Educar al humanismo solidario (III)
20. Para corresponder a su función propia, los proyectos formativos de la
educación al humanismo solidario se dirigen hacia algunos objetivos
fundamentales. Antes que nada, el objetivo principal es permitir a cada
ciudadano que se sienta participante activo en la construcción del humanismo
solidario. Los instrumentos utilizados deben favorecer el pluralismo,
estableciendo espacios de diálogo finalizados a la representación de las
instancias éticas y normativas. La educación al humanismo solidario debe tener
una especial atención para que el aprendizaje de las ciencias corresponda a la
conciencia de un universo ético donde la persona actúa. En particular, esta
recta concepción del universo ético tiene que avanzar hacia la apertura de
horizontes del bien común progresivamente más amplios, hasta llegar a toda la
familia humana.
21. Este proceso inclusivo supera los límites de las personas que viven
actualmente en la tierra. El progreso científico y tecnológico demostró en los
últimos años, cómo las decisiones que se toman en el presente son capaces de
influir en los estilos de vida y —en algunos casos— sobre la existencia de
los ciudadanos de las futuras generaciones. «La noción de bien común incorpora también a las generaciones futuras».
El ciudadano de hoy, de hecho, debe ser solidario con sus contemporáneos donde
quiera que se encuentren, pero también con los futuros ciudadanos del planeta.
Ya que «el problema es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar
esta crisis [...] y hace falta construir liderazgos que marquen caminos, buscando atender a
las necesidades de las generaciones actuales incluyendo a todos, sin perjudicar
a las generaciones futuras» entonces la tarea específica que puede realizar la educación al humanismo
solidario es contribuir a edificar una cultura basada en la ética
intergeneracional.
22. Esto significa que la educación extiende el ámbito clásico del alcance de su
acción. Si hasta ahora se consideraba la escuela como la institución que forma
los ciudadanos del mañana, si las agencias formativas responsables de la
educación permanente se ocupan de los ciudadanos del presente, a través de la
educación al humanismo solidario se cuida la humanidad del futuro, la
posteridad, con quienes se debe ser solidarios tomando decisiones responsables.
Es aún más verdadero con respecto a la formación académica, porque es a través
de ella que se proporciona las competencias necesarias para tomar las decisiones
decisivas del equilibrio de los sistemas humano-sociales, naturales,
ambientales, etc. Los temas
desarrollados en los cursos universitarios, en este sentido, deberían realizarse
según un criterio decisivo para la evaluación de su calidad: la sostenibilidad
con las exigencias de las generaciones futuras.
23. Para que sea una verdadera inclusión es necesario hacer un paso
ulterior, es
decir construir una relación de solidaridad con las generaciones que nos
precedieron. Lamentablemente, la afirmación del paradigma tecnocrático,
en
algunos casos, redimensionó el saber histórico, científico y humanístico
—con
su patrimonio literario y artístico— mientras que una visión correcta de
la
historia y del espíritu con el cual nuestros antepasados han
enfrentado y superado sus desafíos, puede ayudar al hombre en la
compleja
aventura de la contemporaneidad. Las sociedades humanas, las
comunidades, los
pueblos, las naciones son el fruto del pasaje de la historia donde se
revela una
identidad específica en continua elaboración. Comprender la relación
fecunda
entre el devenir histórico de una comunidad y su vocación al bien común y
al
cumplimiento del humanismo solidario implica la formación de una
conciencia
histórica, basada en la conciencia de la indisoluble unidad que lleva a
los
antepasados, a los contemporáneos y a la posteridad a superar los grados
de
parentesco para reconocerse todos igualmente hijos del Padre, y por lo
tanto en
una relación de solidaridad universal.
24. Así como la Encíclica
Populorum progressio recomienda la elaboración
de «programas concertados»,
hoy
es evidente la necesidad de hacer converger las iniciativas educativas y
de
investigación hacia los fines del humanismo solidario, con la conciencia
que «no deberían permanecer dispersos o aislados, y menos aún opuestos
por razones de
prestigio o poder».
Construir
redes de cooperación, desde el punto de vista educativo, escolar y académico,
significa activar dinámicas incluyentes, en constante búsqueda de nuevas
oportunidades para introducir en el propio circuito de enseñanza y aprendizaje
sujetos distintos, especialmente aquellos que les resulta difícil aprovechar un
plan una formación adecuado a sus necesidades. Recordando también, que la
educación sigue siendo un recurso escaso en el mundo, considerando que existen
sectores de la humanidad que sufre por la falta de instituciones idóneas al
desarrollo, el primer esfuerzo de educación al humanismo solidario es la
socialización de sí mismo a través de la organización de redes de cooperación.
