Unidad

Para alcanzar y mantener el equilibrio de la persona, es precisa una constante búsqueda de unidad: poner en consonancia el pensamiento con las obras. Pero el hombre, dividido en sí mismo, lo está también en su relación con su prójimo. Debido a la carencia de unidad de su persona surge a menudo, de lo más profundo de sí mismo, la necesidad de afirmarse contra el otro, de separar lo que debe estar unido.

Toda búsqueda de unidad entre los hombres implica la previa consecución de la unidad en sí mismo. Presintiendo nuestras divisiones, Cristo ora al Padre y, antes de irse, pide: "Que sean uno para que el mundo crea". Sí, la vocación a la unidad de los cristianos viene a transformar nuestra condición de hombres sometidos a la disgregación y tiene por objeto hacer presente a Cristo en el mundo entero, en todos los ambientes, en todas las realidades. Es posible trabajar por la unidad entre los hombres y esperar ardientemente la unidad visible de todos los cristianos en una sola Iglesia, para que el mundo halle de nuevo la posibilidad de creer. 

Meditación del grupo "Oración de Taizé de Madrid"

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