Silencio, indiferencia y misericordia

Silencio.

Una misteriosa quietud se instaló entre los miles de peregrinos que caminaban por el mismo camino que el millón trescientos mil prisioneros que fueron llevados a Auschwitz- Birkenau, el campo de concentración y de exterminio nazi que abrió en 1940.

El Museo- Memorial de Auschwitz- Birkenau ha abierto sus puertas exclusivamente para los peregrinos del 20 al 28 de julio y del 1 al 3 de agosto. Esperando llevar esta experiencia a peregrinos de todo el globo, el personal del memorial espera cientos de miles de visitantes en este tiempo. El 29 de julio, el Papa Francisco visitará el lugar, como han hecho sus dos predecesores. Ha invitado a antiguos prisioneros del campo a reunirse con él en el lugar. Se espera que rece en el "muro de la muerte" localizado en el bloque 11, así como en la unidad de san Maximiliano Kolbe.

Los peregrinos fuimos llevados por una ruta muy específica entre ambos campos. En Auschwitz, paramos y rezamos enfrente del bloque once, donde san Maximiliano Kolbe fue recluido en una celda de muerte por hambre después de ofrecer su vida en lugar de su compañero de cautiverio Franciszek Gajowniczek. El último prisionero de su grupo tras doce días de desnutrición, Kolbe fue finalmente asesinado mediante inyección letal. Gajowniczek se reunió con su mujer tras la liberación del campo.

Es imposible describir adecuadamente lo que se siente al caminar sobre la tierra y las gravillas donde tanta sangre fue derramada y las cenizas de la gente fueron arrojadas sin cuidado. Donde la vida humana perdió su dignidad inherente. Porque cuando de verdad miras al holocausto y a estos campos de concentración, recuerdas que son humanos los que lo han hecho. Mis compañeros de especie son los que asesinaron a 1.1 millón de personas, el 90% judíos, sólo en Auschwitz- Birkenau.

Hubo un momento que se levantó vividamente para mí y para muchos de mis compañeros de peregrinación. Después de Auschwitz, los autobuses nos llevaron al campo de Birkenau, que tenía fácilmente diez veces el tamaño del primero. Entramos por los carriles del tren, los mismos que transportaron a la mayoría de los hombres, mujeres y niños que llegaron aquí para morir. Entramos por entre la grava y la tierra rodeados por alambres y torres de vigilancia. Tras tres kilómetros de camino llegamos a un edificio sin nombre, descrito como el centro en el que los prisioneros eran despojados de su nombre, su ropa y su dignidad. Pasándolo, por fin encontramos alguna sombra. Allí encontramos fotos agrandadas de prisioneros, levantados o sentados, esperando en los mismos árboles en los que ahora descansábamos nosotros. Aunque las fotos eran inquietantes, fue el momento el que lo puso todo en contexto. Era el que revelaba que este punto era donde los prisioneros esperaban su inmediata muerte en la cámara de gas después de su llegada, a menudo aguardando horas a que llegase su momento.

El mismo espacio que ocupábamos, los mismos árboles que nos rodeaban y que nos protegían del sol, eran los que habían recibido los últimos alientos de tantas personas.

Fue un día emotivo. Un día que todavía estoy intentando encajar en mi mente y en mi corazón. Después, llegamos al Santuario de la Divina Misericordia, donde Santa Faustina recibió su visión sobre la misericordia -antes del comienzo del holocausto- una idea que tan desesperadamente necesitaba ser acogida por la gente de aquel tiempo. Sin embargo, sería un error pensar que la misericordia sólo era necesaria en el pasado. En este Año de la Misericordia, en esta Jornada Mundial de la Juventud cuyo lema es "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia", parece una palabra que reclama nuestra atención.

El cardenal Sean O`Malley de Boston celebró una misa para los peregrinos de habla inglesa en el Santuario. Durante su homilía, O`Malley habló del significado del holocausto para nosotros hoy. Dijo: "La indiferencia hace posible el sufrimiento. El antídoto es la misericordia".

El viaje a Auschwitz- Birkenau exige recuerdo, preservación y prevención. Tras estudiar y oír tanto sobre el holocausto, puede parecer más un hecho repetitivo que un concreto y verdadero período de tiempo en el que el horror inexpresable ocurrió. Muchas personas están desensibilizadas ante este dolor. Tal vez esa sea la razón que permita nuevas atrocidades hoy o mañana. Como afirma un cartel en Birkenau, "La indiferencia mata". Nuestra responsabilidad es cargar este dolor con nosotros y al final elegir la misericordia.

Por Kristen Whitney Daniels. Traducido del National Catholic Reporter

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