Caminar para ir creciendo
En estos tiempos no podríamos vivir sin la música. Creo que lo que
más nos atrae de las canciones es poder reconocernos en ellas y
sintonizar. Dan cuenta, como pequeñas historias, de aquello que nos
ocurre cada día: enamorarnos, tener sueños, romper una relación, volver a
empezar cuando tocamos fondo… No sé si conoces esa canción de Chambao, Pokito a poko, que dice:
Andaba perdía de camino pa la casa
cavilando en lo que soy y en lo que siento,
poquito a poco entendiendo
que no vale la pena andar por andar,
que es mejor caminar pa ir creciendo […]
mirarme dentro y comprender…
cavilando en lo que soy y en lo que siento,
poquito a poco entendiendo
que no vale la pena andar por andar,
que es mejor caminar pa ir creciendo […]
mirarme dentro y comprender…
¿Quién no ha andado un poco perdido en el camino? Cuando se inicia el
viaje de la vida aún no sabemos bien qué equipajes tomar, el lugar de
llegada aparece lleno de incertidumbres y se nos presentan muchas hojas
de ruta alternativas. Lo que sí es seguro es que queremos hacer ese
viaje con otros y que los amigos son lo más importante que tenemos.
Buscar nuestra identidad y conectar con el mundo de nuestros sentimientos es una parte principal de ese viaje:
«cavilando en lo que soy y lo que siento». Y es verdad que «no vale la
pena andar por andar», aunque en algún momento de nuestra vida hayamos
hechos recorridos perdidos, «que es mejor caminar pa ir
creciendo» y que puedan desplegarse en nosotros todas las posibilidades
latentes. Este crecimiento tiene un movimiento hacia afuera y tiene,
también, un movimiento hacia el interior que es el que llena de belleza,
de libertad y de sentido todo lo demás: «mirarme dentro y comprender…»
Nos perderíamos mucho de nosotros mismos y de los otros sin esa mirada
hacia dentro.
Nuestro GPS nos indica dos condiciones indispensables si queremos
adentrarnos en ese espacio por descubrir de nuestra interioridad: buscarnos un acompañante,
una persona con la que podemos nombrar y expresar lo que vamos
sintiendo, como un guía experimentado que nos pueda dar indicadores para
el camino… y pararnos para conectar con nosotros mismos.
Darnos un espacio y un tiempo concreto a la semana, ojalá que cada día,
para pasar lo que vivimos y deseamos por ese lugar escondido del
corazón, y exponernos allí a esa Presencia amorosa que silenciosamente
nos aguarda. Para disfrutar y atravesar intensamente cada uno de los
momentos y paisajes del viaje necesitamos recorrerlos desde dentro, allí
se ven los rostros y los acontecimientos con otra luz y a otro ritmo.
Sabiendo que es pokito a poko, porque las cosas que de verdad importan necesitan su tiempo y su maduración.
Volveré pa contarte que he soñado colores nuevos y días claros. (Chambao)
Por Mariola López Villanueva. Publicado en Pastoral SJ
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