Que el éxito no se te suba a la cabeza
Hoy tenemos que tener presente el contexto. Los apóstoles acaban de
volver de la misión a la que Jesús les ha enviado (evangelio del domingo
pasado). Entre el envío y el regreso, nos ha contado la muerte de Juan
Bautista. Terminada la misión de los doce, se vuelven a reunir y se
cuentan las peripecias de la tarea que acaba de concluir. Parece ser que
les ha ido bien y vienen encantados (Lucas lo dice expresamente). La
euforia de la gente que les busca ratifica esa visión. El éxito se les
está subiendo a la cabeza y no les deja tomar la postura adecuada.
Para entender este pasaje, debemos recordar que después de los
primeros éxitos en Cafarnaún, Jesús se retira al desierto para poner en
orden sus ideas. En este pasaje, son los enviados los que tienen éxito y
deben ser también ellos los que se retiren a examinar su actitud vital.
Marcos nos está diciendo que los discípulos necesitan una seria reflexión
sobre el éxito de su misión, como Jesús necesitó meditar sobre su
mesianismo.
“Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”.
El mismo Jesús que les empujó a una actividad febril entre la gente,
les lleva ahora a un alejamiento de esa misma gente para dedicarse a
ellos mismos. No se trata solamente de la preocupación por su cansancio.
Se trata, sobre todo, de que entiendan bien el sentido de lo que está
sucediendo y no se dejen llevar por falsos espejismos. Por dos veces se
dice que van al desierto, para dejar claro que necesitan una
reconversión.
El texto griego no dice ‘lugar tranquilo’ o despoblado sino lugar
desértico. La diferencia es importante si tenemos en cuenta el
significado que Marcos da al desierto, como lugar de lucha contra el mal.
Inmediatamente después de ser bautizado, Marcos coloca a Jesús en el
desierto, para que allí aclare cual va a ser su verdadera misión,
superando la tentación del un mesianismo triunfalista. Después del éxito
en la sinagoga de Cafarnaún y la curación de la suegra de Pedro y
cuando todo el mundo le busca, se marcha Él solo al desierto. Ahora
Jesús pretende que una reflexión calmada haga superar el estado de
euforia.
“Se les adelantaron”. Los planes van a ser
frustrados por una urgencia mayor, la de la gente. En la profunda
humanidad manifestada hoy, tenemos que descubrir Su verdadera divinidad.
El relato habla del grupo. “Los reconocieron”, “se les adelantaron”. Al
incorporar a los doce a su propia misión, queda establecido el grupo
como comunidad. La búsqueda de la gente refleja una carencia de apoyo y
estímulo que posibilita la tarea de Jesús. Como la hemorroísa, como
Jairo, el pueblo oprimido necesita salvación y la busca en Jesús.
“Como ovejas sin pastor”. Es una imagen clásica en
el AT. En una cultura en que la ganadería era el principal medio de
sustento, todos sabían perfectamente lo que se estaba insinuando con la
imagen del pastor. Siguiendo la primera lectura, Jesús hace una crítica a
los dirigentes que, en vez de cuidar de las ovejas, las utilizan en
beneficio propio. Siempre ha pasado lo mismo. Nunca han faltado
pastores, pero han sido tantas las falsas ofertas y hechas con tanta
persuasión, que el pueblo se ha sentido indefenso ante las tales
ofertas.
“Le dio lástima”. Hoy no le conmueve un ciego o
leproso, sino la gente normal, que anda descarriada. La ‘compasión’
sería una manera más adecuada de expresar el amor, superando los
malentendidos que la palabra ‘lástima’ puede comportar. Podemos sentir
lástima de una persona, pero no mover un dedo para sacarle de su
lastimosa situación. En todos los tiempos podemos constatar políticos y
eclesiásticos que no tienen en cuenta al pueblo a la hora de tomar sus
decisiones. La actitud de Jesús (enseñar y dar de comer) es el mejor
antídoto contra la tentación de buscar en la gente el aplauso sumiso.
