La diestra de Dios está plantando semillas de libertad

TEXTO BÍBLICO PARA EL 2018
(Éxodo 15, 1-21)
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:

Cantaré al Señor, sublime ha sido Su victoria; caballos y jinetes hundió en el mar. El Señor es mi fortaleza y mi refugio, Él fue mi salvación. Él es mi Dios, por eso lo alabaré; es el Dios de mi padre, por eso lo ensalzaré. El Señor es un guerrero, su nombre es «Señor». Él hundió en el mar los carros y el ejército del faraón; lo mejor de sus capitanes el mar de las Cañas se tragó. 

Cayeron hasta el fondo como piedras, el mar profundo los cubrió. Fue tu diestra quien lo hizo, resplandeciente de poder; tu diestra, Señor, aniquiló al enemigo. Con la inmensidad de tu poder aplastaste a tus enemigos; lanzaste el ardor de tu enojo y como paja se consumieron. Al soplo de tu aliento, las aguas se amontonaron, como un muro se alzaron las olas, y los abismos se cuajaron en el corazón del mar. Decía el enemigo: «los perseguiré, los alcanzaré, me repartiré sus despojos, y mi codicia saciaré. Desenvainaré mi espada; con mi poder los destruiré». Al soplo de tu aliento, los cubrió el mar; como plomo se hundieron en las impetuosas aguas. 

¿Quién hay como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible por tus hazañas, autor de prodigios? Extendiste tu diestra y los tragó la tierra. 

Guiaste con tu amor al pueblo que rescataste; lo guiaste con tu poder hasta tu santa morada. Lo oyeron los pueblos y se estremecieron; los habitantes de Filistea se echaron a temblar. Se llenaron de horror los jefes de Edom; temblaron de angustia los príncipes de Moab; se acobardaron los habitantes de Canaán. Cayó sobre ellos terror y miedo. Ante la grandeza de tu poder quedaron petrificados, hasta que pasó Tu pueblo, Señor, el pueblo que Tú adquiriste. Tú los introduces y los plantas en el monte de tu heredad, lugar donde pusiste tu morada, en el santuario, Señor, que fundaron tus manos. ¡El Señor reina eternamente! 

Cuando la caballería del faraón, con sus carros y jinetes, entró en el mar, el Señor hizo que las aguas se volviesen contra ellos; en cambio, los israelitas cruzaron el mar caminando sobre tierra seca. 

Entonces María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en sus manos, y todas las mujeres salieron detrás de ella danzando y tocando panderos, mientras ella les cantaba: «Cantad al Señor, porque sublime ha sido Su victoria; caballos y jinetes hundió en el mar».
Biblia Traducción Interconfesional (BTI)


INTRODUCCIÓN AL TEMA PARA EL AÑO 2018
Fue tu diestra quien lo hizo, Señor, resplandeciente de poder
(Ex 15, 6)

La región del Caribe
Actualmente la región del Caribe, cuyo nombre deriva de uno de sus pueblos indígenas, los « kalinago », inicialmente llamados «caribes», es una realidad compleja. Su amplia extensión geográfica, que incluye tanto islas como territorios continentales, contiene un rico entramado de tradiciones étnicas, lingüísticas y religiosas. Es también una realidad política compleja con distintas formas de organización constitucional y gubernamental, que van desde la dependencia colonial − británica, holandesa, francesa y americana − a repúblicas nacionales.

El Caribe actual está profundamente marcado por el proyecto deshumanizante de la explotación
colonial. En la búsqueda agresiva de ganancias mercantiles, los colonizadores crearon sistemas inhumanos para comerciar con los seres humanos y su trabajo forzado. Inicialmente, estas prácticas esclavizaron y diezmaron y, en algunos casos, exterminaron las poblaciones indígenas de la región. A esto le siguió la esclavitud desde África y los « trabajadores no abonados » de la India y de China.

A cada paso, el sistema creado por los colonizadores intentaba despojar a los pueblos subyugados de sus derechos: su identidad, su dignidad humana, su libertad y su autodeterminación. La esclavización de los africanos no era solo una cuestión de transportar trabajadores de un lugar a otro del mundo, sino que, constituyendo una afrenta a la dignidad humana dada por Dios, llevaba a la mercantilización del ser humano, haciendo a uno propiedad de otro. A la par de la consideración de la otra persona como una propiedad, iban otras prácticas que perseguían deshumanizar aún más al africano. Entre ellas: la negación del derecho a sus expresiones culturales y religiosas y a la vida matrimonial y familiar.

