El bien común como horizonte político
Nos hacemos eco de la realidad de las personas en situación de
mayor vulnerabilidad a las que acompañamos cada día y sobre cuyos
derechos fundamentales hemos llamado la atención de los representantes
políticos y los agentes sociales en nuestro documento de Propuestas
políticas. Esta ha sido la respuesta de la Confederación Cáritas en
España a la apelación del Papa Francisco a "ayudar a los demás a cambiar
el curso de la propia vida" y a ser "la sal, la levadura y la luz que
ofrece un faro de esperanza a los necesitados" (Mensaje a la última Asamblea General de Cáritas Internationalis).
En la instrucción pastoral Iglesia, servidora de los pobres,
los obispos españoles alertan de manera valiente y clara sobre la
pérdida de primacía del ser humano en nuestra vida social y política. Se
está consolidando en las relaciones sociales y económicas un proceso de
vaciamiento de lo humano que relativiza la inviolable dignidad de las
personas para convertirlas en un mero producto. Hoy, desde el Evangelio
de la misericordia, es preciso seguir demandando la necesidad imperiosa
de poner en el corazón de la vida social la centralidad de la persona y
el bien común como horizonte político de nuestro mundo.
Cuando el pasado 6 de mayo el Papa Francisco recibía en Roma el
Premio Carlomagno, finalizaba su discurso con estas hermosas palabras:
"Sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los
derechos humanos ha sido su última utopía". Una Europa que soñó con ser
casa de hospitalidad y que se ha convertido en fábrica de expulsiones;
que anheló ser cuna del desarrollo social del mundo y que ha extraviado
su "alma humanista".
La crisis intensa de estos años, que ha erosionado la cohesión
social de nuestras sociedades, está
culminando con un abandono profundo y
atroz de los derechos humanos de millones de personas. Es una crisis
económica con profundas raíces morales, que trasluce también una radical
fractura de sentido y de referentes.
Queremos poner en el centro de nuestro corazón a las personas
migrantes y refugiadas que, desde los países del Sur, las fronteras
europeas o nuestros propios barrios, siguen experimentando los efectos
de ese escandaloso proceso de descarte de lo humano.
El Espíritu nos mueve, también, a acercarnos de forma preferente a
los hogares que sufren exclusión severa, a los trabajadores víctimas de
la precariedad laboral y a los jóvenes sin perspectivas de futuro sean
el foco de atención preferente de toda la vida social. Y aspiramos a que
todos aquellos expulsados del bienestar sean la médula de las políticas
sociales y de un nuevo modelo de economía social inspirada por la
solidaridad y la sostenibilidad. Desde el Evangelio de la justicia,
soñamos y luchamos para que los "últimos sean los primeros" (Cfr. Mt, 20,16) tanto en las políticas como en las preocupaciones ciudadanas.
En este contexto, vemos con esperanza cómo las comunidades
cristianas, las Cáritas parroquiales y las organizaciones sociales de
diversas creencias y condición han reforzado su compromiso con las
personas y familias excluidas. La Buena Noticia surge en medio de la
desesperación, del dolor y de la injusticia. La esperanza, sin embargo,
no es una mera aspiración o una tendencia. Hay que reconocerla,
recrearla y contagiarla día a día. Este es el distintivo significativo y
profético de nuestra acción, que conlleva no perder nunca el foco de la
dignidad y la justicia con una actitud atenta y activa. La nuestra es
una apuesta por una esperanza:
- Que nos aproxime a nuestros hermanos y hermanas migrantes
que, como Cristo dolientes de nuestros días, están siendo crucificados
por la indiferencia y la injusticia en múltiples fronteras de nuestro
mundo.
- Que denuncie, con profunda espiritualidad, la
vulnerabilidad de unas sociedades que descartan a los más pobres, y
hacen de la exclusión una herencia y de la precariedad un instrumento de
desarrollo económico.
- Que nos implique, desde la responsabilidad que brota del
Evangelio, en la tarea de extender, defender y practicar los derechos
humanos como indicador esencial de desarrollo en la construcción del
Reino de Dios.
Todas las personas, las comunidades y la ciudadanía estamos
convocados a construir otro mundo desde la "inseparable preocupación por
la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la
sociedad y la paz interior" (LS 10). Esta es la misión y vocación
a la que los participantes en esta Asamblea General nos comprometemos
desde la radical llamada que nos lanza el Evangelio de la justicia y la
misericordia.
Cáritas Española
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