Jesús, un hombre de "tres tiempos"

Así lo definió el cardenal Martini. En los Evangelios Jesús aparece hablando y actuando, curando y saliendo por los indefensos. Es su “primer tiempo”. Sin él, Jesús nos resultaría irreconocible. Pero su vida no acaba ahí. Los Evangelios nos lo presentan con frecuencia orando a su Padre, bien mientras va de camino, o también yéndose solo al monte para orar. Es el “segundo tiempo” de Jesús. Si lo quitamos, Jesús resulta igualmente irreconocible. Orar a su Padre no es un añadido en su vida, es algo consustancial a Él. ¿Y el “tercer tiempo”? Es el tiempo de la comunidad de sus discípulos y amigos, el tiempo de formarlos, de descansar y pasarlo bien con ellos… Es el tiempo de sus escapadas a Betania. También este tercer tiempo forma parte importante de la vida de Jesús.

Queremos centrarnos en la oración de Jesús, su segundo tiempo, pero vaya por delante una observación. Si Jesús vivió así, ¿podríamos nosotros vivir de dos o de un tiempo solamente? Creo que no. Esos tres tiempos –acción, oración, comunidad- forman parte de la estructura de la fe cristiana. La vida de fe no podría sostenerse a la larga sin conjugar bien esos tres elementos y sin hacer que fluyan y se alimenten entre sí. Es una primera reflexión.

¿Por qué y para qué ora Jesús? Es curioso. Jesús es el hombre más unificado con Dios que haya existido
nunca. Vive desde el Padre y con Él, actúa en Su nombre, se siente ungido por el Espíritu Santo para llevar a cabo la misión del Reino de Dios. Él es el Enviado del Padre, plenamente totalizado hacia esa misión. ¿Por qué se va entonces al monte solo para orar si toda Su vida está ya en la onda del Padre?

Jesús busca el cara a cara con Aquel desde cuyo seno ha sido enviado a nuestro mundo. Desea encontrarse con Él como un Tú amado de quien se recibe enteramente, ver Su rostro, oír Su Palabra, sentir Su amor y su envío, todo ello directamente.

La oración de Jesús es apostólica, es decir, tiene que ver con Su misión. Resulta curioso observar que Jesús no se va al monte a orar cuando no tiene nada que hacer, sino cuando está hasta los topes de requerimientos o cuando hay de por medio algo importante que decidir. Y es que, como hombre que es, necesita compartir y discernir con Su Padre las situaciones que se le presentan y el modo de actuar ante ellas. Jesús ora para ver más claro, para confirmarse ante Dios en lo que Dios pide de Él. Como escribía un teólogo hace ya tiempo: “Jesús que encuentra a Dios mientras va de camino, a veces se sale del camino para encontrar (de otra manera) a Dios”

No queramos ser más que Jesús viviendo sólo de un tiempo, o de dos. Seamos como Él hombres y mujeres de “tres tiempos”, siendo la oración una de ellos. Una oración que nos conecte más con Él, con la comunidad y con el mundo.

Por Toño García. Publicado en Pastoral SJ

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