Escuchemos las alas de Gabriel acercándose

El académico bíblico y hermano del Santísimo Sacramento Fray Eugene LaVardiere solía describir la escena en la que el arcángel Gabriel busca y habla con María como una que podría ser representada espectacularmente en una película.

Comienza con una visión panorámica del mundo que solemnemente va centrando el zoom en un pequeño lugar. Podemos imaginar la obertura de "La misión" mientras se suceden imágenes de Google Earth que se mueven lentamente desde lo vasto del espacio a este planeta y entonces a Oriente Medio. Poco a poco se focaliza en una pequeña área del Mediterráneo Oriental donde parece que un par de lagos son conectados por un río. Al final la imagen desciende a un punto particular de la Tierra, el mar y el lago desaparecen. Lo único que vemos es un pueblo pequeño y polvoriento y, al final, una mujer joven, que presumiblemente se encamina a sus quehaceres diarios.

Así es como Lucas introduce la historia del encuentro del ángel con María. Comienza en el cielo, el hogar de los ángeles con Dios. Entonces, recordándonos la historia y la tierra de Israel, Lucas se centra no en Jerusalén, la gran ciudad del templo, sino en el alejado pueblecito de Nazareth en Galilea. Pasando de lo que cualquiera consideraría importante, Lucas nos muestra a una mujer joven.

Como diría Emily Dickinson, ella no es nadie. Apenas más que una niña, no es la mujer de nadie ni la madre de nadie. Pero el ángel de Dios aterriza frente a ella. Allí, en mitad de la nada, el ángel se dirige a la joven mujer, a aquella "nadie". El ángel le pide la conformidad al plan de Dios para cambiarlo todo. Este es el misterio que estamos invitados a contemplar mientras preparamos la celebración de la Navidad.

Al escuchar las palabras con las que Pablo cierra su carta a los Romanos hoy, el apóstol nos explica que el misterio de Cristo ha sido revelado para traer al mundo entero a la obediencia de la fe. Para comprender esto, necesitamos saber lo que significaba obediencia en el vocabulario de Pablo. Obediencia es una palabra de escucha. Implica escuchar tan cuidadosamente, tan atentamente, tan abiertamente, que el escuchante quede preparado para ser cambiado por lo que reciba. Conseguir que alguien escuche es al final la única forma de obtener su cambio. La ley puede ser impuesta. Pero si la gente no la internaliza, si no la acepta como la forma correcta de actuar, solo es tan efectiva como dolorosas e inevitables sean las sanciones por su incumplimiento. Pablo creyó que el misterio de Cristo era un misterio tan dador de vida que llevaría a la gente a la obediencia, tan solo con que lo escuchasen con sus corazones.

María escuchó al ángel. Permitió que su corazón fuese vulnerable a la gracia de Dios, que es otra
forma de decir que fue obediente. No fue pasiva: explicó claramente por qué el plan parecía imposible -no era nadie, solo una prometida, ni siquiera una verdadera esposa-. Pero fue lo suficientemente sencilla, lo suficientemente abierta, para escuchar que el plan de Dios era más grande que sus expectativas o incluso que su imaginación. Cuando el Espíritu Santo entra en escena, nada es imposible.

Este año, tenemos el tiempo de Adviento más corto posible. Nuestra última semana de Adviento no puede comenzar antes que en la primera misa de vísperas el sábado por la tarde y llegará a su fin con la primera Misa del Gallo en la noche del domingo. Esta "semana" de 24 horas o menos parece ser un truco de los liturgistas. Tal vez es también un recordatorio de que Dios no lleva un reloj ni una agenda. El tiempo de Dios es diferente del nuestro, como los pensamientos de Dios son más grandes que nuestras imaginaciones. Solo Dios habría soñado un plan para salvar al mundo que comenzase por la joven María de Nazareth. Solo Dios podría seguir dirigiéndose a nosotros, esperando obediencia.

El ángel le dijo a María: "El Señor está contigo". El ángel también le dijo: "No temas". El mensaje de que Dios está con nosotros puede ser muy problemático. Si nos permitimos ser vulnerables a la presencia de Dios, todo puede cambiar -y eso no siempre es cómodo-.

El mensaje sobre el que estamos invitados a meditar en esta semana de 24 horas final de Adviento es que el Creador del universo quiere estar con nosotros. Cuando se nos invita a meditar lo que ello puede conllevar, el ángel nos recuerda que "nada es imposible para Dios". El misterio de Navidad que celebramos con luces y nacimientos, regalos y comida compartida, no es solo una conmemoración histórica. Lucas quiere que escuchemos las alas de Gabriel aproximándose a nuestro pueblo. Los ángeles nos dirán: "No tengáis miedo". El cielo está esperando que respondamos con la obediencia de la fe. 

Por Mary Mc Glone. Traducido del National Catholic Reporter

Comentarios

Entradas populares