Muy lamentablemente, a lo largo de 500 años de colonialismo y de esclavitud, la actividad misionera cristiana en la región, exceptuando algunos casos notables, estaba muy ligada a este sistema deshumanizante y en muchas ocasiones lo justificaba y reforzaba. Mientras que los que trajeron la Biblia a la región usaban las Escrituras para justificar la subyugación de un pueblo esclavo, en la mano de los esclavizados se volvía una inspiración, una garantía de que Dios estaba de su parte y de que les llevaría a la libertad.

El tema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2018
Hoy en día los cristianos del Caribe pertenecientes a distintas tradiciones ven el actuar de la diestra de Dios en el fin de la esclavitud. Esta es una experiencia unificadora de la acción salvífica de Dios que dona libertad. Por este motivo se consideró muy apropiada la elección del canto de Moisés y María (Ex 15, 1-21) como tema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2018. Es un canto de victoria sobre la opresión. Este tema ha sido recogido en un canto, La diestra de Dios, escrito en un taller de una reunión de la Conferencia de las Iglesias del Caribe celebrada en agosto de 1981, que se ha vuelto un himno del movimiento ecuménico de la región y que ha sido traducido a distintas lenguas.

Como los israelitas, los pueblos del Caribe tienen un canto de victoria y de libertad que pueden cantar y es un canto que los une. Sin embargo, nuevos desafíos amenazan otra vez con esclavizar y con menoscabar la dignidad del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios. Mientas que la dignidad humana no se puede perder, con frecuencia es oscurecida por el pecado personal y por las estructuras de pecado. En nuestro mundo marcado por el pecado, con demasiada frecuencia nuestras relaciones sociales carecen de la justicia y de la compasión que honran la dignidad humana. La pobreza, la violencia, la injusticia, la adicción a las drogas, la pornografía, y la pena, el dolor y la angustia que causan, son experiencias que distorsionan la dignidad del ser humano.
Muchos de los desafíos contemporáneos son herencia del pasado colonial y de la trata de esclavos. La psique colectiva herida se manifiesta hoy a través de problemas sociales relacionados con la baja autoestima, la violencia doméstica y de bandas, y las deterioradas relaciones familiares. Aunque son una herencia del pasado, estas realidades también son exacerbadas por el contexto actual que muchos identifican como un neocolonialismo. En estas circunstancias, parece casi imposible para muchos de los países de esta región salir por sus propias fuerzas de la pobreza y de la deuda. Por otra parte, en muchos lugares sigue existiendo un marco legislativo residual que es discriminatorio.

La diestra de Dios que sacó al pueblo de la esclavitud dio esperanza y ánimo a los israelitas, como sigue dando esperanza a los cristianos del Caribe. No son víctimas de las circunstancias. Dando testimonio de esta esperanza común, las Iglesias trabajan juntas para servir a todos los pueblos de la región, especialmente a los más vulnerables y desatendidos. En las palabras del himno, «la diestra de Dios está plantando en nuestra región, plantando semillas de libertad, esperanza y amor».

Reflexión bíblico-pastoral sobre el texto (Ex 15, 1-21)
El libro del Éxodo abarca tres períodos históricos: la vida de los israelitas en Egipto (1, 1−15, 21); el camino de Israel a través del desierto (15, 22−18, 27); y la experiencia del Sinaí (19−40). El pasaje elegido, «el canto a orillas del mar» dirigido por Moisés y María, detalla los acontecimientos que llevaron a la redención del pueblo de Dios de la esclavitud. Cierra el primer período. 

