Sed de paz (II)

Entre los nombres regios del Señor en la tradición judía está la paz, como se dice en el libro de los Jueces (6:24): "Entonces Gideón construyó allí un altar al Señor y lo llamó el Señor es paz". Esto representa la enorme importancia de la paz en la tradición bíblica, porque estamos llamados a imitar al Señor. También se dice en el libro de los Salmos: "Por mis hermanos y compañeros, te digo: La paz sea contigo" y en el libro de los Proverbios (3:17): "Sus caminos son los caminos de la dicha y todos Sus caminos son paz". El Talmud, segunda fuente sólo por detrás de la Biblia como obra sagrada y de autoridad en la tradición judía, dice: "Los discípulos de la sabiduría incrementan la paz en el mundo, como se dice en el Libro de Isaías (54:13): "Y todos los hijos aprenderán del Señor, y grande será la paz de los hijos".

Por lo tanto, perseguir y alcanzar la paz es uno de los deberes más importantes en la tradición bíblica y judía, como se dice en los Salmos (34:14): "Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y alcánzala", y uno de los más distinguidos maestros judíos de todos los tiempos, Hillel, dijo: "Sed de los discípulos de Aaron, el primer sacerdote, ama la paz, ama a las criaturas y atráelas más cerca de la Torah", y otro distinguido maestro, Rabban Shimon ben Gamliel dijo: "Sobre tres cosas se levanta el mundo: la razón, la verdad y la paz".

De hecho, una de las mayores bendiciones que el Señor envía sobre nosotros es la bendición de y por la paz, como se dice en el libro del Levítico (26:6) "Llevaré la paz a la tierra y descansaréis y nadie os causará miedo" y en el libro de los Números (6:26): "El Señor levanta su rostro sobre vosotros y os da la paz".

Siguiendo las enseñanzas bíblicas sobre la enorme importancia de buscar y trabajar por la paz, nosotros los judíos rezamos constante y diligentemente por la paz. Así, concluimos la parte más importante de la oración tres veces al día así: "Concede la paz, el bien y la bendición, la gracia, el amor y la compasión, a nosotros y a todo Israel Tu pueblo, bendícenos, Padre con la paz. Que sea
grato a tus ojos bendecir a Tu pueblo Israel en todo tiempo, a toda hora, con Tu paz. Bendito seas, Señor, que bendices a Tu pueblo Israel con la paz". También concluimos la oración de la mañana con el versículo del Salmo (29:11): "El Señor dará fortaleza a Su pueblo, el Señor bendecirá a Su pueblo con la paz". Por lo tanto, el mensaje que nos llevamos tras cada oración a lo largo del día es la de buscar la paz en todos nuestros ambientes -con la familia, con los amigos, con la comunidad, con la nación y lo que es más importante con el mundo entero-.

Estos ciclos de la vida de cada ser humano son clara y contundentemente pronunciados en la Biblia y en el Talmud: la paz, el amor y el honor entre el marido y la esposa, entre los padres y los hijos, es una obligación firme, no una mera recomendación ética o moral; de la misma manera el amor y la paz a cada ser humano es un requisito absoluto. No hay alternativa a la paz para la existencia nacional e internacional.

Por desgracia, somos testigos actualmente de atrocidades espantosas realizadas por una minoría de fundamentalistas que pretenden actuar en el nombre del Señor. ¡No puede haber mayor violación de las palabras del Señor! Los desacuerdos y las controversias pueden y deben dar lugar al debate y la discusión legítima, pero sólo por medios pacíficos. Matar por los desacuerdos es el más grave de los pecados y ninguna persona temerosa de Dios puede justificarlo.

Bendita sea la Comunidad de San Egidio por su persistencia en reunir a representantes de todas las religiones del mundo para hablar y promover la paz. Veo la de traer la paz al mundo como una de las tareas más importantes de los líderes religiosos.

Permítanme concluir con las proféticas palabras de Isaías (52:7): "Que dichosos son los pasos del mesías por las montañas anunciando la paz, anunciando la salvación, diciendo a Sión: Tu Señor ha reinado".

Gracias.

 Discurso de apertura del Encuentro "Sed de Paz" celebrado en Asís por la Comunidad de San Egidio, pronunciado por Avraham Steinberg, rabino judío

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