25. Una educación al humanismo solidario desarrolla redes de cooperación en los
distintos ámbitos donde se realiza la actividad educativa, particularmente en la
educación académica. En primer lugar, solicita a los actores educativos que
asuman una actitud que favorezca la colaboración. En particular, prefiere la
colegialidad del cuerpo docente en la preparación de los programas formativos, y
la cooperación entre los estudiantes en lo concerniente a las modalidades de
aprendizaje y a los ambientes formativos. Aún más: como células del humanismo
solidario, unidas por un pacto educativo y por una ética intergeneracional, la
solidaridad entre quien enseña y quien aprende debe ser progresivamente
incluyente, plural y democrática.
26. La universidad debería ser el principal crisol para la formación a la
cooperación en la investigación científica, prefiriendo —en el lecho del
humanismo solidario— la organización de investigaciones colectivas en todas las
áreas del conocimiento, cuyos resultados puedan ser corroborados por la
objetividad científica de la aplicación de lógicas, métodos y técnicas idóneas,
como también por la experiencia de solidaridad realizada por los investigadores.
Se trata de favorecer la formación de grupos de investigación integrados entre
el personal docente, jóvenes investigadores y estudiantes, y también solicitar
la cooperación entre las instituciones académicas ubicadas en un contexto
internacional. Las redes de cooperación deberán instituirse entre sujetos
educativos y sujetos de otro tipo, por ejemplo, del mundo de las profesiones, de
las artes, del comercio, de la empresa y de todos los cuerpos intermedios de las
sociedades donde el humanismo solidario necesita propagarse.
27. En muchos lugares se solicita una educación que supere las
dificultades de
los procesos de masificación cultural, que producen los efectos nocivos
de
nivelación, y con ella, de manipulación consumista. El surgimiento de
redes de
cooperación, en el marco de la educación al humanismo solidario, puede
ayudar a
superar estos desafíos, ya que ofrece descentralización y
especialización. En
una perspectiva de subsidiariedad educativa, tanto a nivel nacional como
internacional, se favorece el intercambio de responsabilidad y de
experiencia,
esencial para optimizar los recursos y evitar los riesgos. De esta
manera se
construye una red no sólo de investigación sino — sobre todo — de
servicio,
donde uno ayuda al otro y se comparten los nuevos descubrimientos,
«intercambiando temporalmente los profesores y proveyendo en todo lo que
pueda
contribuir a una mayor ayuda mutua».
7. PROSPECTIVAS
28. La educación escolar y universitaria estuvieron siempre en el centro de la
propuesta de la Iglesia Católica en la vida pública. Ella defendió la libertad
de educación cuando, en las culturas secularizadas y laicistas, parecían
reducirse los espacios asignados a la formación de los valores religiosos. A
través de la educación, continuó suministrando principios y valores de
convivencia pública cuando las sociedades modernas, engañadas por los logros
científicos y tecnológicos, jurídicos y culturales, creían insignificante la
cultura católica. Hoy, como en todas las épocas, la Iglesia Católica tiene
todavía la responsabilidad de contribuir, con su patrimonio de verdades y de
valores, a la construcción del humanismo solidario, para un mundo dispuesto a
actualizar la profecía contenida en la Encíclica
Populorum progressio.
29. Para dar un alma al mundo global, atravesado por constantes cambios, la
Congregación para la Educación Católica vuelve a lanzar la prioridad de la
construcción de la “civilización del amor”,
y exhorta a todos los que por profesión y vocación están comprometidos en los
procesos educativos —en todos los niveles— a vivir con dedicación y sabiduría
dicha experiencia, según los principios y los valores enucleados. Este
Dicasterio —después del Congreso Mundial “Educar hoy y mañana. Una pasión que
se renueva” (Roma-Castel Gandolfo, 18 - 21 de noviembre de 2015)— dio eco a las
reflexiones y a los desafíos que surgieron ya sea por parte de los docentes, de
los alumnos, de los padres, como de las Iglesias particulares, las Familias
religiosas y las Asociaciones comprometidas en el vasto universo de la
educación.
30. Estos lineamientos fueron entregados a todos los sujetos que trabajan con
pasión para renovar cotidianamente la misión educativa de la Iglesia en los
diferentes continentes. Se desea, también, proporcionar una herramienta útil
para un diálogo constructivo con la sociedad civil y los Organismos
Internacionales. Al mismo tiempo, el Papa Francisco erigió la Fundación
“Gravissimum educationis”
para aquellas “finalidades científicas y culturales dirigidas a promover la
educación católica en el mundo”.
31. En conclusión, los temas y los horizontes para explorar — a partir de la
cultura del diálogo, de la globalización de la esperanza, de la inclusión y de
las redes de cooperación — solicitan ya sea la experiencia formativa y de
enseñanza que las actividades de estudio y de investigación. Será necesario, por
lo tanto, favorecer la comunicación de dichas experiencias y los resultados de
las investigaciones, con la finalidad de permitir que cada sujeto comprometido
en la educación al humanismo solidario comprenda el significado de su propia
iniciativa en el proceso global de la construcción de un mundo fundado sobre
valores de solidaridad cristiana.
Congregación para la Educación Católica
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