La moto y el mar
La moto y el mar: dos imágenes contrastadas, dos modos de entender la vida.
La moto evoca ruido, velocidad, competición, lucha con el espacio y el
tiempo. El mar es símbolo de quietud, detenerse, contemplar, sabor del
inabarcable infinito. ¿A cual pertenecemos?
Ambas realidades, tecnología y naturaleza, forman parte de la vida
del hombre, que inventa para comunicarse, gracias a su cerebro, y que
transforma la realidad. Todo es bueno en sí mismo. Pero en la medida en que sepamos usar de ello.
¿Nuestra generación con qué se queda? La impresión primera es que
hoy preferimos correr para drogarnos de nuestra verdad más profunda. Nos cuesta parar el motor, el móvil, las pantallas, la avalancha de mensajes instantáneos. Solo deteniéndonos al menos a ratos en silencio a contemplar recuperaremos el Ser, abrazaremos la chispa de Dios que en realidad somos: hechos de Mar y destinados al Mar.
Por Pedro Miguel Lamet. Publicado en Religión Digital
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