« Él es mi Dios, por eso lo alabaré » (15, 2)
Los versículos del 1 a 3 del capítulo 15 ponen el acento en la alabanza de Dios: «El Señor es mi fortaleza y mi refugio, -Él fue mi salvación. Él es mi Dios, por eso lo alabaré; es el Dios de mi padre, por eso lo ensalzaré » (15, 2). En el canto dirigido por Moisés y María los israelitas cantan la fuerza de Dios que les ha liberado. Constatan que el designio y el deseo de Dios de liberar a su pueblo no pueden ser frustrados ni impedidos. No hay fuerzas, tampoco los carros del faraón, ni su ejército, ni lo mejor de sus capitanes, que puedan frustrar la voluntad de Dios para su pueblo de que sea libre (15, 4-5). En este gozoso grito de alabanza, los cristianos de distintas tradiciones reconocen que Dios es el salvador de todos; nos alegramos de que haya mantenido Sus promesas y de que siga otorgándonos Su salvación a través del Espíritu Santo. En la salvación que nos ofrece reconocemos que Él es nuestro Dios y nosotros Su pueblo.

« Fue tu diestra quien lo hizo, Señor, resplandeciente de poder » (15, 6a)
La liberación y la salvación del pueblo de Dios es obra del poder de Dios. La diestra de Dios puede entenderse como Su victoria cierta sobre sus adversarios y como la protección constante de Su propio pueblo. A pesar de la determinación del faraón, Dios escuchó el grito de Su pueblo y no deja a Su pueblo perecer porque Dios es el Dios de la vida. A través de su poder sobre los vientos y el mar, Dios muestra su voluntad de preservar la vida y de destruir la violencia (Ex 15, 10). El propósito de su redención era constituir a los israelitas como un pueblo de alabanza que reconociese el amor indefectible de Dios.

La liberación trajo esperanza y una promesa para su pueblo. Esperanza porque un nuevo día había llegado en el que el pueblo podía servir libremente a su Dios y darse cuenta de sus posibilidades. Era también una promesa: su Dios les acompañaría a lo largo de su camino y ninguna fuerza podría destruir el propósito de Dios para ellos.

¿Utiliza Dios la violencia para contrarrestar la violencia?
Algunos padres de la Iglesia interpretaron este relato como una metáfora de la vida espiritual. Agustín, por ejemplo, identificó al enemigo tragado por el mar no con los egipcios, sino con el pecado:

En el bautismo sumergió y borró todos nuestros pecados anteriores, que venían como persiguiéndonos por la espalda. Los espíritus inmundos llevaban las riendas de nuestras tinieblas como si fuesen sus jumentos, es decir, sus auxiliares, y, cual jinetes, las conducían a donde querían. Por eso el apóstol los llama gobernadores de estas tinieblas. Puesto que nos hemos visto libres de ellos mediante el bautismo, como si fuera el mar Rojo, esto es, ensangrentado por la santificación del Señor crucificado, no volvamos nuestro corazón a Egipto, antes bien dirijámonos hacia el reino en medio de las tentaciones del desierto, teniéndole a Él por protector y guía (Sermón 223E).
Agustín interpreta el relato como una exhortación para los cristianos a la esperanza y a la perseverancia al ser perseguidos por el enemigo. Él consideraba el bautismo como el acontecimiento constitutivo clave que constituye la verdadera identidad de cada uno como miembro del cuerpo de Cristo. Por eso establece un paralelismo entre el paso liberador de Israel por el mar Rojo y el de los cristianos a través de las aguas bautismales. Los dos acontecimientos liberadores hacen existir una asamblea que alaba. Por eso Israel podía libremente alabar la mano salvadora de Dios con el canto de victoria de María y Moisés. Su redención constituía a los israelitas esclavizados en miembros del único pueblo de Dios, unidos con un canto de alabanza que podían cantar. 

Unidad
Éxodo 15 nos permite constatar como el camino hacia la unidad tiene que pasar muchas veces a través de una experiencia compartida de sufrimiento. La liberación de los israelitas de la esclavitud es el acontecimiento fundacional que los constituye como pueblo. Para los cristianos este proceso llega a su culmen con la encarnación y el misterio pascual. Aunque la liberación/salvación es iniciativa de Dios, Dios asocia a agentes humanos a la realización de su propósito y plan de redención de su pueblo. Los cristianos, gracias a su bautismo, comparten el ministerio de reconciliación de Dios, pero nuestras divisiones obstaculizan nuestro testimonio y nuestra misión en un mundo que necesita de la salvación de Dios.
Materiales de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos

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