino un bastón -ni comida, ni alforja, ni dinero. Debían, sin embargo, llevar sandalias pero no una segunda túnica. Les dijo:`Cuando entréis en una casa, permaneced en ella hasta que os marchéis. En cualquier lugar que no os reciba o no os escuche, marchaos y sacudíos el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos." (Marcos 6, 8-11).

No es por andar con sutilezas con nuestro Señor, ¿pero os habéis dado cuenta de un elemento clave que falta en la preparación de esta misión? No les dice a sus discípulos donde ir. ¿Se supone que tienen que descubrirlo por ellos mismos? ¿Se supone que hemos de hacer lo mismo? Parece una cuestión importante, ya que hablamos de nosotros mismos como enviados en el mundo.

Entonces, si te estás preguntando: ¿Dónde soy enviado? ¿Dónde quiere el Señor que vaya? Aquí está una pieza, parcial, del puzzle: sigue tus heridas. Sigue esa parte de tí que está herida, incompleta y en deseo de otra cosa, porque el Señor te envía no solo a sanar y a curar a otros sino, al hacerlo por Su Gracia, a hacer lo mismo por nosotros mismos. Así de inteligente es el Señor. Envía a los heridos a caminar, sabiendo que su curación reside en una vida compartida con otros.

Alguien podría pensar que nuestra misión debería estar enraízada en nuestras fortalezas, no en nuestras debilidades. Pero Jesús mismo dijo: "Los que están sanos no necesitan a un médico, sin los enfermos. No vine a llamar a los justos sino a los pecadores" (Marcos 2:17). Aquellos que confían en sus propias fortalezas para su ministerio pueden  verse tentados a juzgar, a mirar por encima del hombro a aquellos que consideran débiles.

¿Qué significa permitir que te guíe tu vulnerabilidad? Si reconoces que no sabes nada sobre lo que significa ser pobre, si correctamente sospechas que estás equivocado al pensar que los pobres son pobres debido a sus fallos morales, esa es tu herida. Ahora ve y sirve a los pobres.

Se estás solo, si sientes que el mundo te ha olvidado, piensa en alguien que casi hayas olvidado. Ve a verle, hazle una llamada.

Si no puedes parar de ir a la carrera, si tu vida simplemente no puede decelerar, ve a una iglesia y
siéntate en silencio. Las iglesias vacías tienen una forma de hablar de la presencia de Dios, de lanzarnos el silencioso bálsamo de Dios. Admitámoslo, te estás sirviendo a ti mismo, pero los severamente heridos necesitan un vendaje antes de seguir el camino.

Si alguien te ha herido profundamente, dale tu atención considerada, no simplemente tu resentimiento. ¿Qué es de verdad lo mejor para vosotros dos ahora? Tal vez deberías mantener la distancia y concentrarte en sostenerlo mediante la oración. Tal vez tengas que hacer el primer movimiento, no porque estés en falta sino porque reconoces que tu vida es una misión.

"En Él hemos sido elegidos, destinados según el objetivo del Único que cumple todas las cosas según la intención de Su Voluntad, para que existamos para la alabanza de Su Gloria, nosotros que fuimos los primeros esperanzados en Cristo" (Efesios 1, 11-12).

Por mucho que me cueste admitirlo, el Buen Señor no extiende Su mapa ante nosotros. No responde a todas nuestras preguntas, explica lo que nos encontraremos en nuestro viaje. Tristemente (al menos para los que nos gusta tener la sensación de control), el Espíritu Santo está más próximo a un GPS. Simplemente indica el sentido del viaje y, con tanta frecuencia, eso significa seguir nuestras propias heridas en el mundo, dónde el Señor pretende curarnos a nosotros y a aquellos que encontremos.

Por Terrance Kleyn. Traducido de America Magazine

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