La auténtica fiesta

El día acababa con la cena en el parque Jordan en Blonia tras la misa de apertura, sentados en la hierba viendo el desfile de banderas saliendo de aquella inmensa explanada. ¿Por qué os hablo hoy de la verdadera fiesta? Pues porque durante esta cena hemos podido observar como poco a poco el parque se iba quedando cada vez más y más vacío, al menos en la zona donde nosotros nos encontrábamos que como os digo era la salida. Y este desalojo de personas hubiera resultado imposible en otro momento ya que en el escenario al lado del altar había literalmente un 'conciertazo' de grupos de música, y se veía no mucho público desgraciadamente.
 
Otros se hubieran preguntado  cómo podíamos dejar el parque cuando la verdadera fiesta estaba comenzando. Pero como digo, eso se lo hubieran preguntado otros. Nosotros, aún sabiendo disfrutar de estas fiestas y mucho (creédme), sabíamos que la auténtica fiesta era la que acabábamos de celebrar todos juntos, la fiesta de la Eucaristía. Esta, amigos, es la más grande fiesta que tenemos los cristianos, y hoy se ha visto en este parque. Ha sido una magnífica lección para cerrar el día.


Este día amanecía con un desayuno al más puro estilo continental por parte de la familia que nos acoge. Realmente son un regalo de Dios y no sé si merecemos tanto cariño como de repente estamos recibiendo de todos ellos. Tras él, acudimos a la parroquia a tener nuestra oración de Laudes en grupo e irnos camino de Cracovia con el día puesto en las manos del Señor.


Y es aquí ya cuando nace todo el caos. Pero el caos bien entendido, el caos que gusta, el caos que engancha, ese desorden que sin saber por qué a la inmensa mayoría nos encanta. Vamos, lo que es una JMJ al fin y al cabo. Todas las calles de la ciudad era un auténtico reguero de gente, de banderas, de cánticos, de cámaras. Una fiesta. Los españoles por cierto, dando la nota siempre por variar. Revisando los vídeos del día me he dado cuenta de que éramos los que la mayoría de las veces íbamos liándola más, chillando más y armando más follón. Así que tranquilos, estamos siendo fieles a nuestra idiosincrasia.


Os contaba al principio del diario de hoy la última lección del día, y digo última porque es que si tienes los ojos y los oidos abiertos en estos momentos, el día te satura de lecciones que te inundan el corazón. Mirad, antes de partir hacia Cracovia, saliendo de la parroquia tras el rezo de los laudes he visto a un grupo de jóvenes arrodillados rezando en silencio. Detrás de ellos, como esperándonos, había un salesiano que me sonaba la cara pero no hacía falta ser un lumbreras para darse cuenta que no era español. Pues bien, imaginaros la cara que se nos ha quedado cuando nos lo han presentado y nos han dicho su lugar de procedencia: Siria, Aleppo. Su cara nos era familiar porque en mayo mandó un vídeo vía Facebook pidiéndonos una oración por sus jóvenes, y por su país. Me cuesta seguir narrando los sentimientos que tuve en ese momento.


El día de verdad ha estado cargado de preciosos momentos y como os digo, lecciones. ¿Leísteis el
diario de ayer? Pues fijaos las palabras del cardenal hoy en la homilía: '¿Amáis a Cristo? No debemos huir de esta respuesta, porque esta respuesta trasciende las fronteras impuestas por los hombres'. Habrá miles de banderas esta JMJ, ondeando bien alto, pero aquí las banderas no significan nada comparadas con el gran mástil que nos une: Cristo.


Voy acabando ya, solo permitidme un recuerdo más del día. Durante la comunión, muchos han visto como el sacerdote que repartía la comunión se iba sin más formas en su patena. Pensaban que claro, no podían acercarse a Jesús en la comunión y volvían muchos de ellos tristes a su sitio. Y de nuevo, la lección: de repente han aparecido decenas de diáconos, religiosos y sacerdotes con patenas llenas de formas, que han inundado todos los sectores del parque Blonia. Y yo pensaba a mis adentros: ¡Cómo es Dios! Si lo buscas, lo encuentras, y tranquilo que si no lo encuentras por tus propios medios y tienes que volverte de una búsqueda fallida, será Él el que te busque y te encuentre a ti. Al final, todos pudieron comulgar, ha sido precioso.


En fin, esto está ya en marcha, la gran fiesta de la Misericordia de Dios ha empezado ya en Cracovia. Empecemos a trabajar por esa unión de católicos que tanto le hace falta a este mundo. Rezad por nosotros para que seamos capaces de ello, los jóvenes somos los responsables del futuro de la Iglesia. Yo rezo por vosotros.


Por cierto: han llegado las maletas. Gracias por vuestras oraciones.
Francisco Javier Garrido Hernández, peregrino de Cracovia 2016. Publicado en Religión Digital.

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