Una "felicidad" efímera, una espiral de sufrimiento y alienación
Hoy, 26 de junio, se celebra el Día Internacional de la Lucha contra
el Uso indebido y el Tráfico ilícito de Drogas, instituido por las
Naciones Unidas el 7 de diciembre de 1987 para fortalecer la acción y la
cooperación, a nivel nacional e internacional, de contrarrestar y
promover un mayor conocimiento del fenómeno.
Del World Drug Report 2017 de la ONUDD 2017, se desprende que, en
2015, alrededor de 250
millones de personas en todo el mundo habían
consumido drogas y, de ellas, 29.500.000 padecían trastornos causados
por su consumo. En particular, entre los 12 millones de personas que
usaban drogas inyectables, más de la mitad (6.100.000) se veían
afectadas por la hepatitis C, mientras que 1.300.000 vivían con la
hepatitis C o con el virus VIH / SIDA. Son numerosos los daños
causados por el uso y abuso de estupefacientes no solo para la salud
sino también para el desarrollo, la paz y la seguridad en todas las
regiones del mundo.
El drama desgarrador de las drogas es un mal que amenaza la dignidad
y la libertad de acción de cada persona y rompe progresivamente la
imagen que el Creador ha moldeado en nosotros. Esta lacra debe ser
firmemente condenada porque está alimentada por hombres sin escrúpulos,
que, cediendo a la tentación del dinero fácil, siembran muerte truncando
esperanzas y destruyendo muchas familias.
La droga es una herida infligida a nuestra sociedad, que atrapa a
muchas personas en una espiral de sufrimiento y alienación. Son muchos
los factores que empujan a la dependencia de las drogas, como la
exclusión social, la ausencia de la familia, la presión social, la propaganda de los traficantes, el deseo de vivir nuevas experiencias.
Es importante promover una cultura de solidaridad y subsidiariedad
orientada al bien común; una cultura que se oponga al egoísmo y a la
lógica utilitaria y económica, y que, en cambio, se incline hacia el
otro para escucharlo, en un camino de encuentro y relación con nuestro
prójimo, sobre todo cuando es más vulnerable y frágil, como es quien
hace abuso de drogas. Como señala el Papa Francisco, “cada
drogodependiente trae consigo una historia personal diferente, que debe
ser escuchada, comprendida, amada y, en la medida de lo posible, curada
y purificada. No podemos caer en la injusticia de catalogar al
drogodependiente como si fuera un objeto o un mecanismo roto; cada
persona debe ser valorada y apreciada en su dignidad para que pueda ser
curada”.
Está claro, como afirma el Papa Francisco, que en muchos casos estas
formas de dependencia no son una consecuencia de haber cedido a un
vicio, sino un efecto de las dinámicas de exclusión: “¡Hay todo un
armamento mundial de droga que está destruyendo a esta generación de
jóvenes destinada al descarte!”.
Debemos proponer a nuestros jóvenes programas educativos eficaces
y concretos, que desarrollen su potencial y eduquen sus corazones en la
alegría de la profundidad, no de la superficialidad.
En el proceso de ayuda es importante la relación humana ya que “la
llamada a la alegría y a la vida en plenitud se sitúa siempre dentro de
un contexto cultural y de relaciones sociales”.
Aunque la prevención sea el camino prioritario, es importante
trabajar para la rehabilitación de las víctimas de las drogas en la
sociedad, para devolverles la verdadera alegría de vivir,
para que no se sientan discriminadas o estigmatizadas, sino aceptadas y
comprendidas, para un camino de renovación interna encaminado a la
búsqueda del bien.
Nunca debemos olvidar que “aunque la vida de una persona haya sido un
desastre, aunque esté destruida por los vicios, la droga o cualquier
otra cosa, Dios está en su vida”. […] Aunque la vida de una persona sea
un terreno lleno de espinas y malas hierbas, siempre hay un espacio en
el que puede crecer la buena semilla. Debemos confiar en Dios”.
Ejemplo de ello son los muchos jóvenes que, deseosos de escapar de la
dependencia de la droga, se comprometen a reconstruir su vida, mirando
al porvenir con confianza.
Ciudad del Vaticano, 26 de junio de 2018
Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson
Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
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