Cómo hablar a los sin techo

Es una visión común en las intersecciones de cualquier ciudad. Un hombre o una mujer sostiene un
cartón que dice "Sin techo. Con hambre. Por favor, ayuda. Cualquier ayuda". La mayor parte de los vehículos, parados en el semáforo e impacientes para moverse, simplemente le ignoran.

¿Pero qué deberías hacer antes de que cambie el semáforo? El ministerio urbano "Cristo en la ciudad" ofrece algunos consejos.

"Pregunta el nombre de la persona", recomienda el folleto del grupo. "Uno de nuestros amigos en la calle nos contó que estuvo cuatro meses sin escuchar su propio nombre. Pregúntale su nombre y recuérdalo".

Aquellos que coinciden regularmente con un mismo indigente deberían recordar su nombre y decir hola la siguiente vez. "Te sorprenderá como se ilumina su cara cuando vea que le recuerdas".

"Amar es conocer y ser conocido", dice Cristo en la ciudad. "Y así, el sintecho crónico se convierte en desconocido, se convierte en separado, no solo de la sociedad sino de la misma experiencia del amor".

El sintecho crónico suele resistirse a los servicios sociales y a otras ayudas. Muchos de ellos sufren problemas de abusos de sustancias o de salud mental. Erin McCrory, el director ejecutivo del servicio, reflexiona sobre su situación.

"Nos han dicho que una vez que tu realidad se convierte en rebuscar comida en la basura y en no escuchar tu nombre durante meses, aceptas que esa es tu realidad". "Sus espíritus quedan rotos y les fallan la esperanza y la fe en la gente".

Hay otras formas de trabar contacto personal. "Ofréceles la mano", aconseja el folleto del grupo. "Este simple gesto rompe las barreras y expresa que reconoces su dignidad. Un momento de incomodidad para ti puede ser la luz del día para él".

Cada año, un nuevo equipo de misioneros de Cristo en la ciudad se reune en Denver para tratar de esfuerzos como el de llegar a los sin techo. Alrededor de 25 jóvenes misioneros hacen voluntariado durante dos años, recibiendo formación espiritual y académica en su tiempo de servicio.

El grupo dice que un solo misionero alcanza a 500 vagabundos y que compromete a entre ochenta y cien voluntarios en más de 62.000 horas de servicio por los sin hogar.

El grupo aconseja a la gente dar bienes más prácticos en lugar de dinero, tales como calcetines,
agua, refrescos o guantes. Aquellos que dan comida deberían tener en mente que las personas que viven en la calle a menudo tienen problemas dentales y no pueden comer barritas de cereales duras o manzanas. Alimentos blandos como los plátanos serían más aconsejables.

"Dar dinero es una decisión personal que exige discernimiento. Las tarjetas- regalo pueden ser una mejor alternativa que el efectivo", dice "Cristo en la ciudad". Los productos que muestran un interés personal es más fácil que mantengan el foco en la amistad.

"Tu amor y tu compasión son más efectivos que cinco dólares" señala el grupo.

¿El consejo definitivo de esta organización? "Ofréceles rezar por ellos y hazlo". "Intentamos ser otro Cristo para nuestros amigos de la calle, pero aceptamos que sólo podemos llegar hasta donde podemos llegar. El resto se lo dejamos a Dios en la oración. El ama a nuestros amigos más de lo que nosotros nunca podríamos hacer".

Traducido de Crux

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