BUENAS NOCHES, JOVEN

¡Buenas noches! Este fin de semana va a ser muy largo. Es bueno que cojamos fuerzas para este final de curso y sigamos viviendo de la Paz de Jesús. Estos días, queridos jóvenes, en la parroquia hemos vivido cosas grandiosas. El viernes noche las luces en la noche. Jesús se hizo presente en tantos que pasaron a mirarle y estar con Él. Gracias a los que estuvisteis. El sábado renovamos nuestra consagración a María. A cada uno de vosotros os puse en el corazón de la Virgen de la Caridad. Y hoy la preciosa fiesta del Corpus. Jesús nos ha atraído con su amor. ¡Todo esto Jesús lo hace por nosotros! En medio de tus dudas y contrariedades sigue dejándote mover por Dios.

He aquí esta historia de un hombre que pensaba que alguien tenía que hacer algo grande por él y no se daba cuenta que lo grande nos viene cuando nos fiamos y esperamos. A ver qué te dice:

Un pobre hombre que vivía en la miseria y mendigaba de puerta en puerta, observó un carro de oro que entraba en el pueblo llevando a un rey sonriente y radiante.

El pobre se dijo de inmediato "Se ha acabado mi sufrimiento, se ha acabado mi vida de pobre. Este rey de rostro dorado ha venido aquí por mi, lo sé. Me cubrirá de migajas de su riqueza y viviré tranquilo".

En efecto, el rey, como si hubiese venido para ver al pobre hombre, hizo detener el carro a su lado.

El mendigo, que se había postrado en el suelo, se levantó y miro al rey, convencido de que había llegado la hora de su suerte. 

Entonces, de repente, el rey extendió la mano hacia el pobre y le dijo:
- Qué tienes para darme? El pobre , muy sorprendido y muy desilusionado, no supo que decir.

"Es un juego - se preguntó - lo que el rey me propone? Se burla de mi? Es un nuevo pesar?"

Entonces al ver la persistente sonrisa del rey, su luminosa mirada y su mano tendida, el pobre metió la mano en su alforja, que contenía unos puñados de arroz.

Cogió un grano de arroz, y se lo dió al rey, que le dió las gracias y se fue enseguida llevado por unos caballos sorprendentemente rápidos.

Al final del día, al vaciar su alforja , el pobre encontró un grano de oro.

Entonces se puso a llorar diciendo:

- Porqué no le habré dado todo mi arroz ?!


En esta noche nosotros tenemos que decirle a Jesús que le entregamos todo lo que somos. Ahora en un momentito cierra los ojos y dile a Jesús: Todo lo que soy y tengo tuyo es. Ya verás como se obrará el milagro Jesús se convierte en alimento, en una vida no perecedera en nosotros. Rezo por tí. Buena semana.

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