Los vientos del navegante
Los vientos de cara
«Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder dirigió el viento del sur» (Sal 78, 26)
Son
los vientos portadores de sueños y también de miserias. Traen y acercan
multitud de realidades. Unos días regalan oportunidades, otros nos
bloquean impetuosamente. Unos nos acercan a personas o proyectos y otros
son recordatorios de rutas por las que no conviene seguir. Cuando menos
lo esperas se imponen y hasta molestan, y en cualquier momento nos
susurran verdades que habíamos olvidado. Se trata de ver de dónde vienen
y adónde van.
Hay un gran Viento, el del Espíritu, que también viene de cara y se encarga de recordarnos que Su justicia y Su misericordia son innegociables en nuestro mundo; que Su Palabra no la puede difuminar la olvidadiza rutina y que Su mano habita y comprende todos nuestros problemas. Dios es Viento de cara cuando refresca, avisa, nos muestra Su rostro fiel y nos abre un nuevo camino donde pensábamos que ya no había salida.
¿Qué recordatorio «esencial» me va trayendo el Viento de Dios? ¿Identifico algún viento de cara que me esté
bloqueando el rumbo?
Los vientos a favor
«Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.» (Jn 20, 21-22)
Son los vientos que te animan, te empujan o incluso te derriban.
Son vientos que llevan al Sur de los más débiles para rescatarlos en su
dignidad y su hambre. También son vientos que llevan al Norte de los
más satisfechos para despertarlos del «no se puede hacer nada» y el
«siempre se ha hecho así». Los vientos a favor con frecuencia se llevan
los malos humos y las envidias que contaminan la jornada pero hay que
saber reconocerlos bien, no sea que se lleven nuestras esperanzas.
Hay un gran Viento, el del Espíritu, que nos invita a sumar y a
construir y se lleva los cargados nubarrones del día dejando en el cielo
un azul intenso. Dios es viento a favor, cuando hacemos silencio y
nos mece al ritmo de Su baile; cuando nos empuja al prójimo para atender
sus urgencias y nos llena la vida de alegría y evangelio.
Publicado en Pastoral SJ
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