Seis estaciones contemporáneas del Via Crucis

En su estrecha identificación con los pobres y vulnerables, Jesús deja perfectamente claro que cuando cubrimos las necesidades de nuestros hermanos y hermanas más humildes, finalmente es a Él al que servimos. Y cuando nosotros -como individuos, Iglesia, pueblos o estados- no servimos adecuadamente las necesidades de los desfavorecidos, hemos fallado en hacer el bien al mismo Jesús (Mateo 25:31-46).

Con tantos seres humanos sufriendo innecesariamente, el propio sufrimiento de Jesús continúa hasta el día de hoy- con ellos y en ellos-.

Primera estación de la Cruz: Jesús es un sin techo.

Cientos de miles de mujeres, hombres y niños no tienen un lugar al que llamar hogar. A menudo expuestos a las inclemencias del tiempo, están literalmente viviendo en nuestras calles. A menudo les vemos y no vemos a Jesús en ellos.

Segunda estación de la Cruz: Jesús es un extranjero y no es bienvenido.

Miles de personas que huyen a Europa de la guerra son devueltos a la violencia. Cientos de miles de trabajadores a los que se les niega la protección se ven obligados a vivir en la sombra de la sociedad.

Millones de seres humanos escapando para salvar sus vidas de los ataques terroristas se ven confinados a inhumanos campos de refugiados. Fallamos en ver a Jesús en ellos.

Tercera estación de la Cruz: Jesús es pobre.

Más de 895 millones de seres humanos hermanos nuestros apenas sobreviven en la extrema pobreza,
luchando por sobrevivir sin agua y comida adecuada y segura, atención sanitaria, empleo, educación, vivienda o higiene. No estamos plenamente comprometidos a satisfacer sus necesidades. No vemos a Jesús en ellos.

Cuarta estación de la Cruz: Jesús es abortado.

Millones de seres humanos no nacidos, erroneamente clasificados por los proponentes del aborto como "partes del cuerpo de la mujer" o como "tejidos de protoplasma" o simplemente como "productos de la concepción", son asesinados por medio del aborto legalizado en muchos países del mundo.

Como otras personas vulnerables, los no nacidos a menudo son víctimas de lo que el papa Francisco llama la "cultura del descarte". Fallamos en ver a Jesús en ellos.

Quinta estación de la Cruz: Jesús es un anciano abandonado.

Una multitud creciente de personas que son vistas como una carga, a menudo con serias enfermedades, se ven en el atardecer de su vida olvidados por su familia, cuando más necesitan su ayuda y compañía. Se les induce a verse como improductivos y a veces se les llega a persuadir para que ellos mismos se abandonen. En vez de proporcionar cuidado y cariño en la familia y los cuidados médicos, paliativos y psicológicos  como sociedad, cada vez más les descartamos como un estorbo inútil. Fallamos en ver a Jesús en ellos.

Sexta estación de la Cruz: Jesús es brutalizado por la guerra.

En más de 25 países, las guerras y conflictos armados están destruyendo a todos y a todo lo que encuentran a su paso. Los así llamados países desarrollados estamos alimentando estos conflictos sangrientos a través de la venta de armamento. Incontables inocentes, niños, hombres y mujeres, siguen siendo mutilados y asesinados. Fallamos en ver a Jesús en ellos.

En la tradición católica, hay catorce estaciones de la Cruz. He listado aquí seis versiones modernas de ellas. Pero, por desgracia, muchas más podrían añadirse fácilmente, porque el sufrimiento en nuestro frágil planeta es monumental. 

Jesús nos está llamando urgentemente a verlo en nuestros hermanos y hermanas que sufren.

La Cuaresma es el tiempo perfecto para que los individuos y los pueblos comiencen a ayunar de lo que Francisco llama la "globalización de la indiferencia" y a derrochar a la manera de Jesús: de no- violencia, perdón, solidaridad, justicia social y del amor activo y compasivo por cuantos sufren.

Por Tony Magliano. Traducido del National Catholic Reporter


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