“Y se puso a enseñarles con calma”. Por encima de
los planes de Jesús, está la necesidad de la gente. Por cierto, el texto
griego no dice “con calma” sino “muchas cosas”. Del contexto se deduce
que dedicó todo el día a esa tarea pues, a continuación, Marcos narra la
primera multiplicación de los panes, que empieza advirtiendo de que ‘se
hizo tarde’. El tiempo es lo más preciado que tenemos. Tener tiempo para
los demás es la mejor manera de responder a las exigencias del
evangelio. La vocación del cristiano es ser para los demás.
Se cumple la promesa de Jeremías. Jesús es el único pastor. Como dice
Juan, Él es el modelo de pastor, el único que no nos va a engañar ni se
va a aprovechar de nosotros. Con todos los demás hay que tener cuidado,
porque nos pueden desviar poniendo sus intereses por delante de los
nuestros. Es una tentación en la que los seres humanos caemos casi
siempre; incluso cuando hablamos de Dios, es para manipularlo y ponerlo a
nuestro servicio.
Hoy, más que nunca, andan las ovejas desorientadas. Si hay una
característica de nuestro tiempo es, precisamente, la desorientación. Es
urgente distinguir el verdadero mensaje del evangelio de tanta
ideología y partidismo en que hoy está envuelto. Cuando Pablo dice que
derribó el muro que los separaba, no se refiere a una situación externa,
sino a una actitud de fidelidad a sí mismo, que permite superar la
barrera del odio. Lo que nos separa es siempre nuestro falso yo. Nuestro
verdadero ser, lo que hay de Dios en nosotros, es idéntico en todos.
Cuando en el evangelio Jesús invita a los apóstoles a retirarse al
“desierto”, está tratando de decirnos que solo en el silencio y en el
recogimiento interior, podemos encontrar el verdadero ser y solo después
de encontrarlo, podemos indicar a los demás el camino. Sin vida
interior, sin meditación profunda, no puede haber espiritualidad. Sin
esa vivencia no podemos ayudar a los demás a descubrir el manantial de
vida que llevan dentro. Si encontramos a Dios en nosotros, llevarlo a
los demás será la tarea más urgente y más fácil de nuestra existencia.
El evangelio de hoy es un reconocimiento de la necesidad del silencio
para recuperar la armonía interna, amenazada por el exceso de actividad
en cualquier orden de cosas. El estrés que hoy padecemos se debe a que
no tenemos tiempo para nosotros mismos. Esta falta de tiempos tranquilos
nos impide asimilar y ordenar los acontecimientos, que de esa manera,
nos pueden destrozar, como la comida no digerida y por lo tanto
indigesta.
Busca en tu interior y descubre allí el verdadero guía. No mendigues
más agua que se te da a cuentagotas y por un precio; busca la fuente que
está siempre manando y a tu entera disposición. Las mediaciones serán
buenas en la medida que no se conviertan en fines o en medios para que
otro se aproveche. Te ayudará todo aquel que te ayude a entrar dentro de
ti y a ser fiel a las exigencias que nacen de lo hondo del ser. La
exigencia fundamental del ser humano es el amor. Sin ser amado puedes
desplegar tu humanidad. Sin amar, nunca.
El dedicarse a los demás y la dedicación a uno mismo no son dos
aspectos que se puedan separar. La contemplación y la acción no pueden
disociarse. Ni una ni otra serían auténticas si las separáramos. Todo
acercamiento a Dios lleva directamente a los demás. Todo verdadero
acercamiento a los demás, nos acerca inevitablemente a Dios. Si en
nuestra vida somos capaces de olvidar uno de los dos aspectos, será la
señal de que nos estamos equivocando de objetivo y además, nos estamos
alejando del evangelio.
Por Fray Marcos. Publicado en Fe Adulta
Comentarios
Publicar un comentario