Gracias, hermano Francisco, por tu compromiso con Sudán del Sur

Francisco, innovador en todo, ha creado un nuevo tipo de viaje apostólico: la visita ecuménica. Lo hizo primero en Lesbos, a donde acudió acompañado del Patriarca de Constantinopla, Bartolomé, y del Patriarca de Grecia. Y según anunció en su visita a la iglesia anglicana de Roma, lo continuará con un eventual viaje al Sudán del Sur, acompañado esta vez por el arzobispo de Canterbury y Primado de la Iglesia anglicana, Justin Welby.

Son más que viajes a las periferias geográficas. Se trata de visitas a las más duras y sangrantes periferias existenciales. Allí donde los más pobres de los pobres lloran, sufren y gritan su dolor al cielo y a la tierra. Los líderes del mundo hacen oídos sordos. Pero, el Papa, no. Y, como enviado del cielo, acudirá a Sudán del Sur, para intenter apagar el fuego de una guerra étnica fratricida, que apenas tiene eco en la agenda mediática y política mundial.

¡Ojalá se puede realizar el viaje! Porque no es nada fácil visitar un país en guerra. Aunque Francisco ya nos tiene acostumbrados a gestos arriesgados de este tipo. Ya visitó Bangui, la capital de la República Centroafricana, en pleno apogeo del conflicto entre los seleka y los antibalaka. Y consiguió el milagro de la paz, al menos mientras él estuvo allí. Y hasta dicen que, después de su visita, consiguió poner en marcha el proceso de pacificación que, con sus altibajos, sigue adelante.

Eso es lo que intentará hacer en Sudán del Sur: poner en marcha el proceso de paz. Sentarse con los líderes de ambas facciones e invitarles al diálogo y a la búsqueda de la paz. Desde su sola autoridad moral.

Una misión nuevamente arriesgada. Por los riesgos físicos que implica. Y por el riesgo del fracaso papal que conlleva. No está garantizado que le hagan caso los líderes sudaneses enfrentados. Pero, a Francisco, no le importa su fracaso personal. Lo único que busca es iniciar el camino de la paz. Sin importarle que su imagen quede cuestionada. Asume la posibilidad del fracaso. El intento evangélico de la paz está por encima de cualquier otra consideración.

Visita arriesgada y complicada también a nivel interno. Porque los tirapiedras internos seguro que hablan de sincretismo y demás lindezas, para refirirse a una visita conjunta con el líder de la Iglesia anglicana. Pero tampoco eso va a detener a Francisco, que sólo se deja guiar por las mociones del Espíritu.

¡Suerte, Papa valiente y arriesgado! Que tu misión sudanesa sea posible y sea un éxito. El pueblo y los pobres de Sudán del Sur, que lloran y gritan por la paz, te esperan. Y te necesitan. Eres su única esperanza.

 "Tuve hambre y Me disteis de comer, tuve sed y Me disteis de beber, estaba desnudo y Me vestisteis..." Y Jesús termina este discurso diciendo: "y los justos irán a la vida eterna". Es decir, que dar de comer al hambriento, de beber al sediento, vestir al desnudo, etc. no es una obra de misericordia, ni una limosna, ni una caridad: es deber de justicia. (Ver Evangelio de Mateo 25,31 a 46)

La semana pasada el Papa Francisco reclamó la atención mundial sobre la dramática situación de Sudán del Sur. Veamos por qué:

Sudán del Sur es un país de África Oriental, cuyo Indice de Desarrollo Humano es de 0,467, y se encuentra en el puesto 167, por lo que sus habitantes están entre los que ocupan peor lugar dentro de la lista general del IDH mundial.

Sudán forma parte de los 27 países de Africa cuyo IDH está por debajo de 0,500, que son más de la mitad de los países africanos, lo cual nos indica que el desarrollo humano de Africa es muy bajo.
Estar con un IDH por debajo de 0,500 supone:
- extrema pobreza en la gran mayoría de la población,

- una vida media en torno a los 50 años o algo menos,
- enorme analfabetismo,

- tener muchos niños sin escolarizar,
- muy pocas posibilidades de acceso a estudios superiores,
- tan solo un médico por 20.000 habitantes o más,
- muy malas comunicaciones,
- pasar hambre continuamente y hambruna periódicas,
- no tener acceso a medicinas, ni a hospitales,
- verse obligaado a emigrar,

- ser víctima de enormes injusticias,
- estar en guerra, violencia generalizada o en constantes conflictos sociales,
- violación generalizada de los DD.HH.

- Deuda Externa muy difícil de afrontar.
Todo esto le está pasando ahora mismo a Sudán del Sur, además de que el día 20 de febrero, la ONU declaró oficialmente la hambruna en Sudán del Sur.

La declaración de hambruna es el nivel más grave de crisis alimentaria y nutricional. Cuando se llega a este punto, la situación es alarmante y la vida de millones personas, sobre todo niños, está en alto riesgo.

Concretamente ahora mismo 1,1 millones de niños sufren desnutrición aguda y necesitan tratamiento urgente: casi al año de vida pesan tan solo lo mismo que un recién nacido normal. De ellos, 270.000 niños están en el nivel más grave de desnutrición, que les dejará secuelas para toda su vida. Además, 3,3 millones de familias han tenido que huir de sus casas en busca de alimentos y protección a causa de la guerra, dejando atrás sus tierras y los pocos recursos que tenían.

Unos 5 millones de personas en todo el país, más del 40% de la población, depende de la ayuda alimentaria, y la cifra podría aumentar hasta 5,5 millones en el pico de la estación seca en julio.
La esperanza de vida es de 55,3 años,
La Mortalidad infantil de 72 niños/niñas por cada 1000 habitantes,
No disponen de agua potable el 53%,
El PIB (Produc.Inte.Bruto) por habitante y año es de 1790 $.
En 2014, la malaria supuso el 72% de todas las muertes causadas por enfermedades en todo Sudán del Sur, según la ONU.
Está aumentando la pobreza con decrecimiento del PIB: -5,3 %
Las áreas protegidas de Sudán del Sur son hábitat de antílopes, búfalos, elefantes, jirafas, leones, chimpancés y monos de bosque, pero las grandes empresas multinacionales que están en condiciones de extraer los recursos naturales en Sudán del Sur a gran escala, representan una amenaza notable para la vida humana y silvestre de la nación y sus hábitats.

Defender al hombre es defender la tierra, defender la tierra es defender al hombre, porque el hombre depende de la tierra.

Por José Manuel Vidal y Faustino Villabré, publicado en Religión Digital

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