El silencio sigue hablando
El silencio sigue hablando.
¡Si la confianza del corazón estuviera al principio de todas las cosas…!
EL ser humano no tiene fondo, ¡hay en él como un abismo interior!
Dios está ahí, en él.
¡Dichoso el limpio de corazón! Él descubre que incluso en los
silencios de Evangelio, el mayor misterio es el de la presencia continua
de Jesús, el Resucitado, ofrecida a toda criatura humana. En todo,
incluso cuando Cristo desaparece.
Mantenerse en silencio en su presencia, para acoger su espíritu, es ya rezar.
Aunque a veces nuestra oración no sea más que un pobre balbuceo, eso
no es lo más importante. En cierto sentido, quizá es mejor así:
alegrémonos de que, por ello, Dios nos da la humildad. Y Dios comprende
todos los lenguajes humanos. Él comprende nuestras palabras, pero
comprende también nuestros silencios. Y el silencio es a veces el todo
de la oración.
Por Sor María Dolores Pérez Mesuro, publicado en Dominicos.org
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