El mal
Hace unos días conversando con chicos y chicas muy jóvenes pero con
muy buena cabeza y ganas de profundizar, derivó la cosa en la figura
pintoresca del demonio.
¿No me diréis que creéis en el demonio con cuernos, rabo y pintado de rojo?, dijo de sopetón uno de ellos con cierta ironía, esperando entrar en debate sobre el personaje.
Nos miraban, especialmente interesados, a los que ya peinamos canas, esperando una respuesta sin evasivas ni paños calientes.
Curiosamente acababa de leer un artículo que me había dejado
perpleja. Como llevaba la revista en el bolso les comenté mi interés por
leerles esta nueva y sofisticada fechoría relacionada con la falta de
escrúpulos y la corrupción.
PAÑALES DE ADULTOS, PRECIOS ACORDADOS (*)
“La Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) acaba de
imponer la segunda mayor sanción de su historia, 128,8 millones de
euros, a ocho fabricantes de pañales de adultos, a su asociación
empresarial y, por primera vez en la historia, a cuatro directivos
responsables del acuerdo que durante al menos 14 años elevó
artificialmente el precio de estos productos. La incontinencia urinaria
grave es un problema que afecta a cerca de 2,5 millones de personas en
España, pero el fraude que supone llegar a acuerdos para inflar el
precio de estos productos no solo perjudica a los directamente
afectados, sino a todos los ciudadanos, porque es el Servicio Nacional
de Salud quien asume la mayor parte del coste. Llama especialmente la
atención la implicación en este cártel de los colegios de farmacéuticos,
que firmaron acuerdos secretos para aumentar sus márgenes de venta, y
que finalmente se han librado de la sanción porque la infracción había
prescrito, una vía de escape legal más que discutible y que no les libra
de su responsabilidad por semejante acto en contra de los intereses de
los ciudadanos. Son muchos los millones de euros de más que hemos tenido
que pagar por culpa de esos acuerdos en una época donde se imponen
recortes en Sanidad que podrían no ser necesarios si se hiciera una
buena gestión de los recursos públicos. Pero mucho nos tememos que este
caso es sola la punta del iceberg de un sistema que beneficia a unos
pocos en detrimento de muchos.
La CNMC vela por que se cumplan las normas de Competencia que
garantizan la libre elección de los consumidores, aunque su actuación en
bastantes ocasiones resulta lenta y sus sanciones poco ejemplares. OCU
(Organización de Consumidores y Usuarios) reclama que se le concedan más
medios para que pueda actuar antes y de una forma más contundente, de
manera que saltarse las reglas de Competencia salga caro”.
Al finalizar la lectura una catarata de palabras, algunas mal sonantes, caldearon el ambiente: ¡Impresentables!,
¡Corruptos”, “Enfermos de ambición”, “…Y se van de rositas, no hay
derecho”, ¡Como pueden hacer eso con la gente mayor”… las malsonantes las dejo a la imaginación del lector.
El demonio no es ese ser ridículo con cuernos, rabo y pintado de rojo … demasiado fácil; sería como un viaje por la
literatura más que por la vida real.
Creo en el Mal, con mayúsculas. Y todos sabemos lo que es porque
muchas veces hemos tenido que elegir camino y actitudes que nos deslizan
hacia esa fuerza que provoca sufrimiento, violencia, etc. Sabemos de
qué hablamos.
Creo en la sofisticación y creatividad del Mal que se mueve
sibilinamente por los más recónditos entresijos del ser humano, que
infecta la vida del mundo.
Creo en el Mal organizado. En el artículo, la autora, denomina cártel, palabra archiconocida y relaciona con los narcotraficantes.
Creo en la banalidad del Mal, como definió la filósofa Hanna Arendt,
refiriéndose a las atrocidades de los mandos intermedios nazis que
eximían su responsabilidad en las crueldades cometidas, por el simple
hecho de obedecer órdenes.
Creo que el Mal se va inyectando cuando empieza en lo poco y no hay
justicia que lo pare a tiempo; y va dejando a la intemperie personas,
pueblos, sociedades, estados… arrinconando y expulsando del sistema a
los más débiles, cada vez en mayor número.
Hubo mucha pasión en lo que siguió, también indignación y, por
último, unanimidad en la conclusión: las cosas no pueden seguir como
están. Hemos de aprender a detectar los efectos del Mal en las muertes
violentas, los asesinatos, las violaciones, las persecuciones, las
guerras, etc., pero también en las que parece que no atañen o que no
entendemos. Hay que ir al meollo de tantas situaciones que están
relacionadas con la economía, con la política global, con la ingeniería
financiera, con la corrupción en los órganos de poder, en las grandes
empresas, etc. Como el ejemplo tratado en el artículo. Pequeños detalles
que dejamos pasar de largo porque no parece que tengan relación con el
Mal en el mundo.
Planteé al grupo, para que cada cual rumie por su cuenta, la siguiente pregunta:
¿Qué estamos entendiendo cuando, en la oración del Padrenuestro, decimos como broche final: “…Y líbranos del mal. Amén”?
Por Mari Paz López Santos. Publicado en Fe Adulta
(*) Ileana Izverniceanu, responsable de relaciones institucionales y prensa. Editorial de la revista “COMPRA MAESTRA” nº 416 julio-agosto 2016, Pág. 6, de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) - www.ocu.org
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