Compartir el corazón ilumina sobre el gran amor de Dios

A veces necesito que se me recuerde que, más allá de debacles, el mundo no se va a ir al infierno en una cesta de mano.

Dos fines de semana al año me encuentro con mi "Círculo de misión", que se compone de otras nueve hermanas y un miembro asociado de la Comunidad de San José. Viajamos por todo el país para estar juntos y para comprometernos en la quintaesencial práctica espiritual de nuestra congregación de "compartir el estado del corazón".

Esta tradición centenaria se remonta a la fundación de mi comunidad en 1650 en Le Puy, Francia. Nuestras mujeres fundadoras estaban fuertemente influidas por el jesuita Fray Jean-Pierre Médaille, quién nos enseñó como percibir lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Y la forma de conocer lo que Dios está haciendo es percibir lo que está (o lo que no está) ocurriendo dentro de nosotros -¿estamos tristes, felices, perplejos, temerosos, enfadados, en duelo, confundidos o -inserta emoji aquí-?

Porque, por supuesto, como toda persona con un buen entrenamiento jesuita conoce, Dios está en todo- incluso en lo confuso, doloroso o amenazante-.

En nuestros círculos de misión, nos centramos especialmente en nuestras labores ministeriales en la que buscamos vivir nuestra llamada a amar a Dios y al "querido prójimo" sin distinciones. Tal forma de compartir es la manera de permanecer enraizados en la realidad de nuestras vidas y también en la realidad de un Dios siempre fiel.

Bebí profundamente del testimonio de mis hermanas en el último círculo de misión. Aquí están algunas de sus historias. Los nombres están cambiados para proteger la privacidad.

María es una terapeuta en una agencia de salud mental. Aunque ha estado allí menos de dos años, ya tiene la consideración de senior. Su agencia puede ser un punto de arranque difícil para los terapeutas principiantes. El trabajo con enfermos mentales crónicos es exigente y el salario es bajo. En cuanto los nuevos terapeutas reunen la experiencia que necesitan, la mayoría se trasladan a destinos menos exigentes.

María permanece en un sistema estresante y a veces disfuncional porque encuentra su profunda realización en preocuparse por aquellos por los que nadie más se preocupa mucho. Se ve gratificada cuando un cliente deja de pensar diariamente en el suicidio o al menos comienza a sentirse segura después del trauma. "Como hermana, tengo el apoyo espiritual, financiero y emocional de nuestra congregación para comprometerme plenamente con esta población", dice. "Amo a mis clientes y creo que tener una terapeuta consistente les ayuda a progresar por el proceso de sanación".

Penny es bien conocida en su pequeña comunidad por su activismo contra la pena de muerte. Nos contó una "milagrosa" conversión del corazón tras un reciente encuentro con la familia de una víctima en la sede de un tribunal. Aunque la mayor parte de los familiares le dirigieron miradas enfadadas, Penny decidió entrar en diálogo con ellos. "No estoy contra la víctima", les dijo, "estoy contra la pena de muerte". Después, un miembro de la familia se dirigió a ella para conversar más y para agradecérselo.

Trish es la administradora pastoral de dos comunidades rurales de fe que recientemente se han unido en una:

En un momento tu tienes tu mano en el puño de un bebé de dos semanas que es bautizado en la familia de Dios. Más tarde ese mismo día, tu mano está rodeada por la de alguien que se prepara para pasar a la otra vida. ¡Si eso fuese el día a día de un administrador pastoral sería tan sublime! Pero alguien tiene que contratar al personal y autorizar los pagos mientras se equilibra el presupuesto... y responder a las alarmas de seguridad, esperando que sea solo un murciélago y no una tubería rota... y alimentar la comunidad entre personas que se ven una vez a la semana... Eso, también, es un día en la vida de un administrador pastoral.

Sharon tiene un doctorado en el ministerio y comparte su amor por la espiritualidad bíblica con estudiantes de grado de teología. También enseña a aspirantes a diáconos en una diócesis rural próxima. El contagioso amor de Sharon por la escritura energiza a sus estudiantes de grado. No tanto a sus estudiantes para diácono. Se apartan porque Sharon es una mujer y realmente no quieren confiar en ella.

Nuestra asociada de la Congregación, Kathy, tiene un ministerio especial en las fiestas:

Cada Acción de Gracias, Navidad y Pascua desde hace 34 años, la familia, mis amigos y yo donamos, preparamos, cocinamos, empaquetamos y repartimos entre 70 y 90 comidas a ancianos aislados en las comunidades próximas. Habitualmente, los receptores no tienen a nadie que vaya a visitarles en estas fiestas. Recientemente, también hemos estado enviando estas comidas de fiesta a dos centros de detención de inmigrantes. Lo hacemos en memoria de mi marido, Jim, que murió en 1985. El programa se llama "El plato caliente de Jim a trote".

Joy Ellen es una apasionada sobre la justicia y las inversiones éticas. "Siempre hago la broma de que estoy haciendo un trabajo pobre en la oficina de paz y justicia, porque no hay paz ni hay justicia", dice. Joy ha estado trabajando estrechamente en asuntos de inmigración, especialmente con familias detenidas en prisiones gestionadas por el sector privado.

"Los niños no pertenecen a la prisión", dice enfáticamente.

"En nuestro trabajo sobre inversiones socialmente responsables, exigimos a las empresas de prisiones que observen los derechos humanos y proporcionen asistencia médica adecuada a las personas a las que detienen". A la cabeza de accionistas religiosos, Joy también se enfrente a las empresas sobre el uso del agua, sus emisiones y "otros asuntos relacionados con nuestra delicada Tierra".

Mientras escuchaba a mis hermanas, tuve una especie de epifanía. Gran parte del tiempo parece que estamos intentando dar testimonio del infinito amor de Dios y que no conseguimos gran cosa. Pero ahora veo que lo que hacemos (y habitualmente damos por descontado) es un poderoso testimonio de para qué existimos las hermanas en un tiempo en el que algunos piensan que somos irrelevantes o estamos muriendo.

Más allá del mundo de Trump, hay muchas cosas hermosas ocurriendo en nuestros pueblos y ciudades, aunque a menudo se escondan a simple vista.

Tal vez Joy Ellen lo expresó de la mejor manera: "Sabemos que el Espíritu Santo nos está guiando para saber qué hacer para crear un mundo más justo. Solo necesitamos responder a Su llamada sinceramente y con pasión".

Si todos prestásemos atención a los amables avisos del Espíritu, ¡Que intensamente brillaría el Amor de Dios en un mundo tan necesitado de Él!

Por Sor Christine Schenk, SCJ. Traducido del National Catholic Reporter

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