Su vida entera es para nosotros

Cuando éramos niños, una sola frase era todo lo necesario para poner fin definitivamente a cualquier debate sobre lo que debía hacerse o para responder a la pregunta: "¿Por qué?". La afirmación era: "Porque soy tu madre". La declaración de maternidad confería tal grado de autoridad que no requería de mayor explicación.

En el Evangelio de Juan, Jesús pronuncia siete famosas afirmaciones comenzando con la expresión "Yo soy". Cada una de ellas refleja algo dicho en las Escrituras hebreas sobre Dios. Sin embargo, entre todas ellas, la afirmación de Jesús "Yo soy el buen pastor" es la única a la que se describe a sí mismo con un rol humano. Cuando Jesús hablaba de sí mismo como pan, luz, resurrección, etc., esas descripciones indicaban lo que Él ofrecía a la humanidad. Cuando dijo "Yo soy el buen pastor", se movió al campo de Su propia libertad y de Su mutua relación con Su Padre y con Sus seguidores.

Cuando Jesús se describe a sí mismo como el buen pastor, nos está diciendo mucho más de lo que podemos percibir en la clásica imagen de Él entre el rebaño o con un cordero en sus hombros.

Ante todo, en el fragmento de hoy escuchamos a Jesús repetir cinco veces que entrega Su vida por las ovejas. Cada vez que lo dice, enfatiza que es Su elección hacerlo así. Él no arriesga simplemente Su vida o incluso pierde Su vida, Él la entrega: Su vida entera es para ellos.

Excepto cuando bendijo el pan y proclamó que es Su cuerpo, Jesús nunca explicó más claramente Su dedicación a Su gente. Él no es solo el pastor modelo, sino el ser humano modelo que ha descubierto el sentido de Su vida y elige llevarlo a cabo sin reservas.

Rodeada entre sus cinco afirmaciones de entrega de la vida por las ovejas, Jesús describe el corazón de Su relación con ellas diciendo: "Conozco a mis ovejas y ellas me conocen".

Explicando la profundidad de lo que quiere decir, Jesús compara Su relación con Su rebaño con Su relación con el Padre. Esta clase de conocimiento implica un íntimo compartir la vida, con un amor tal que las partes llegan a comprenderse la una a la otra internamente, quedando libre e inextricablemente ligadas a la otra. Jesús explica que ha elegido tener un conocimiento interno de Sus ovejas y las ofrece lo mismo.

Antes de que alguien reclame la exclusividad de su rebaño o de su participación en el amor de Dios, Jesús dice que tiene otros rebaños que comparten la misma relación con Él. Cuando dice que les seguirán y todos se harán un solo rebaño, está dando una advertencia sutil pero clara a cualquiera que intente trazar las líneas fronterizas.

Les dice a aquellos que se enorgullecen de ser Su rebaño -en Su época y en la nuestra- que Él es el pastor. La membresía en Su rebaño depende solo de escuchar y seguir Su voz; no puede ser definida por rituales ni por la pertenencia formal a ningún club especial.

Cuando Jesús dijo "Yo soy el buen pastor", utilizó el lenguaje de Su tradición para proclamar no solo que había elegido libremente el curso de Su vida, sino también que era un fiel reflejo de Dios, el Padre de todos. Su autodescripción como el buen pastor resume toda la teología cristiana: nos dice que el sentido de la creación y de la encarnación era llevar a todos a la unidad en Dios.

¿Dónde nos deja esto? ¿Cómo vamos a determinar qué voces nos hablan por el pastor? ¿Cómo hemos de discernir quién nos conduce hasta Dios?

Ahí es donde viene la descripción de Jesús de mercenarios y de lobos. La primera preocupación del pastor mercenario es su comodidad y seguridad personal -podemos ver el beneficio económico y el prestigio como expresiones adicionales de esa comodidad-. Los mercenarios consistentemente se eligen a sí mismos, aparentemente incapaces o no dispuestos a aceptar y comprender el concepto de un rebaño compuesto de distintos rediles.

Los lobos también son recognoscibles por sus prioridades. Se especializan en el miedo y en la
división. Poseen los poderes de la fuerza y del sigilo y toman por presa a los débiles. Mientras que una relación con el buen pastor se caracteriza por el conocimiento recíproco cada vez mayor, los lobos se especializan en mentiras y disfraces (como descubrió caperucita roja), con el objetivo de devorar a sus víctimas.

Muchas voces pretenden decirnos qué hacer y por qué. Jesús afirmó la autoridad de ser el buen pastor que lo entrega todo para llevar a la humanidad a compartir la vida divina.

Siempre podemos reconocer Su voz en aquellos que nos llaman al amor, a la libertad y a una solidaridad más amplia. Si le preguntamos ¿por qué?, su respuesta simple podría ser: "Porque sois míos".

Por Mary Mc Glone. Traducido del National Catholic Reporter

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